Un godo, que una cueva en la montaña
guardó, pudo cobrar las dos Castillas; del Betis y Genil las dos orillas, los herederos de tan grande hazaña. A Navarra te dio justicia y maña; y un casamiento, en Aragón, las sillas con que a Sicilia y Nápoles humillas, y a quien Milán espléndida acompaña.
Muerte infeliz en Portugal arbola
tus castillos. Colón pasó los godos al ignorado cerco de esta bola.
Y es más fácil, oh España, en muchos modos,
que lo que a todos les quitaste sola te puedan a ti sola quitar todos. |