Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!,
menos bien las estudias que las vendes;
lo que te compran solamente entiendes;
más que Jasón te agrada el Vellocino.
El humano derecho y el divino,
cuando los interpretas, los ofendes,
y al compás que la encoges o la extiendes,
tu mano para el fallo se previno.
No sabes escuchar ruegos baratos,
y sólo quien te da te quita dudas;
no te gobiernan textos, sino tratos.
Pues que de intento y de interés no mudas,
o lávate las manos con Pilatos,
o, con la bolsa, ahórcate con Judas.
No va por uno sólo, sino por todos esos funcionarios cortesanos que actúan ostensiblemente al servicio de los que os hacen participar en la ceremonia de la confusión, si hay alguno que lea mi blog sin saber cuál es la historia. Suponiendo que no sepas más que yo, no necesitas más detalles porque los que deben conocerlos para juzgarlos los saben de sobra. Es sólo porque uno no es tan anónimo ni acepta conformarse con excusas.
De la Defensora del Pueblo me callo todo lo que podría añadir al hecho de que defender, defiende su permanencia en el cargo con el mismo espíritu de los que la sentaron allí.