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lunes, 18 de abril de 2022

"AL PENDÓN CASTELLANO", de Gertrudis Gómez de Avellaneda.


¡Salve, oh pendón ilustre de Castilla,

Que hoy en los muros de Tetuán tremolas,

Y haces llegar a la cubana Antilla

Reflejos de las glorias españolas!

La media luna -que ante ti se humilla,-

Recuerda ya que entre revueltas olas,

De la raza de Agar con hondo espanto,

Se hundió al lucir el astro de Lepanto.


Y esa morisma -de la Europa afrenta-

Que el rugido olvidó de tus leones,

Hoy al golpe cruel -que la escarmienta,-

Forjando en su pavor fieras visiones,

De siete siglos a la luz sangrienta

Juzga que mira alzarse entre blasones,

-Sus turbantes teniendo por alfombras,-

Del Cid, de Alfonso y de Guzmán las sombras.


¡Oh! ¡sí! contigo van, por ti pelean

Esos nombres augustos; de su gloria

Los rayos en tus pliegues centellean,

Como fulguran en la hispana historia.

¡Que así triunfantes para siempre sean

Símbolos del honor y la victoria,

La civilización mirando ufana,

Que hoy te hospeda Tetuán, Tánger mañana!


El Rey Juan Carlos admitió que se podía ceder Melilla a Marruecos en 1979, según un cable de la Embajada de EEUU. Veía más complicado hacer lo mismo con Ceuta debido a que había más españoles y especuló con ponerla bajo un protectorado internacional.

Las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos llegaron a su punto más crítico de los últimos años el 18 de abril, con el ingreso y la acogida «por razones humanitarias», como señaló el Ministerio de Exteriores, del líder del Frente Polisario. Brahim Ghali entró en España con una identidad falsa, como confirmó la Dirección General de Policía. Para el reino alauí, supone una gran ofensa que España tome partido en el conflicto saharaui y ya anunció que sacaría «todas las consecuencias» de ese gesto.

Salvando este último choque, ambos países han contado con una relación por lo general estable, en la que esporádicamente iban surgiendo ciertos altibajos. Dos de los malentendidos más sonados tuvieron como protagonista al rey Mohamed VI de Marruecos, que terminó molesto con Alfredo Pérez Rubalcaba y, después, con Jorge Fernández Díaz cuando se hicieron cargo de la cartera de Interior.

El exministro con Mariano Rajoy cuenta en sus memorias, cómo tuvo que resolver durante sus vacaciones de verano en un pueblo de Soria, sin cobertura, una pequeña crisis con la monarquía marroquí. Fernández Díaz decidió apagar su teléfono móvil durante los días que iba a pasar en agosto en Santa María de las Hoyas. «Si surgía algo urgente o importante, ya me avisaría la Guardia Civil», relata en su libro. Y así ocurrió. Un día se le acercó un escolta y le dijo que el Rey Felipe VI estaba preguntando por él.

«Ministro, me acaba de llamar el rey de Marruecos, Mohamed VI, y me ha dicho que está detenido por la Guardia Civil. ¿Tú sabes algo de eso?», preguntó el monarca a un ministro que tenía aún menos información sobre este asunto en concreto que él mismo. El Centro de Operaciones de la Guardia Civil en Ceuta detectó en el radar la señal de una moto acuática no identificada, por lo que avisaron a la una embarcación cercana del Instituto Armado para que le diese el alto por si se trataba de un narcotraficante.

No fue así. Sobre el vehículo iba montado Mohamed VI, al que escoltaba a cierta distancia una embarcación de recreo. Había salido al mar enfundado en la más simple ropa de playa y así le pidió un brigada de la Benemérita que detuviese su moto y le entregase su documentación. «Cuando el piloto se quitó las gafas de sol, identificó enseguida a Mohamed VI, se cuadró y se puso a sus órdenes», relata Fernández Díaz. Antes de retirarse, el brigada le trasladó al monarca que debía dar cuenta a sus superiores de lo ocurrido y, después de hacerlo, su jefe pidió a este agente que esperara hasta que él se personara ante Mohamed VI para presentarle sus disculpas.

El rey marroquí estuvo una hora esperando al jefe de la Comandancia, por lo que estaba, a los efectos, «retenido», según señala el exministro. En esa hora le dio tiempo a comunicarse con su homólogo español para relatarle lo sucedido. Cuando todo volvió a su orden, el dirigente popular, consciente de que debía tomar medidas para que las relaciones bilaterales no se deterioraran por aquel incidente, preparó una visita oficial a Marruecos. «Me reuní con mi colega del Interior y con otros altos funcionarios de la Administración marroquí en Tetuán, que me recordaron que llovía sobre mojado y que, en consecuencia, el rey aceptaba las excusas, pero que el Gobierno no podía hacer lo mismo porque ya se habían producido varios precedentes, no siendo yo ministro, sino en la época de Pérez Rubalcaba», recuerda.

El monarca norteafricano insistió en que no fuese sancionado ni represaliado el brigada que le dio el alto en agosto de 2014, ya que no había hecho más que «cumplir a la perfección con su deber y con las órdenes recibidas». Pese a ello, el ministro del Interior marroquí solicitó al Gobierno español que hiciera «todo lo posible y lo imposible» para que no se repitiesen «estos hechos u otros parecidos». A raíz de este incidente, Fernández Díaz asegura que entendió que «no tenía sentido mantener la estructura de mando de la Guardia Civil tal y como estaba», dado que existía una histórica reivindicación para que se equiparasen los niveles orgánicos de las comandancias de Ceuta -encabezada por un teniente coronel- y la de Melilla -por un coronel-. Él asumió la incoherencia y cambió la organización del Cuerpo en las ciudades autónomas.

En junio de 2010, con José Luis Rodríguez Zapatero de presidente del Gobierno y Alfredo Pérez Rubalcaba de ministro del Interior, se produjo otro desencuentro con Marruecos. En esa ocasión, un helicóptero del Ejército español que abastecía al Peñón de Alhucemas desde Melilla sobrevoló el yate en el que descansaba frente a las costas norteafricanas el monarca marroquí. El ruido del vehículo irritó a Mohamed VI y días después se desencadenaron una serie de protestas en Rabat, aunque el ministro de Comunicación alauí sostuvo que «la causa profunda» de los incidentes era «la disputa entre los dos países acerca de la soberanía sobre Ceuta y Melilla».

A 14 y 130 kilómetros de la península ibérica, respectivamente, Ceuta y Melilla son enclaves españoles bordeados por el Mediterráneo y Marruecos. Únicos territorios no insulares en el continente africano pertenecientes a la Unión Europea, sus controvertidas vallas se han convertido en el paradigma de la seguridad fronteriza: sus fronteras se consideran las más protegidas de Europa.

Si bien son los intentos colectivos por saltar sus fortalezas metálicas los que suelen atraer con frecuencia la atención de los medios internacionales, en su interior estas ciudades autónomas presentan una realidad tan particular como inquietante. Su singularidad geográfica ha favorecido la constitución de un carácter excepcional en los ámbitos político, militar, jurídico, fiscal, económico, institucional y social, lo que ha propiciado un complejo equilibrio con el que se ha tratado de preservar la viabilidad en todos ellos.

No obstante, este equilibrio se presume cada vez más frágil ante las tendencias que marcan el presente: la debilidad de una economía dependiente del contrabando, el creciente peso demográfico de la comunidad musulmana, la precariedad y marginación de una parte de su población o la radicalización islamista son desafíos susceptibles de alterar la realidad en ambos enclaves en los próximos años.

Ceuta y Melilla —de 19 y 12 km², respectivamente— pertenecen a España desde el siglo XVII en el primer caso y el siglo XV en el segundo. La primera fue conquistada por Portugal en 1415 para convertirse en parte de la Unión Ibérica con España en 1580. Al término de esta, en 1640, permaneció bajo el dominio español y así ha seguido hasta nuestros días. Por su parte, Melilla fue conquistada por Castilla en 1497. Las razones que motivaron la adquisición de estas dos plazas mayores al sur del Mediterráneo tuvieron que ver con la influencia marítima en el estratégico estrecho de Gibraltar y el refuerzo de la seguridad marítima ante la incisiva piratería. Desde entonces, Ceuta y Melilla vivieron prácticamente de espaldas al resto del continente africano y estuvieron habitadas principalmente por militares y presidiarios desterrados fuera de los confines de la Península. Esta tendencia se mantuvo en buena medida hasta el último tercio del siglo XIX, cuando ambas ciudades adquirieron el estatus de puerto franco, lo que favoreció el comercio, y se derogó la prohibición de residencia a ciudadanos de origen magrebí.

En los tiempos del protectorado español en el norte de África (1912-1956), estas dos ciudades quedaron excluidas y siguieron su vinculación con la Península, por lo que a su conclusión España no cedió su soberanía al recién independizado Estado de Marruecos. 

Ambas ciudades quedaron configuradas como municipios andaluces hasta convertirse en entidades autónomas cuando así lo decidiesen sus Ayuntamientos. Por ello, desde 1995 tienen el estatus de “ciudades autónomas”, una suerte de híbrido jurídico cuyas competencias son muy inferiores a las de una comunidad autónoma —por ejemplo, no tienen capacidad legislativa ni la gestión de la sanidad o la educación—, pero mayores que las de un municipio.

Por su parte, el reino de Marruecos ha reivindicado desde su independencia como Estado la marroquinidad de estas ciudades, inspirado por la tesis irredentista del Gran Marruecos, que cobró fuerza durante los años sesenta y setenta. Incluso solicitó formalmente a la ONU su devolución con ocasión de la adquisición del estatus de ciudades autónomas. Sin embargo, la posición de España ha sido inamovible y ha estado respaldada por el Derecho internacional: Naciones Unidas no ha incluido estos enclaves africanos en la lista de territorios pendientes de descolonización, puesto que ambas plazas han sido españolas de manera ininterrumpida desde siglos antes de que Marruecos existiera como entidad política e incluso antes de que se estableciera la actual dinastía alauí en 1631.

Con la adhesión de España a las Comunidades Europeas en 1986, Ceuta y Melilla se convirtieron en los únicos territorios de la posterior Unión Europea sobre suelo africano. No obstante, sus peculiaridades geográficas se han traducido en anomalías jurídicas, dado que ambas ciudades están fuera del régimen arancelario de la Unión y, aunque formalmente forman parte del espacio Schengen, este no se aplica en su totalidad, ya que se realizan controles fronterizos al salir de estos exclaves hacia el resto de España. Además, estos territorios quedan en principio fuera de la cobertura de la OTAN, pese al infructuoso intento de VOX de pedir al Senado que lo solicitara.

La entrada de Ceuta y Melilla a la UE primero y a Schengen después tuvo el efecto de, por un lado, acercar estas ciudades al continente europeo y ser reconocidas por Bruselas como territorios especiales, pero por otro, significativamente, conllevó un refuerzo de la seguridad de una frontera cuya impenetrabilidad ha ido aumentando hasta hoy. Actualmente existen dos vallas consecutivas en el caso de Ceuta y tres en Melilla, de hasta seis metros de altura, reforzadas con concertinas —a pesar de que el actual Gobierno español se ha comprometido a retirarlas—, sofisticados sistemas de vigilancia y un nada desdeñable despliegue de personal de seguridad a ambos lados de la frontera. Marruecos, desde una de las grandes crisis de intentos masivos de saltar las vallas en 2005, también protege dos fronteras que, paradójicamente, no reconoce como legítimas.

El aseguramiento fronterizo ceutí y melillense resulta un ejemplo paradigmático de la llamada Fortaleza Europa, consistente en la libertad de movimiento en el interior del continente a costa de un inexpugnable control fronterizo. En Ceuta y Melilla, además, varias ONG y otras instituciones internacionales, como el Consejo de Europa, han denunciado violaciones de derechos humanos y otras prácticas en materia migratoria que van en contra de la legalidad internacional. Las devoluciones en caliente, por las que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó al Gobierno en 2017, siguen siendo frecuentes en unos exclaves donde resulta prácticamente imposible solicitar protección internacional. Además, los pocos que logran saltar la valla y acceder a territorio europeo son destinados a centros de acogida temporales en cuyo interior a menudo quedan hacinados y atrapados a la espera de que les otorguen la autorización para ser trasladados al territorio peninsular.

La reivindicación de su soberanía por parte de Rabat suele mantener un perfil bajo, pero es susceptible de adquirir dimensiones más relevantes y ser el motivo central de contenciosos diplomáticos, como sucedió en la década de los 2000. A inicios de siglo, el Gobierno español de José María Aznar se mostró más proclive al derecho de autodeterminación del Sáhara Occidental y más crítico con la gestión de la inmigración de su vecino del sur, al que tanto España como la UE utilizan como barrera de contención de la inmigración subsahariana. El resultado fue la mayor crisis diplomática bilateral desde que Mohamed VI llegara al trono en 1999. La retirada del embajador marroquí de Madrid; la ocupación por varios gendarmes marroquíes de la isla Perejil, frente a las cosas norafricanas —que motivó la intervención del Ejército español—, y la denuncia de la ocupación española de Ceuta y Melilla por parte del rey alauí se sucedieron en los siguientes meses.

Ahora, el gobierno de Pedro Sánchez ha cedido ante Marruecos la descolonización del Sahara Occidental en favor de una autonomía sobre el papel, que no devolverá a los saharauis la libertad que estaban esperando durante más de cuarenta años. La UE le remite a Sánchez al plan de la ONU que sí pide un referéndum de autodeterminación. "La solución debe ser política, justa, realista, pragmática, sostenible en el tiempo y mutuamente aceptada", explicó la portavoz de Exteriores de la UE, Nabila Massrali.

La Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO) se estableció por la Resolución 690 del Consejo de Seguridad de 29 de abril de 1991, de acuerdo con las propuestas de arreglo aceptadas el 30 de agosto de 1988 por Marruecos y el Frente Popular para la Liberación de Saguía el-Hamra y de Río de Oro (Frente POLISARIO).

El plan de arreglo, tal como fue aprobado por el Consejo de Seguridad, establecía un período de transición para preparar la celebración de un referéndum en el que el pueblo del Sáhara Occidental eligiera entre la independencia y la integración con Marruecos. El Representante Especial del Secretario General tendría la responsabilidad única y exclusiva sobre los asuntos relacionados con la celebración del referéndum y estaría asistido en sus funciones por un grupo constituido por civiles, militares y personal de la policía civil, que se conoce como la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental.

El 29 de abril de 2016, el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 2285, que apelaba a que las partes del conflicto siguieran dando muestras de su sentido político con el fin de comenzar una fase de negociaciones más intensa e importante.

El portavoz del PSOE, Felipe Sicilia matizó después que el plan de Marruecos debe "acordarse" con los saharauis pero niega un "referéndum". España, tras 46 años de posicionamiento, ha virado hacia un reconocimiento del formato de autonomía marroquí como la salida "más seria y realista" al problema.

Con este paso, Sánchez cede a las presiones de Rabat que pedía claridad a Madrid sobre el plan para la antigua colonia española. No obstante, este giro ha abierto otro frente con Argelia, que asegura que el Gobierno español nunca le informó de antemano y ya ha llamado a consultas a su embajador en Madrid. Posteriormente, ha firmado un acuerdo preferente de suministro de gas con Italia y ha subido los precios sólo a España.

El Congreso no ha refrendado las cesiones de Sánchez pero pese a ello éste se ha reunido con el Rey de Marruecos para firmar un acuerdo fronterizo terrestre, marítimo y aéreo que no trae ningún beneficio para España, aunque quizás para Sánchez sí.

Tras el Sahara, vendrá la entrega de los enclaves españoles norafricanos y el fin del negocio del contrabando, uno de los principales sustentos económicos de las deprimidas regiones marroquíes limítrofes, particularmente en el caso de Melilla. A pesar de su carácter ilícito, esta actividad es tolerada e incluso fomentada por las autoridades de ambos países. De hecho, a los ciudadanos nacidos en las provincias marroquíes de Nador y Tetuán no se les requiere visado para entrar en los enclaves españoles que no forman parte de la Unión aduanera.

Tradicionalmente, el día a día en la frontera ha estado marcado por las colas de miles de porteadores marroquíes, mayoritariamente mujeres, que cargan con bultos con productos de todo tipo para introducirlos irregularmente y revenderlos en su país. En ocasiones, este proceso, de flagrante precariedad, ha generado tumultos que se han saldado con víctimas mortales. Hasta que se limitó la entrada a 4.000 porteadores al día en Ceuta, decenas de miles solían transitarla diariamente; en Melilla, hasta 30.000.

No obstante, la realidad ha cambiado drásticamente en el caso melillense: en agosto de 2018 el Gobierno marroquí decidió unilateralmente cerrar la aduana comercial establecida en 1956 de mutuo acuerdo —a diferencia de en Ceuta, donde Marruecos no ha reconocido aduana alguna—. En consecuencia, se ha producido una interrupción súbita tanto del comercio legal como del atípico con la ciudad española, una maniobra con la que el reino alauí espera favorecer su proyecto comercial en el puerto de Nador. La medida, lógicamente, ha perjudicado a comerciantes a un lado y a otro de la frontera, con consecuencias nefastas para la economía. Realmente, Melilla vive de los aranceles y subvenciones, sin crear riqueza de ningún modo.

La decisión marroquí ha servido para poner de manifiesto la vulnerabilidad de la economía melillense y ha reabierto el debate sobre la viabilidad socioeconómica de los exclaves, cimentada, además de en el comercio, en los subsidios estatales y las exenciones fiscales. Ceuta y Melilla son las autonomías españolas con mayor índice de desempleo —con un 30% y 24% en 2018, respectivamente, también están entre las últimas posiciones en la UE— y más de la mitad de los que trabajan son empleados públicos. Si solo tuviésemos en cuenta el desempleo juvenil, la cifra sobrepasa el 60% en Melilla y el 50% en Ceuta. Ante las desalentadoras perspectivas económicas que acarrea un previsible futuro sin contrabando, una de las alternativas que está cobrando mayor vigor es la atracción de empresas de base tecnológica y servicios en línea, entre las que se incluyen aquellas dedicadas al controvertido juego online. En el caso de Melilla, su Gobierno ya ha aprobado una drástica reducción impositiva a su actividad, del 25% al 0,5%, que se suma al 50% de bonificación existente para ambos exclaves en los impuestos de la renta, sociedades y seguridad social. En definitiva, la deriva parece avanzar hacia el modelo de Gibraltar, lo que implicaría tener que competir con el istmo, considerado un paraíso fiscal.

Pero no solo la economía presenta un futuro incierto. La convivencia social y la estabilidad política pueden alterarse sustancialmente en las próximas décadas debido al creciente peso demográfico de la población musulmana. De hecho, ya es mayoría en Melilla y se aproxima paulatinamente a la mitad en Ceuta. La inmensa mayoría de estos musulmanes son españoles de origen o ascendencia marroquí, favorecidos en buena medida por la concesión de la nacionalidad a los residentes marroquíes en los exclaves en 1986. Ambos porcentajes tenderán a incrementarse en el futuro, puesto que este sector de la sociedad es el motor de crecimiento poblacional de estas autonomías, que cuentan con las mayores tasas de población joven, natalidad, nupcialidad y crecimiento vegetativo de toda España. El incremento de la población, además, no tiene demasiada cabida en la limitada economía local, lo cual es un desafío para la sostenibilidad y la estabilidad de las ciudades autónomas.

Junto a ello, también es de esperar que la población de origen marroquí incremente su hasta ahora marginal peso político en detrimento de sus conciudadanos de origen peninsular, que contemplan el avance con cierto recelo. Entre ambas comunidades, el patrón hasta el momento ha sido de coexistencia más que de convivencia, con una marcada segregación espacial y social, como muestran los escasos matrimonios mixtos y los peores indicadores en los ámbitos socioeconómicos por parte de los musulmanes: la mayoría reside en barrios más marginales, sufre unos mayores fracaso escolar y mayor desempleo y ocupa puestos más precarios. Esta situación se agrava entre los más jóvenes, lo que ha propiciado la gestación de un sentimiento de desafección que constituye un caldo de cultivo idóneo para su radicalización violenta. No en vano, Ceuta y Melilla han sido las ciudades donde se han detectado más incidentes de actividad yihadista en España en los últimos años.

En definitiva, las tendencias actuales nos permiten presagiar un cambio en la identidad política, económica y social de estas ciudades autónomas a medio y largo plazo. Los próximos lustros seguramente serán cruciales en su devenir. En manos de los dirigentes en Ceuta, Melilla y Madrid estará la responsabilidad de hacer apacible esta previsible transición. Al igual que ya se buscan modelos económicos alternativos, también se ha de incidir en modelos de convivencia más efectivos que promuevan la disminución de una doble brecha social, política y económica: la que arraiga tanto entre sus ciudadanos como entre estas autonomías y el resto de España.

A pesar de que la primera y única visita en 2007 de los entonces reyes de España a Ceuta y Melilla coincidió con el aniversario de la Marcha Verde, mediante la que Marruecos ocupó el Sáhara Occidental en 1975 el Gobierno marroquí volvió a llamar a consultas a su embajador en España y el rey volvió a reivindicar, por última vez hasta la actualidad, la soberanía sobre las dos ciudades. Desde entonces, ni el rey emérito español ni su sucesor han vuelto a pisar los enclaves norafricanos; de hecho, son las únicas autonomías españolas que Felipe VI no ha visitado desde su coronación en 2014.

lunes, 17 de mayo de 2021

"¡La copa es de oro fino!", de Rosalía de Castro.


"¡La copa es de oro fino,

El néctar que contiene es de los cielos!"

Dijo, y bebió con ansia

Hasta el último sorbo de veneno.


¡Era tarde!; después ardió su sangre

Emponzoñada, y muerto,

Aun rojiza brillaba en su sepulcro

La llama inextinguible del deseo.





Expertas de la ONU piden investigación internacional sobre el envenenamiento de Navalny quien, tras sufrir un intento de asesinato el pasado año, se encuentra encarcelado en Rusia pese a la presión de la comunidad internacional para su liberación. Para las sanciones, la Casa Blanca se amparó en la Ley sobre Armas Químicas y Biológicas, ya que el intento de asesinato hacia Navalny se produjo mediante un envenenamiento con un agente nervioso del tipo Novichok, cuyo origen data de los tiempos de la Unión Soviética.

El Kremlin, ante las sanciones de EE.UU. y la Unión Europea por el caso del opositor ruso Navalny manifestó: “Otra injerencia abierta en nuestros asuntos internos que no vamos a tolerar”, que responderán “de forma recíproca y no necesariamente de manera simétrica”.

Por otra parte, Moscú señaló que “Washington, que ha violado toda una serie de acuerdos y convenios en el ámbito del control de armamentos y la no proliferación, no tiene derecho para sermonear a los demás”.

Se habla de injerencia internacional cuando un Estado se involucra o interfiere en los asuntos internos de otro Estado a fin de imponer su voluntad. La injerencia así entendida constituye un desafío al principio jurídico de soberanía nacional. La injerencia puede ir desde la presión diplomática hasta la intervención militar.

Por ello, la injerencia internacional se asocia a la práctica del intervencionismo, aunque no lo es toda injerencia. La injerencia humanitaria es la intervención en un Estado soberano por uno o varios Estados u organizaciones internacionales, mediante la fuerza armada y sin su consentimiento, con el objetivo de proporcionar a la población civil protección ante la violación masiva y sistemática de sus derechos humanos o bien ante situaciones de emergencia derivadas de una guerra civil, de hambrunas o genocidio, entre otras causas.

La injerencia humanitaria no deberá afectar a la integridad territorial del Estado, sino meramente aliviar la situación de su población civil. Hay criterios de humanidad que prevalecen sobre el principio de soberanía de los Estados y el principio de no intervención en los asuntos internos de los Estados.

Según The Washington Post, el gobierno del primer ministro israelí está preparado para librar una batalla prolongada en la maltrecha Franja de Gaza mientras busca aplastar las capacidades del grupo militante islamista Hamas. Netanyahu quiere desmilitarizar por completo el enclave palestino, comenzando por la red de túneles que permiten a los combatientes de Hamas infiltrarse en territorio israelí.

Los combates actuales entre las fuerzas armadas superiores de Israel y los terroristas de Hamas, impiden a los israelíes otorgar los mismos derechos a millones de palestinos que viven bajo ocupación. Hamas se levantó en 1988 en Gaza en el momento de la primera intifada, o levantamiento, con una carta ahora infame por su antisemitismo y su negativa a aceptar la existencia del estado israelí. Pero durante más de una década antes, las autoridades israelíes permitieron activamente su ascenso.

En ese momento, el principal enemigo de Israel era el partido Fatah del difunto Yasser Arafat, que formaba el corazón de la Organización de Liberación Palestina (OLP). Fatah era secular y estaba moldeado por otros movimientos guerrilleros revolucionarios de izquierda que libraron insurgencias en otras partes del mundo durante la Guerra Fría. 

Mientras tanto, las actividades de los islamistas afiliados a la prohibida Hermandad Musulmana de Egipto se permitieron al aire libre en Gaza, una desviación radical de cuando la Franja era administrada por el gobierno laico-nacionalista egipcio de Gamal Abdel Nasser. Egipto perdió el control de Gaza ante Israel después de la guerra árabe-israelí de 1967, en la que Israel también se apoderó de Cisjordania.

Después de los acuerdos de Oslo de 1993, el reconocimiento formal de la OLP por parte de Israel y el comienzo de lo que ahora conocemos como el proceso de paz, Hamas se negó a aceptar a Israel o renunciar a la violencia y se convirtió quizás en la principal institución de la resistencia palestina a la ocupación israelí, que, más allá de la ideología religiosa, es la principal razón de su continua popularidad entre los palestinos. En 2007, después de una victoria electoral legítima de Hamas que enfureció tanto a Occidente como a Fatah, el grupo islamista se apoderó de Gaza, una medida que condujo a estrictos bloqueos israelíes y al ciclo de conflicto.


El gobierno de línea dura de Israel, compuesto por muchos políticos contrarios a la creación de un estado palestino separado, se concentra en la amenaza a la seguridad que representan los cohetes de Hamas demostrativos de una ideología y una estrategia impregnadas de confrontación y resistencia entre doss partes que parecen no poder vivir juntas,

Esto es el resultado de particiones de territorios llevadas a cabo por las autoridades coloniales británicas como la tristemente conmemorada partición de la Isla de Irlanda. Israel está creciendo a costa de la presión que ejercen sobre unos territorios que quieren anexionarse, con el aval de las cinco potencias con derecho de veto que Israel iguala con su arsenal  nuclear.

La intervención humanitaria es un concepto que solo permite el uso de la fuerza en una situación en la cual el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no puede aprobar una resolución bajo el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas debido al veto de un miembro permanente o al no alcanzar nueve votos a favor. El Consejo de Seguridad puede actuar en situaciones en las que hay una "amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión". Sin embargo, cualquier resolución con ese efecto debe ser aprobada por todos los cinco miembros permanentes.

La Carta de la ONU de 1945, en su artículo 2 establece que "nada autorizará la intervención en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados." Ya que tanto los promotores como detractores de la intervención humanitaria tienen bases legales en la Carta de las Naciones Unidas, todavía existe controversia sobre si es la soberanía o las causas humanitarias las que deben prevalecer. Las Naciones Unidas también han estado constantemente involucradas con asuntos relacionados a la intervención humanitaria, interviniendo en un creciente número de conflictos dentro de los territorios de las naciones.

La primera justificación del uso de la fuerza con el primer intento de "castigar la injuria y proteger a los inocentes" se lo atribuye a Hugo Grocio dando inicio al debate sobre la injerencia humanitaria que se prolongó durante los siglos posteriores y entre otros escritores como: Pufendorf, Wolf, Vattel, Kant o Stuart Mill, que justificaron el uso de la fuerza contra quienes "hubiesen maltratado a sus súbditos más allá de lo que parece aceptable".

El concepto de injerencia humanitaria llevó al establecimiento de un tribunal de justicia internacional encargado de velar por el respeto de los derechos humanos y de perseguir los crímenes de guerra y contra la humanidad. Países como USA no le reconocen ninguna autoridad.


José Julio Rodríguez Fernández es un militar de carrera que alcanzó el grado de general del Aire, ocupó el puesto de jefe del Estado Mayor de la Defensa entre 2008 y 2011, nombrado por el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero durante su segundo mandato. Desde diciembre de 2017 desempeña el cargo de secretario general de Podemos en el municipio de Madrid y dice cosas inesperadas en un responsable de Defensa. Es de la izquierda de un país de la OTAN y por lo tanto no intervencionista.

El no intervencionismo es la doctrina en política exterior que indica la obligación de los Estados de abstenerse a intervenir, ya sea directa o indirectamente, en los asuntos internos de otro Estado con la intención de afectar su voluntad y obtener su subordinación. Se deriva de un principio del derecho internacional público, el principio de no intervención que establece la independencia de las naciones y el derecho de autodeterminación de los pueblos.

Este principio de no intervención prácticamente equivale al de no injerencia en los asuntos internos de otro país, pero no excluye la intervención no gubernamental por organizaciones como Amnistía Internacional.

Ejemplos históricos de los partidarios del no intervencionismo son los presidentes de EE.UU. George Washington y Thomas Jefferson, quienes favorecieron la no intervención en las guerras europeas, manteniendo el libre comercio. Otros promotores han sido el senador estadounidense Robert Taft y el congresista Ron Paul.

El principio de no intervención se encuentra en la Doctrina Monroe desarrollada en 1823 por el Presidente James Monroe de los Estados Unidos bajo el lema de «América para los americanos» en función de la cual sostuvo que las potencias europeas no tenían derecho a intervenir en ninguna parte del continente. Paradójicamente, la Doctrina Monroe abrió también camino a la intervención neocolonial de los Estados Unidos en el continente americano.

viernes, 20 de noviembre de 2015

JORGE LUIS BORGES: "AJEDREZ".



Hoy, para variar, una alegoría sirviéndome de un gran escritor, que una vez dijo: "Quizá haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones".

En esa línea, antes de la cita daré mi opinión de la política internacional, movida por la provocación y la injerencia. Por mucho que las cosas se vuelvan contra nosotros y a veces contra los que manejan los hilos, sigue habiendo gente que no entiende que en el pecado va la penitencia. Prefieren el juego retorcido aunque salgan perdiendo, y luego le echan la culpa a otro para evitar reconocerlo.

Yo me desentiendo y aunque lo veo mejor me callo. No se discute con Premios Nobel de la Paz, ni con el que los reparte, que tiene el país lleno de candidatos, según leo en las noticias.

Da la impresión de que cuanto más prohíben nuestras leyes políticamente correctas la incitación al odio, mejor fluye por las redes sociales y otros arroyos. No creo en absoluto que sea casual, sino conveniente a determinados fines: por ejemplo, cuanto más hablan los medios de la solidaridad con los inmigrantes y refugiados, más se sujetan o contrarrestan las emociones del público con los mensajes de animadversión hacia todo extranjero.

Eso de que haya mujeres convencidas de vestirse el velo no me parece terrorismo, aunque sin duda levanta temor ese público anonimato al que no estamos acostumbrados los occidentales.

Y se esconde del comentarismo político la razón de que millones de desplazados de todo el mundo vayan a pie o en cualquier medio de transporte hacia el único lugar seguro, que es precisamente la fuente de su desgracia. Occidente, por razones geopolíticas, por intereses económicos o armamentísticos o por reacción a sus adversarios, está en la génesis de los actuales conflictos internacionales. No hay motivo para pensar que quiera solucionarlos.



Lavrov, el ministro de exteriores ruso, después de afrontar lo de Ucrania y las sanciones impuestas a su país, ha recordado que sigue siendo árbitro indispensable de la nueva situación internacional. Además de tener todo el derecho del mundo a hacer frente a la plaga del Estado Islámico que derribó un avión de pasajeros ruso.

El fanatismo islámico siempre tuvo a Rusia en su punto de mira, que sufre su amenaza en toda la zona del Cáucaso. Irán, Irak y Siria harían mejor frente común con Rusia o con China que con las potencias de la OTAN. No obstante, el choque de civilizaciones acontece con cada uno de estos países y con los musulmanes neotradicionalistas, partidarios del modo de vida que les sugieren los telepredicadores islamistas desde los púlpitos de internet. A mí me recuerdan a las persecuciones instigadas por el bajo clero de la Europa medieval.

El mundo va fatal, aunque podría ir peor si lo dejan en manos de irresponsables como los que hay por aquí, que sólo piensan en la mordida (imitando a los que mandan más que ellos). Y encima siguiéndole el juego a terroristas nacionales con conexión extranjera (en clave, "agentes") fingiendo que nada es verdad ni mentira, como si fuera una diversión. Terrorismo nuclear, nada menos.

Como dicen otros con más gracia, fue "pa habernos matao", pero de verdad. Al que no tenga memoria no se lo voy a contar, pero en septiembre de 2.011 estuvimos a un pelo del cataclismo porque el flanco débil de la OTAN es el Sur de Europa. Una alerta fundada sobre un maletín nuclear pudo activar la temida respuesta a un ataque de origen desconocido: "destrucción mutua asegurada". La estrategia de "contención" fue y es la mejor cuando ya no sólo nos enfrentamos a misiles de procedencia determinada, sino a minas submarinas programadas mediante sensores o temporizador, o un torpedo de cabeza atómica con similares capacidades a las de un maremoto. 

La culpa no es del Ejército ni de sus mandos, sino de la clase de gentuza que toma el timón sin tener ni pajolera idea de lo que están haciendo. O peor aún, con la desfachatez de hacerlo sin disimulo, porque en tierra del olivo, en lugar de leyes hay caciques, dispensas, bulas o indultos.

No debería extrañar que la OTAN haya puesto a esta región "como zona fundamental" para la Alianza. España, como lanzadera entre U.S.A. y Europa hacia Oriente Próximo y África del Norte, es estratégica para misiones de policía internacional, además de ser objeto de vigilancia por sí misma.

Mejor que pensar, nuestros políticos se dejan llevar por cualquier charlatán de su cuerda, en el eterno juego de engañarnos aunque sea traicionándose a sí mismos, a los aliados y a la sociedad.




Ya que no con Corea del Norte, al menos ha concluído un acuerdo con Irán, país que desarrolló un programa nuclear secreto desde 1984. La comunidad internacional y el Organismo Internacional de la Energía Atómica han pedido en repetidas ocasiones a Irán más cooperación para descartar que estén produciendo o intentando producir ese tipo de armas. Los iraníes dicen que su programa es pacífico, pero saben perfectamente que la mejor garantía de no ser atacados es disponer de la bomba atómica, como logró su vecino Pakistán. Lo cual, a su vez, hace que otros países de la zona, como Arabia Saudí, hayan amenazado con adquirir armamento nuclear tan pronto como sospechen que Irán lo tenga.

Con lo de la primavera árabe, nuestros vecinos del norte de África no lo están pasando mucho mejor, salvo en Túnez que parece que salen del bache. La idea, no sabría decir de dónde salió, como es estilo de las maniobras de desestabilización que todas las potencias utilizan en el campo de juegos del resto del mundo.

Una "guerra permanente", tal y como  Orwell la describió en su novela futurista "1984", se libra esta vez contra contra un imprevisible enemigo en Oriente Medio y Próximo. Por un lado, Occidente, con Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia, unidos pero a la suya, y por otro, Rusia, como China, instrumentan y a la vez se protegen del islamismo radical.

El "yihadismo" nacido de las guerras de Afganistán e Irak, se ha extendido a Siria y ha crecido tanto que ya no son meros mercenarios controlables que se destruyan a sí mismos a la vez que a regímenes insumisos.

El aliado de todos y de ninguno que es Israel contempla preocupado cómo la llamada yihad en otros territorios ha dejado de servirle de motivo para distraer y legitimar su enfrentamiento contra los palestinos. Gaza y Hamas son posibles canteras del yihadismo internacional, y una contención del problema obligaría al Estado del pueblo hebreo a dejar de seguir la política existente de discriminación, engaño y represalia.

A veces se olvida que la regla "ojo por ojo y diente por diente" no es simplemente una excusa para la venganza indiscriminada sino un recordatorio de que, para ser justa, debe ser proporcionada. Si se quiere paz, y no vía libre para controlar más territorios.



En honor a la verdad, el doble juego no es exclusivo de los judíos que tanta fama cargan por ello. No lo digo para que no me acusen de antisemitismo, que me da igual, porque la animadversión recíproca que muchos de ellos y yo nos tenemos obedece a razones puramente personales. El jugar con dos barajas es una prerrogativa de los gobernantes mundiales de la que han abusado hasta un punto intolerable. Si las primeras potencias lo hacen con las demás, algún as en la manga debe guardarse todo gobernante.

Francia se negó durante años a secundar las sanciones a Irán, el paraíso chiíta enemigo del ISIS. Y lo ha pagado.

Los recientes atentados de París nos muestran cómo se siente uno al saberse potencial víctima del terror indiscriminado. Los "rebeldes" y "freedom fighters" en Siria son apelativos como aquél de "los chicos de la gasolina" en el País Vasco. Hasta que los tenemos encima y entonces cualquier nombre que les pongamos se queda corto. Por algo cuatro millones de sirios han escapado a los países limítrofes dejando atrás todo. Con ellos huyen también los descamisados que no tienen nada que perder, y entre toda esa multitud, los que no buscan refugio sino venganza.

Venganza a falta de victoria de un islamismo más nacionalista que religioso. La predicación brilla por su ausencia en la estrategia de amenaza y conquista que el ISIS disputa a Al-Qaeda. No hay una alternativa democrática mientras en un país no de den las condiciones de libertad y seguridad necesarias para votar sin coacciones ni temores. Ni aquí ni en Siria.

La verdad oficial que se difunde en los medios de comunicación está confundiendo no sólo al ciudadano medio. sino a los mismo cuerpos policiales y militares que deben enfrentarse al terrorismo. Y el pueblo empieza a estar perplejo ante la frivolidad con la que se trata un tema que durante años fue nuestra preocupación prioritaria según todas las encuestas.

La propaganda que se ha hecho para vestir de pluralismo el derrocamiento de El-Assad o, en su día, de Gaddafi, se contradice cuando los combatientes a los que Occidente ha sostenido ensayan sus técnicas de guerra iguales a las del régimen al que se enfrentan. O incluso peores ya que la impotencia en la batalla frente a frente la compensan con acciones terroristas fuera de sus fronteras, que les garantizan repercusión mediática y con ella nuevos voluntarios.

Los "lobos solitarios" son una parte del fenómeno, una desviación que no cambia el hecho de que más de una tercera parte de los combatientes de Estado Islámico no sean locales: asiáticos y africanos incorporan europeos, australianos y norteamericanos. Cuando el lavado de cerebro no funcione, DAESH se encargará de extirpar todo individualismo y de que solamente aquellos más fieles sean los que retornen para actuar entre nosotros. Su actividad de captación sólo busca seleccionar de entre nosotros a los adeptos al radicalismo más feroz contra minorías, etnias y corrientes religiosas que consideran heréticas o insumisas a la suya.

Sólo los violentos gozan hoy de cierta libertad y seguridad en Oriente Medio. Cuanta mayor publicidad obtengan, tras la tierra quemada traerán un Nuevo Orden ideológicamente fanático e integrista, refractario a colaborar con nuestro sistema socioeconómico y deseoso de derribarlo.

El Califato de Irak y Levante se autofinancia con todo tipo de formas de extorsión y usurpación de la recaudación de impuestos, venta de petróleo y de antigüedades (aquellas que se salvan de sus demoliciones y saqueos de museos), y es de suponer que también meterá mano al tema de las armas y los estupefacientes. Se calcula que en total puede reunir 800 millones de euros al año, pero la cifra podría ser del triple según otros, y según quiénes sean considerados miembros del ISIS o insurrectos de otros grupos.

Cabe pensar que es mejor no llevarse mal con nadie, porque las alianzas militares en las que se decide la suerte de nuestras cabezas, hay que hacer como que se cumplen sin que el Gobierno pueda desdeñar que meterse en una guerra puede hacerle perder unas elecciones. Ya estamos metidos en unas cuantas.

En la trucada negociación internacional, a falta de una política exterior coherente o unánime, tenemos hoy un ministro de Asuntos Exteriores que considera que su ámbito de actuación empieza y termina en las Comunidades Autónomas. En España, la cooperación con INTERPOL se ve dificultada por el hecho de que no se intercambia información sensible entre Interior y las policías autonómicas y municipales, que tampoco puede decirse que colaboren con el Ministerio de Justicia en el embargo y bloqueo de cuentas bancarias.

Todo eso presagia que el Gobierno pueda asumir poderes excepcionales, o incluso cederlos al Ejército para que la Guardia Civil asuma la política antiterrorista en el interior y en el extranjero.

Y la poesía, a renglón seguido:



En su grave rincón, los jugadores 
rigen las lentas piezas. El tablero 
los demora hasta el alba en su severo 
ámbito en que se odian dos colores. 

Adentro irradian mágicos rigores 
las formas: torre homérica, ligero 
caballo, armada reina, rey postrero, 
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido, 
cuando el tiempo los haya consumido, 
ciertamente no habrá cesado el rito. 

En el Oriente se encendió esta guerra 
cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra. 
Como el otro, este juego es infinito. 


II 

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada 
reina, torre directa y peón ladino 
sobre lo negro y blanco del camino 
buscan y libran su batalla armada. 

No saben que la mano señalada 
del jugador gobierna su destino, 
no saben que un rigor adamantino 
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero 
(la sentencia es de Omar) de otro tablero 
de negras noches y de blancos días. 

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. 
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza 
de polvo y tiempo y sueño y agonía?