GUZMAN1

sábado, 22 de octubre de 2016

"Alguno está en el escaño, que a sí no aprovecha y a otro hace daño."


La familia socialista celebra mañana domingo un contubernio de carácter extraordinario para decidir colectivamente cuál será la disciplina de voto de cara al debate de investidura de su principal enemigo.

Me refiero a Rajoy, y no al votante, que está muy desencantado, bien sea por los malos resultados electorales, bien por tener que apoyar al Partido Popular mediante la insulsa abstención. No sabemos cuál sería el resultado de unas terceras elecciones, pero parece que la actual dirección del PSOE se pone en lo peor.

César Luena ha cobrado popularidad por ser fiel a Pedro Sánchez hasta la muerte, y abandera con tranquilidad a los partidarios de una repetición de sufragio, pensando con razón que peor que ahora no se puede estar, y en cambio se pueden llegar a superar los malos resultados con suerte y optimismo. No está mal encaminado, aunque la opción de Sánchez como futuro candidato a la Presidencia yo no la veo por ningún lado. Y si no es para que Sánchez tenga su oportunidad no entiendo a qué vienen todos estos tejemanejes.



La controversia también ha catapultado al estrellato a Margarita Robles, magistrada en excedencia, y en cualquier caso señoría.

Esta señora dice que “Hay un divorcio entre lo que representa la gestora del PSOE y los militantes”, poniéndose en contra del pobre Javier Fernández que no acaba de decidirse y se remite a la votación de la asamblea antes que a los militantes, que también están indecisos.

El tal Fernández no deja de hacer el ridículo diciendo que si se abstienen será en segunda votación porque en la primera votarían "no" para que quede clara su oposición al PP. No creo yo que el gesto sirva para mucho, salvo que algún militante se quede contento con ese teatro.


Doña Margarita se ha pronunciado con claridad en el sentido de que "El 'no' a Rajoy es un cambio necesario para España", y eso ya no es mímica de cara a la galería. Pero, debo insistir, el cambio para España no es votar en contra o abstenerse, sino que un candidato se postule como alternativa a los populares.


La palabra "canguelo" resume el espíritu con el que los sociatas encaran tanto la posibilidad de terceros comicios, como la de permitir gobernar a Rajoy en un nuevo y desconcertante panorama parlamentario. El sátrapa gallego se conforma con ser Presidente y dejar que las cosas ocurran, pero los socialistas temen perder protagonismo a pesar de tenerle bien sujeto en su minoría.

Rajoy, al fin y al cabo, sólo quiere ganar tiempo en su plaza de aforado para que prescriban las pasadas irregularidades del PP, y poder cometer algunas más en la impunidad de la Presidencia. Su partido, lo mismo: un club para obtener aforamientos.

Es mentira que el "no a Rajoy" sea un "no a la corrupción". Claro que a los corruptos populares se lo pondrán más difícil si no obtienen Gobierno, pero existe una doble moral que permite la impunidad en todos los partidos y que se ha hecho evidente cuando tantos callan en lugar de denunciar desde un principio los delitos propios de la clase política. Callan los casos penales que llevan años durmiendo porque prefieren declamar el "y tú más" en el hemiciclo y en todos los estrados públicos.



La odiosa disciplina de voto es, en España, el sucedáneo del auténtico parlamentarismo y el voto individual en conciencia. Con libertad de voto y unas cuantas abstenciones el Partido Socialista salvaría la cara ante sus militantes, a cambio de dejar gobernar a Rajoy como si no hubieran podido impedirlo.

Pero a ver qué socialista se "moja" para abstenerse sin respaldo de su partido. Serían acusados de traidores los que se atrevan, y seguramente de recibir soborno o algo así como le ocurrió al famoso Tamayo en otro ámbito, pero situación parecida.

Un "tamayazo" a tiempo puede aún ser la ayuda divina que espera la cúpula popular para prorrogar su legislatura el tiempo que tarden en ser destituídos mediante moción de censura. Se sabe positivamente que Rajoy no hará tantas concesiones como para evitar ser defenestrado en cuanto la oposición esté suficientemente organizada, y tienen mayoría. Además es sabido que el de Pontevedra nunca cumple la palabra dada, con lo cual la moción prevista en el artículo 113 de la Constitución estaría totalmente justificada, si llega el caso.


Pasaron para todos los viejos buenos tiempos de la alternancia PP-PSOE, por mucho que algunos quieren seguir viviendo en esa fantasía. No obstante, las nuevas alternativas de PODEMOS y CIUDADANOS tampoco pueden ser tan ilusas de creer que basta llegar y sentarse en el escaño para hacerlo suyo de por vida.

Los populistas morados podrían colaborar con el PSOE del mismo modo que los naranjas lo hacen con el PP, pero el bipartidismo clásico no quiere ningún tipo de colaboración de formaciones que puedan hacerles la competencia. Tanto PP como PSOE quieren para sí todos los votos que puedan arramplar, y esperan intranquilos que las formaciones emergentes pierdan popularidad hasta que en un futuro próximo sean irrelevantes.

Como muchos otros ex-votantes, espero que los nuevos dibujen un nuevo panorama electoral, si bien no les veo ni capaces ni dispuestos a que cambien verdaderamente las cosas. Los nuevos adquieren los mismos vicios del bipartito, aunque los disimulen.

Que vayan todos al carajo y ocupen el lugar de los dinosaurios en los museos. Los votantes desencantados seguimos esperando que venga alguien con capacidad y voluntad de cambiar las cosas, y que sea para mejor.