GUZMAN1

miércoles, 2 de noviembre de 2016

LA ALTERNATIVA LIBERTARIA.

El ricachón de Donald Trump quiere culminar su carrera profesional como Presidente de los U.S.A. y la gente que le ha oído hablar se hace cruces pensando qué haría con semejante poder en sus manos.

Hasta su propio partido, el republicano, le ha vuelto la espalda como si no hubiera tenido predecesores tanto o más extravagantes. A mí no me cae mal, pero hay que reconocer que muchas de sus propuestas son propias de un dictador.

Como ejemplo, la muralla que quiere construir entre México y su país, confiando en que unos miles de kilómetros de alambre vayan a impedir que los inmigrantes se cuelen por allí. Nadie le ha dicho que para tan gran obstáculo hacen falta miles de vigilantes que impidan que alguien abra un agujero con una cizalla, y pase sin más.

Claro que la contrata de la construcción de la verja y de la vigilancia deberá ser muy interesante para quien la saque a concurso, y eso puede ser lo que busca Trump. Sus propuestas más chocantes consisten en que México pague la construcción del muro fronterizo y una política dura contra la inmigración ilegal, especialmente sobre los musulmanes que quieran entrar en los Estados Unidos.

En lo económico, aboga por el proteccionismo y está en contra de la deslocalización de la producción industrial norteamericana. Eso lo deberían imitar nuestros políticos, pero ya se cargaron la industria nacional hace mucho.

En cuanto a las cosas que este candidato ha dicho sobre sus relaciones con las mujeres son la clase de cosas que uno dice con unas copas de más, y no se pueden sacar más conclusiones que son los comentarios propios de alguien borracho de poder sin otra aspiración que sus caprichos. Cada uno es cada uno.


No obstante sus frases sueltas, Trump acierta en todas sus críticas a la Clinton (no se ha cambiado su apellido de casada). Como por ejemplo, la responsabilidad de la candidata en la creación y el apoyo que mantiene al Daesh, grupo heterogéneo de mercenarios que cada día reciben armas y municiones de fabricación occidental y que, en el nombre de Alá, dan su vida y la de muchos inocentes para acabar con los rivales de la OTAN en el tablero de Oriente Medio y Norte de África.

Hoy por hoy, no quedan muchas dudas sobre los errores en Libia, con el episodio de Bengazi como muestra, en el que murió el embajador en una operación de falsa bandera. Lo malo de salir de los conflictos iniciados por Obama&Clinton es que países como Rusia van a recoger los restos en los países donde los U.S.A. pierdan su prestigio. En general, ninguno de los países de mayoría musulmana está muy feliz con el regalo envenenado de la diplomacia de los demócratas, y eso tiene difícil arreglo a corto plazo.

Trump, por tanto, parece una opción más honesta en esa línea de la política exterior norteamericana porque es de los que atacan de frente y con toda la artillería. El hombre no se anda con disimulos, eso hay que reconocérselo.





























Como mujer, Doña Hillary se camufla entre todos los colectivos marginados con los que se quiere identificar. Igual que Obama fue el primer presidente de color, ella quiere ser la primera mujer presidenta.

Ser mujer no es lo mismo que pertenecer a una minoría, pero estéticamente se le parece mucho. Centrarse en las minorías agraviadas mediante políticas de ingeniería social se ha convertido en el mejor reclamo de votantes para los demócratas. No importa que solamente se trate de una política de palo y zanahoria que abandone a los desamparados después de sacarles el voto. Que lo digan si no los negros que son víctimas de la suspicacia de agentes de policía de gatillo fácil.

La política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros, dice una frase copiada de por ahíy las salidas de tono del magnate republicano afianzan a la señora de Clinton en el camino a la Casa Blanca.

Madonna (podríamos decir: Mamonna) ha prometido, a sus años, uns felación como premio a los votantes demócratas, superando a Trump en bastedad y grosería. Pero esta gente famosa se cree tan estupenda que espera que lluevan alabanzas a la primera gilipollez que se les ocurra. Por cierto, lo de prometer felaciones en campaña electoral no ha sido idea suya, ya que ha habido antes otras señoritas que han usado ese reclamo electoral en favor de sus candidatos preferidos.

Por una mamadita (y el asunto de los porros) el esposo de la candidata Clinton cayó de su pedestal cuando era presidente, así que mejor no insistir en esas bromas. La embustera de Hillary Clinton se ampara en pertenecer a una dinastía presidencial del Partido Demócrata y espera seguir los mismos pasos de su marido. Las encuestas dicen que le lleva ventaja electoral a Trump.

Lo peor de la Clinton, la acusación más grave contra ella es la de haber permitido el filtrado de información reservada por usar cuentas de correo electrónico no protegidas. La ley federal de EEUU establece como delito el mal manejo de información de seguridad nacional, que tiene que ser investigado por el FBI, por lo que desde 2015 estaba abierta esta operación sobre la entonces secretaria de Estado. Para ser la jefa de agencias secretas eso dice muy poco en su favor y los norteamericanos, de la ideología que sea, no deberían ser tan irresponsables de que se ponga al frente alguien así.

No puedo decir más porque los partidos que se disputan el poder tienen muchos trapos sucios y secretos que desconocemos aunque en la legislatura de Obama ya no se manejan tan cautelosamente como en gobiernos anteriores. Los enredos de la política exterior yanqui son lo que más llega a nuestros noticiarios. Y los embrollos en las luchas de poder de Washington D.C. siguen ejecutándose con astucia y ocultamente, para conseguir un fin que también se nos escapa.

El escritor y moralista francés Jean De La Bruyère ya decía que "Hombre que vive entre intrigas durante algún tiempo no puede ya pasarse sin ellas; cualquier otra manera de vida le resulta lánguida". Esto vale para una mujer muy metida en el doble juego de la alta política durante media vida.

Por ejemplo la saga de los Clinton recibe el apoyo del omnipresente George Soros, el multimillonario que hizo quebrar el Banco de Inglaterra para ganar mil millones de dólares y uno de los mayores intrigantes del mundo occidental.

Soros, a través de sus fundaciones y generosos donativos a asociaciones políticas, es partidario de los demócratas por vaya usted a saber qué motivos. Sus campañas de agitación influyen notablemente en la orientación del voto norteamericano y en otros países más. Fácil que se salga con la suya.



































No me olvidaré de mencionar a Jill Ellen Stein, candidata a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Verde de los Estados Unidos, quien antes había ofrecido a Bernie Sanders ser el candidato ecologista, tras ser éste derrotado en las primarias presidenciales del Partido Demócrata.

La candidata Stein manifestó haber invitado a Sanders a explorar una colaboración. Ella piensa que no es posible plantear una campaña revolucionaria en un partido contrarrevolucionario, definiendo de ese modo al Partido Verde y al Demócrata.


Podría haber sido la mejor opción para Sanders, alguien considerado un socialista en su país. Pero no fueron las cosas como pensaba, ganó Clinton las primarias y Stein lidera la candidatura ecologista en un país refractario a este movimiento político.

Con eso se ha perdido un buen candidato para los demócratas y Jill Stein competirá con la pécora de Hillary por ser la primera mujer en el despacho oval.



Sin embargo, no todo está perdido: hay un nuevo contrincante que representa a los libertarios. Se llama Gary Johnson y es la tercera opción detrás de los mencionados.

Tanto los demócratas como los republicanos miran este partido con recelo, temerosos de que pueda amenazar el cómodo bipartidismo instalado en los Estados Unidos. El único motivo de que no haya alternativa a los dos grandes partidos es que si un tercero gana las elecciones establecería un preceedente y los votantes sabrían que hay una salida distinta a la que depositar su confianza.

Gary Johnson no es un advenedizo, y en cualquier caso carece de los defectos que tan a las claras presentan sus dos principales rivales.

Define como libertario a "Alguien conservador en lo fiscal y liberal, inclusivo, en lo social. Creemos que las personas tienen que poder tomar las decisiones sobre su vida sin que participe el gobierno (…) La mayoría de los estadounidenses son libertarios, solo que no lo saben".

El candidato del Partido Libertario propone la legalización de la marihuana y el fin del intervencionismo de EE.UU. en el mundo. Lo primero ya se ha puesto en marcha en algunos estados, y lo segundo, es difícil que se lleve a cabo ya que el tamaño del país y su gran número de intereses internacionales traen consigo una gran influencia de los U.S.A. en los cinco continentes.


Ya que la política norteamericana tiene tantos imitadores en todo el mundo y, significativamente, en la Unión Europea, empieza a ser asunto de todos la deriva que lleven los Estados Unidos. Si Johnson llegara a la presidencia sería, como máximo, para limitar el grado de injerencia de su política exterior, pasando los U.S.A. a ser solamente un ejemplo a imitar.

Es difícil pensar que el país con uno de los mayores ejércitos del mundo pueda no echar mano de sus recursos militares para sostener su preponderancia. Pero también es cierto que el intervencionismo bélico está creando mayor número de enemigos que de amigos, vayan mejor o peor sus campañas en el extranjero.

Como dijo Albert Camus: "El gran Cartago lideró tres guerras: después de la primera seguía teniendo poder; después de la segunda seguía siendo habitable; después de la tercera ya no se encuentra en el mapa". Lecciones de la Historia.

Aquí en la Unión Europea no está muy bien visto que metan cizaña los norteamericanos, si bien gobiernos como el de Alemania han intervenido activamente en, por ejemplo, Ucrania. La consecuencia es que Rusia está que echa chispas al estar siendo tan presionada en sus zonas de influencia.

Por eso cobra de nuevo validez las palabras de Thomas Jefferson: "Alguna vez he considerado fundamental para los Estados Unidos no tomar nunca parte activa en las peleas de Europa. Sus intereses políticos son completamente distintos de los nuestros... Ellas son las naciones de guerra eterna."

Hoy ya no son sólo los europeos los belicistas, pero la patria de Jefferson cuenta con Gary Johnson para continuar su obra. Lástima que el votante norteamericano no está seguramente dispuesto a abandonar la clásica alternancia que se suele cobrar la cabeza del tercer candidato. 

En fin, no somos tan diferentes y muchos estadounidenses son de ideas libertarias, que es algo que nace de sus leyes fundamentales. Y el cambio también inspira optimismo a los que no tienen demasiadas esperanzas, dentro y fuera de los E.E.U.U.

¡Ánimo Gary, que podría ser peor!