¡Hablad! ¡hablad, cadáveres!
Decidme ¿quienes son
los asesinos pérfidos
que así el puñal feroz
en vuestro seno mísero
hundieron á traición?
¿Quién eres tú? respóndeme
¿Tu nombre? —Religión.
—¿Y tu asesino? —El tímido
ministro del Señor.
¿Y á ti que, en cálida sangre,
te agitas ¿quíén te hirió, quién?
¿cuál es tu nombre? —Justicia.
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