GUZMAN1

miércoles, 17 de enero de 2018

POLITICOS A PENSION COMPLETA.


El llamado Govern en el exilio se da la gran vida en Bruselas, con recepciones, cónclaves de alcaldes y algaradas de gran pompa y boato a costa del contribuyente y los donantes de ayudas para pagar abogados y gastos varios.

La capital de Europa, acostumbrada a ver tractores y aldeanos volcando productos agropecuarios en lugares públicos, no se ha visto sorprendida por la concurrida paseata de los devotos catalanistas. Al fin y al cabo, la mitad de los manifestantes fueron belgas, simpatizantes del Govern fugitivo.

De trabajar, no sabemos nada. Las únicas actividades que se conocen de Puigdemont y los suyos han sido organizar una campaña para que Cataluña vote sobre si continuar o no en la Unión Europea. Claro, como no le han dado el apoyo a la causa independentista que él ya daba por seguro, se ha cogido una rabieta y ahora tacha de antidemocráticos a todos los gobiernos de la Unión, ya no sólo a España.
 
Todo el castillo de naipes que le han construído algunos teóricos de la ciencia política se viene abajo, y ya ni se acuerda del proyecto europeísta que nos tenía prometido.



Los soberanistas ya no están tan unidos como en los tiempos de "Junts Pel Sí", pero las demostraciones de poder les dan una autoestima que entusiasma a muchos catalanes aunque la triste realidad no la justifique. En Bruselas los soberanistas de los diversos partidos intervinieron en el acto público del puente de la Constitución.

En su campaña de desobediencia a la autoridad estatal, los indepes no quieren reconocer su disciplinada obediencia a las consignas que toquen en cada momento del inestable "procés". Los hemos visto vistiendo iguales, con sus lacitos amarillos y manifestándose con las mismas pancartas prefabricadas, todos igualitos.

No se observan grandes diferencias entre los partidos independentistas institucionales y la marginalidad subversiva de las CUP: ocupan ahora el mismo espacio político. El caos económico llena las páginas de los periódicos y no sabemos qué otras calamidades podrán advenirnos, como un boicot a todo lo catalán.

Todo esto no hace sino beneficiar a Rajoy en su insistencia en demostrar que si su economía no va al alza es por culpa de lo que llama "órdago separatista". Desde luego la incertidumbre sobre Cataluña no contribuye a levantar las cotizaciones bursátiles, pero eso no es la causa del fracaso del modelo económico auspiciado por los populares.






Mientras tanto, el preso Junqueras ha quedado relegado por los planes del prepotente Puigdemont para ser elegido President a distancia. Los dirigentes populares y los jueces que les obedecen coinciden (casualmente) con la estrategia de "Junts per Catalunya" de quitarse oponentes como sea.

Y todo eso porque los pedecatos quieren lucirse como perseguidos políticos para fingir en el extranjero la reputación de auténticos luchadores por la libertad. Por eso quieren un President en el exilio y pendiente de juicio, y mejor aún si sortean algunas normas más para conseguir la efímera pose de su investidura virtual.

Los derechos y los deberes de los diputados establecidos por el Artículo 4 del Reglamento del Parlament imponen a todos los miembros de la Cámara el deber de asistir a los debates y a las votaciones del Pleno, incluyendo al presidente de la Generalitat.

Todos, por mucho que quieran jugar al escondite, han de cumplir los deberes y ejercer las funciones que el Reglamento les asigna. Es contrario a las normas elegir un President que no asista al Pleno, no sólo al de investidura, sino a los que se celebren a lo largo de la legislatura.

Puigdemont sólo quiere burlar el ordenamiento como si presidir la Generalitat fuese cosa de broma. Y en contra del dictamen de los Letrados del Parlament. Habría que oírles si un partido como Ciudadanos o el PP quisiera hacer lo mismo que pretenden ellos, un fraude de Ley como la copa de un pino.

Al dictado del artículo 23, cada diputado proclamado electo accede al pleno ejercicio de la condición de parlamentario una vez cumplidos los dos requisitos siguientes, sin lo
s cuales los derechos del diputado proclamado electo no son efectivos:

a) Presentar al Registro General del Parlamento la credencial expedida por el órgano correspondiente de la Administración electoral y prometer o jurar respetar la Constitución española y el Estatuto de autonomía de Cataluña.

b) Presentar las declaraciones de actividades y de bienes que especifica el reglamento, trámite que quiere saltarse Puigdemont, titular "fiduciario" de los fondos que se reparte el independentismo con los demás ladrones de la partitocracia.

Eso se lo callan, y en su lugar se dedican a hablar de presos políticos y de la Generalitat en el exilio que parece que añoran. Dicen que esto es como en el franquismo, los muy alterados. Y luego se quejan del artículo 155, que es lo que les mantiene en el candelero de la política. Mucho ruido y pocas nueces, el famoso artículo que no está sirviendo de nada porque los únicos correctivos los imponen los jueces.