«Adelante! que es vuestra la victoria!»
clamaba en el combate el buen caudillo
fingiendo la confianza obligatoria
mientras su pecho el ponderoso trillo
del tedio laceraba y á la gloria
sin creer en ella les llevó; el castillo
rindióse ante su empuje, y su memoria
brilla hoy de tal hazaña con el brillo.