Saltar no creo, pero tengo la corazonada de que si Romeva sale elegido President, saldrá al balcón de la Generalitat a pronunciar un discurso kamikaze, por el que puedan destituirle y así dar paso a Artur Mas con disimulo.
Sal al balcón, tira un jamón, mira que viene Kinito, es un viejo slogan publicitario que algunos recordamos. La campaña electoral de "Junts pel Sí" promete gran movimiento de masas alborozadas por aclamar al pregonero en el simbólico mirador.
A partir del día que la democracia permita a mis paisanos convertir la autonomía en proclama soberana, los demás programas y reformas seguirán a cargo de los de siempre, y no de los que vamos a ser liberados. De lo que se trata mediante estos comicios experimentales es de averiguar si el "derecho a decidir" reside en el consenso de la ciudadanía como cuestión interna de Cataluña.
Resulta gracioso que el unionista Espadaler haya salido al paso de los comentarios sobre la futura extensión de la ciudadanía catalana a los habitantes de Valencia y Baleares, ya que no tiene ningún sentido declararse independiente y después darle la nacionalidad a algunos de los que declararían extranjeros.
El artículo 145 impide la federación de comunidades autónomas entre sí y ordena que para que firmen acuerdos de cooperación requieran autorización de las Cortes Generales. Juntos pero no revueltos. Hay que admitir que algunas normas constitucionales son escasamente convincentes incluso para los contrarios a la independencia, y por eso son cada vez más los federalistas, y pocos los partidarios de la continuidad del sistema autonómico.
Convergencia significa lo mismo en catalán o castellano, o sea, dirigirse al mismo punto. Concurrir desde diferentes posiciones ideológicas al mismo fin, que últimamente es la consolidación de un régimen político definitivamente autónomo, o sea, independiente.
Un Estado catalán estará legitimado, no desde los vaivenes de la historia, sino desde el punto de vista de la justicia social si es funcional como para garantizar la educación y la sanidad, y evitando la pobreza o la discriminación. Quiéralo quien pueda perder eso.
No todo el mundo entiende que el bienestar de la sociedad es prioritario, por lo que la libertad política de sus individuos no debería encaminarse a otros fines. La secesión, por sí sola, no promete gran cosa, pero el independentista persigue un fin liberador de poderes foráneos, y que tengan libres las manos los cargos públicos que gestionan, han gestionado y quieren gestionar eternamente nuestras vidas.
La excesiva intervención del Estado en la economía es el factor determinante de esa aspiración, ya que el libre mercado no existe propiamente en España, ni Cataluña es ajena a intereses monopolísticos. Como se suele decir del perro del hortelano, unos no hacen y otros no dejan hacer, en un ejemplo de falta de cooperación perfectamente simétrico.
Un Estado catalán estará legitimado, no desde los vaivenes de la historia, sino desde el punto de vista de la justicia social si es funcional como para garantizar la educación y la sanidad, y evitando la pobreza o la discriminación. Quiéralo quien pueda perder eso.
No todo el mundo entiende que el bienestar de la sociedad es prioritario, por lo que la libertad política de sus individuos no debería encaminarse a otros fines. La secesión, por sí sola, no promete gran cosa, pero el independentista persigue un fin liberador de poderes foráneos, y que tengan libres las manos los cargos públicos que gestionan, han gestionado y quieren gestionar eternamente nuestras vidas.
La excesiva intervención del Estado en la economía es el factor determinante de esa aspiración, ya que el libre mercado no existe propiamente en España, ni Cataluña es ajena a intereses monopolísticos. Como se suele decir del perro del hortelano, unos no hacen y otros no dejan hacer, en un ejemplo de falta de cooperación perfectamente simétrico.
El llamado "tercer sector" catalán capitaliza toda inversión "social" en un alarde de paternalismo que alimenta el voto cautivo. Las restricciones cuasiproteccionistas entre autonomías coartan la libertad de comercio, y no nos encaminan a "convergir con Europa", como tantas veces han repetido. Según los independentistas, la eficiencia económica y la justicia social traen causa del centralismo, y es verdad que eso explica muchas cosas. Como el efecto contrario de la descentralización ha sido el de crear subfronteras y autoridades reticentes al poder central.
Al margen de la común preocupación por la titularidad del suelo que pisan mis pies, la función de un Estado es también la de garantizar la libertad de todos los ciudadanos, y me temo que la toma de decisiones está tan fuera de nuestro alcance ahora como lo estará el maravilloso día en que los perros puedan ser atados con butifarras. Y es que Cataluña no es tan diferente.
Las libertades individuales en Cataluña se respetan más o menos como en el resto de España, con injerencias democráticamente consentidas como la uniformidad lingüística y poco más. A mí me da igual el hecho de que la gente me hable en una lengua o la otra, o los carteles callejeros, pero no acepto que me digan cómo debo hablar yo, ni me gusta que me lo sugieran sin llegar a obligarme. Y en cuanto a las personas que pasan de los cuarenta, es común saber leer en catalán pero otra cosa es escribirlo.
Las libertades civiles, como el reiterado pero negado "derecho a decidir" demuestran cómo se puede usurpar la autonomía de los individuos de forma cotidiana y cuando conviene, entregársela por un día. Lo de usurpar la soberanía que reside en exclusiva en la ciudadanía, pues es una cuestión tan simple como que cada persona tiene un voto, pero nada que decir sobre soberanía, que ya sabemos quiénes son los pocos que la tienen en propiedad.
Soberanía individual sólo la tienen quienes piensan por sí mismos. Me gustaría conocer alguno un día, alguien que no trote tras su pastor.