GUZMAN1

domingo, 11 de octubre de 2015

REINALDO ARENAS: "SONETOS DESDE EL INFIERNO".



Todo lo que pudo ser, aunque haya sido,
jamás ha sido como fue soñado.
El dios de la miseria se ha encargado
de darle a la realidad otro sentido.
Otro sentido, nunca presentido,
cubre hasta el deseo realizado;
de modo que el placer aun disfrutado
jamás podrá igualar al inventado.
Cuando tu sueño se haya realizado
(difícil, muy difícil cometido)
no habrá la sensación de haber triunfado,
más bien queda en el cerebro fatigado
la oscura intuición de haber vivido
bajo perenne estafa sometido.



El patrón de los abogados, si hay alguno que no se encomiende al diablo, es el santo y jurista catalán Raimundo de Peñafort. Tras ordenarse sacerdote, estudió en Bolonia, donde se doctoró en derecho civil y eclesiástico. Allí conoció a otro santo, el castellano Domingo de Guzmán,  con quien simpatizó tanto que cuando volvió para ejercer como jurisconsulto, creó una comunidad de dominicos en Barcelona.

El abogado que acuda a un Tribunal español con el derecho como único argumento también estaría mejor en un monasterio, retirado del mundanal ruido. Más aún ante ese excremento del peor franquismo que es la Audiencia Nacional, máximo exponente de un sistema judicial vendido, con honrosas excepciones. Buen ejemplo de su servilismo despreciable es mi parentela, que bastante tengo con sufrir para no desahogarme confesándolo a los pocos que aún no lo sepan.


"Las tres cosas más difíciles de esta vida son: guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo", dijo el norteamericano Benjamin Franklin. No tengo motivos para ninguna de las tres cosas, y menos para perdonar lo que cada hora y cada minuto he tenido, tendré y tengo que soportar, Y no sólo hablo de los abusos del sistema judicial (que, como es característico de la tortura, me han causado graves transtornos de salud), sino también las de la los afectados en los distintos procesos judiciales, que conocen el sumario de mi vida mejor que yo.

Comprendo mejor que muchos su resentimiento ante los verdugos, la Justicia y los legisladores entregados a sobreproteger al Estado y a convertir lo demás en papeleo sin especial interés. El rebaño prefiere ver cómo se las carga el de al lado no sea que se fijen en ellos, y aunque saben que les mienten, repiten la mentira como se espera de todos.

La verdad judicial es lo que diga cualquier papel con membrete. Los defensores de la Ley son libres de toda sospecha de saltársela y no por rebeldía, sino a beneficio de sus superiores y la voluntad. Han contado con la Prensa y todo mi entorno ayudando con toda clase de artimañas envolventes, desde niño. Aún dirán que sabía que era autor de un delito, cómplice o partícipe a título lucrativo (figura legal que entonces no existía, pero les da igual).

Y siguen echándome la culpa hasta de la muerte de Viriato, por supuesto sin proteger ni leyes, ni nada ni a nadie más que a los que dan las órdenes. Aún no sé cuál ha sido el precio de cada uno, aunque espero que no les aproveche, ni a un país de gente que tiene lo que se merece. Por de pronto, los millones que antes se iban multiplicando, ahora van destinados a alimentar la corrupción, la especulación, o evadiendo al extranjero. Salud, que os hará falta.