"Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?"
(GÉNESIS 3.1.)
La revancha de Killary incendia los Estados Unidos. Parece que la agitación de las calles va a acompañar la entrada de Donald Trump en el gobierno de la nación norteamericana. Y quizás durante toda su legislatura.
Pipiolos recién salidos del colegio, camorristas y exaltados alborotan las calles para demostrar que no les gustan los resultados electorales, insultando y parodiando una protesta contra no se sabe qué.
Ahora todos esos yanquis se acuerdan de que existen los inmigrantes y fingiendo buen corazón claman por los negros, los latinos y por aquellos de los desfavorecidos que no votaron al vencedor. Todo por aparentar y querer sentirse importantes por un día.
Habrá oportunidades para ver las tetas de las "Femen" interrumpiendo algún acto público, a cambio de la paga traidora de presuntos filántropos y ponzoñosas fundaciones de larga influencia política.
El interés general difícilmente puede ser defendido lanzando piedras y fuegos artificiales contra los agentes de policía, que debieran ser igualmente defendidos por los que están por encima de sus superiores.
Desde luego, hay gente cuyo fanatismo le impide ver que el progreso debe aportarnos beneficios en lugar de daños. Los cambios deben ser para mejorar, y no sólo por puro ánimo de cambiar lo que está bien igual que lo que está mal.
Desde luego, hay gente cuyo fanatismo le impide ver que el progreso debe aportarnos beneficios en lugar de daños. Los cambios deben ser para mejorar, y no sólo por puro ánimo de cambiar lo que está bien igual que lo que está mal.
Obama es historia. El cuestionado hawaiano de raíces afroirlandesas que ha dirigido la política de los E.U.A. los últimos ocho años se va en Enero, Dios mediante.
Nadie abandona el cargo de presidente con el mismo prestigio y respeto que le llevó ahí, dijo Thomas Jefferson. Nada perdurable podría quedar de tantas expectativas como las que se depositaron en Obama, por ejemplo su sistema de seguridad social.
Donald Trump afirma que pronto sustituirá el "Obamacare" por "Health Savings Accounts", o sea cuentas de ahorro para gastos sanitarios con ventajas diversas, entre otras, deducibles fiscalmente. Además, quedará el "Medicaid", un seguro social para gente con escasos recursos.
Según los medios de comunicación mayoritarios, todo esto es populismo. Quizás lo sea, porque la Real Academia lo define como la "Tendencia política que pretende atraerse a las clases populares", y si eso es lo que significa, el republicano es quien lo ha logrado. El Obamacare también es un buen ejemplo de "populismo", entendido como la política favorable a que el Estado asuma la defensa del Estado de bienestar mediante el estatismo y el intervencionismo. .
No sabemos si realmente el gobierno entrante cambiará el sistema, pero Trump no es un antisistema como se le ha denominado en los mass mierdas. A su favor cuenta con estudios universitarios en economía y una gran experiencia en los negocios. Pocos presidentes pueden presumir de estar tan preparados.
Por ahora el cabroncete de Donald (dicho sea sin ánimo de ofender) ya tiene lo que quería: manos libres para hacer lo que quiere.
Tratados de libre comercio rectificados o derogados, barreras arancelarias para asegurar la competitividad de los productos made in Usa en el mercado norteamericano, todo eso lo sabremos pronto. Por el momento son promesas hechas en campaña electoral y que han provocado algún susto en las Bolsas.
Eso ha sido un sobresalto injustificado, porque los proyectos del candidato electo incluyen una gran inversión pública, y no sólo en el cacareado muro fronterizo. El constructor afirmó en su primer discurso tras las elecciones que su objetivo es “reconstruir la nación“ y sus infraestructuras para que sean “las mejores del mundo“.
También es irracional e injustificado pensar que U.S.A. salga de la OTAN porque son sus principales inspiradores e interesados en el mantenimiento de esta estructura militar. Lo que quiere Trump es no tener que pagarlo todo del bolsillo de los norteamericanos, y por eso le llueven críticas - interesadas - desde Europa.
Frente a la intensa beligerancia demostrada por los demócratas en los últimos tiempos, Trump quiere guardar un equilibrio con Vladimir Putin, por quien siente un gran respeto. Otro cliché destruído, el del belicismo republicano, que no se sostiene más.
Como demuestran los resultados electorales, no todos creen que el nuevo Presidente sea más racista que sus predecesores. El amigo Donald aclaró ese erizado asunto en su primer discurso postelectoral haciendo hincapié en que será “el presidente de todos los norteamericanos“.
El libertario Gary Johnson ha obtenido su mejor resultado para ser tercer partido, por supuesto a enorme distancia de los dos grandes contrincantes. ¿Algo ha fallado en su programa? No: los libertarios han cuadruplicado anteriores resultados, pero el bipartidismo norteamericano es un bunker casi inexpugnable.
Nos quedaremos sin saber qué propuestas libertarias podrían funcionar en los U.S.A. y ser copiadas en el resto del mundo.
Seguro que Trump no se lanzará a los experimentos sociales como la legalización de la marihuana, que es mala cosa y lo dice alguien que ha fumado una cierta cantidad, suficiente para juzgar y no tanta como para haber perdido el criterio. También el tabaco es malo, qué duda cabe, y muchos no conseguimos quitárnoslo de encima.
Otra cosa es que combatir su consumo mediante instrumentos penales se demuestra inútil para evitar su cultivo y distribución. Una atención sociosanitaria adecuada es mucho más beneficiosa para la salud pública.
Quizás Trump quiera inmiscuirse en la legislación de los estados que han liberalizado el cannabis, pero de momento todo son conjeturas. Lo importante son sus reformas económicas, que es lo que dará de comer a los votantes de Trump y de la evanescente Hillary.