GUZMAN1

lunes, 20 de mayo de 2019

"Adiós señora alcaldesa, que me llevo el reloj y las pesas."




Ada Colau se coló en la alcaldía de Barcelona asumiendo la normativa creada por su antecesor, el convergente Xavier Trias. Las licencias de terrazas, restaurantes y pisos turísticos, los narcopisos y la infravivienda, han sido el blanco de su política municipal. La alcaldesa ha omitido tomar medidas contra el "top manta", la ocupación de pisos y la inseguridad, exonerando a la Guardia Urbana de su obligación de hacer cumplir la Ley.

De todas maneras, conforme al artículo 164 del Estatuto de Cataluña es la Generalitat la responsable de la planificación de la seguridad pública de Cataluña a través de las policías locales y Mossos d’Esquadra. Por eso la alcaldesa no es la única culpable de la actual inacción policial en determinadas materias, sino que lo serían también otros cargos políticos, dentro y fuera del Ayuntamiento.

Precisamente por dar instrucciones de no actuar a sus 17.000 Mossos d'Esquadra está en prisión otro pretendiente a la alcaldía de Barcelona, el candidato del PDeCAT Joaquim Forn. Como ex-conseller de Interior, se enfrenta a graves penas de cárcel por rebelión y malversación que podrían impedirle ejercer como alcalde o concejal.

Con 18 años de experiencia como edil en el Ayuntamiento, Forn encabeza la lista del partido independentista oficialista porque estar encarcelado no supone para él un inconveniente para "poner en marcha el proyecto de transformación que tengo para Barcelona".

Este proyecto transformador sin duda está al servicio de los planes de la actual Generalitat, que quiere controlar los demás organismos públicos para sabotear las iniciativas ajenas a la creación de su República. En cualquier caso, Forn es un mártir de la causa dispuesto al duelo con el Estado y eso le basta y le sobra para convencer a los que ya estaban convencidos de dar su voto al lazo amarillo.




El anciano Ernest Maragall, hermano del alcalde socialista Pasqual Maragall, es el candidato de Esquerra Republicana, cuyo éxito electoral en las generales puede repetirse en las municipales y atraer la mayoría de los votos indepes.

Para no perder la alcaldía, Colau prepara un pacto con los independentistas, a los que apoya públicamente. Sin embargo, la izquierda soberanista rechaza la estrategia de Colau de asimilar al votante independentista sin vincularse al movimiento. Los partidarios de la República no se tragan el marketing populista de la alcaldesa que tantas promesas y expectativas ha defraudado.

Disputándose con los socialistas los votos de izquierdas, los de Maragall dicen que el PSC es cómplice de la aplicación del artículo 155 y han vetado a Iceta para el Senado, haciendo exhibición de fuerza. Veremos el domingo si esta táctica electoral les hace ganar o perder la alcaldía, pero seguro que ERC tendrá fuerza en el Ayuntamiento para su estrategia de desgaste del constitucionalismo.





Ante este estado de cosas, aparece Manuel Valls con su currículum de ex-ministro del Interior de Francia y promete acabar con todo eso. Valls ha reivindicado sus orígenes catalanes y barceloneses y ha hecho lo posible por desmarcarse de Vox y otras formaciones que tienen su mismo punto de vista sobre la gestión de Colau y la carcoma independentista.

A pesar del apoyo explícito de Albert Rivera, el ex-primer ministro francés ha asegurado que se presentará a las elecciones municipales como "candidato independiente" y formando una "plataforma transversal" abierta a todos aquellos que coincidan con su ideario.

Poco sabemos de este prominente gabacho, qué tal lo hizo en Francia y cómo salió de su vida política allí. Quizás él sepa un poco más sobre la vida de los barceloneses y así se gane los privilegios de la alcaldía. Si no, quizás le veamos de concejal dando consejos al Ayuntamiento de cómo ponernos en vereda.






Collboni, el candidato del PSC, se disputa los votantes no nacionalistas con Valls, y los de izquierdas con Colau. Es el candidato del bipartidismo con más oportunidades, pero la ofensiva indepe le arrincona. El Partit dels Socialistes de Catalunya no es lo bastante catalanista para los populistas de JXCat, ERC y las CUP, que son los que detentan la vara de medir.

De momento le critican, cronómetro en mano, porque 7 segundos de un total de 28 es el tiempo que el PSC ha dedicado al catalán en su vídeo electoral para las municipales. Visto que la mayoría de las  personas que salen en el spot son castellanohablantes, los partidarios del monolingüismo catalanista acusan al candidato de despreciar "el idioma del país y de la ciudad que quiere gobernar".

Sólo por eso aumenta la estima por el candidato sociata, aunque sólo sería el continuador de una saga de alcaldes cuyo izquierdismo se reduce a gastar más en obras públicas como las de Trías y Colau que en esos servicios sociales de los que tanto presumen en campaña. Deducidos los porcentajes para el partido y sus cargos, como siempre.

El socialismo que tantos votos ha recibido en las generales podría obtener buenos resultados en estas municipales, que servirá para pactar con los demás el continuismo que llaman progresismo. Como todo va a depender de los pactos que surjan de las mayorías, votar alcalde en Barcelona no significa poder elegir. Mejores sorpresas nos darán las elecciones europeas.