GUZMAN1

miércoles, 11 de septiembre de 2019

"Dios te guarde de odioso señor y de compañía de traidor."



Hoy se celebra la tradicional Diada, en la que los catalanes probos expresan su lealtad a Cataluña, igual que pueden expresar su lealtad a toda España el cercano 12 de Octubre.

La palabra lealtad etimológicamente proviene del latín “legalis” y se traduce como respeto a la ley y las normas morales. La lealtad es un compromiso basado en las normas de fidelidad y honor.

Para no ser tachados de desleales, los indepes argumentan que ellos son leales a su propia causa y no al Estado. No hay mucha diferencia entre ser leal con un Estado y ser leal a un gobernante, siempre que éste sea fiel a su país y a su pueblo. Cuando no es así, la lealtad personal está reñida con la causa de sus paisanos.

Aunque la lealtad se suele identificar directamente con el patriotismo, la mera obediencia a quien gobierna la patria es la de un mercenario, que demuestra lealtad a quienes le abonan su paga. Un mercenario puede estar bien motivado por un sentido de profesionalismo, o estar obligado por contratos bien atados. En cambio un patriota puede sentirse motivado por sentimientos de fidelidad a su pueblo y a su causa, y una voluntad de sacrificio.

En "LEALES A QUIEN NO LO ES" ya examiné la naturaleza autárquica de la Corona, una institución que sobre el papel debe lealtad a la Constitución y a las leyes, pero que en realidad sólo sigue el capricho del monarca. Las Cortes, la judicatura y las Administraciones Públicas cumplen un papel auxiliar de sometimiento y obediencia, creando la apariencia de que el Rey no es quien determina sus decisiones sino la Ley. Como ejemplo, la sucesión del actual monarca no se sujetó a lo previsto en la Constitución, que exige que la abdicación esté aprobada por Ley Orgánica, por lo que Felipe VI recibió la Corona de forma tan ilegítima como su padre, que la heredó de Franco. Como ya comenté en entradas anteriores, nunca las Cortes han aprobado la Ley de Sucesión que la Carta Fundamental prevé y exige.

En España, la fidelidad a personas o causas que no son dignas de ella, puede dar lugar a que patriotas apoyen políticas que son inmorales y que benefician a algunos gobernantes perjudicando al pueblo. 

Bien hay que decir que eso mismo ocurriría con Rey que sin él, aunque si no existiera el indulto y la inviolabilidad muchas de las cosas que han ocurrido no serían impunes. Hoy por hoy, la partitocracia se conforma con su papel ornamental del poder monárquico, y las únicas voces que se alzan son las de los independentistas y alguno de Unidas Podemos.

Las críticas al Rey procedentes del nacionalismo catalán y vasco son la quintaesencia de la hipocresía porque los chanchullos de ambas oligarquías de los negocios con la monarquía son sobradamente conocidas, y lo que no han conseguido con el victimismo o la reivindicación tradicionalista lo han conseguido con el favor real. La izquierda independentista no puede ser culpada de dichos pecados y no pongo en duda su lealtad a la causa republicana.

Distinto es el caso del republicanismo de sociatas y podemitas, que lo sacan a relucir por exhibicionismo de unas ideas que nunca han llegado a practicar ni representar. Pura fachada para captar los votos de quienes creen que sin monarquía estaríamos mejor y sin sufrir algunos de los abusos de los que somos víctimas.

La derecha nunca ha tenido problema en reconocer su apoyo a la monarquía y su servil subordinación a sus designios. No dejan de tener razón en el hecho de que bajo ese sistema el país ha tenido más estabilidad y no ha caído en los errores y excesos de otros gobernantes plenipotenciarios, como los de la Segunda República. 

Con ese argumento se han sostenido en el poder deficientes que más usurpan que reinan. Su idea de reinar es dejar que el Gobierno haga lo que le parezca sin poner en peligro sus intereses. A los poderes establecidos les parece mejor un Rey leal a sus ambiciones particulares que un imprevisible Jefe de Estado nombrado por elección dentro de los candidatos que presentaría la partitocracia. Por lo menos siempre es el mismo trato.