Niños en la miseria abandonados;
mujeres siervas; viejos desvalidos,
pordioseros hambrientos y ateridos,
seres de todo bien desheredados.
Obreros al trabajo esclavizados;
legiones de inocentes oprimidos…
Todos los desdichados reunidos
se aprestan a luchar desesperados.
Sobre el mundo del oro que enloquece
ebrio de orgullos y placer maldito,
todos avanzan ya, su furia crece;
brilla en sus manos la incendiaria tea,
venganza piden con rugiente grito
y un resplandor de sangre los rodea.