Para curarme el esplín
los tomo más de una vez:
¡Rico vino es el Jerez!
¡Buena bebida es el Rhin!
Los dos, usados con calma,
dan, triunfando del dolor,
al cuerpo nuevo vigor,
nueva juventud al alma.
Y ambos, en igual porfía,
después de darnos solaz,
brindan al que duerme, paz,
y al que trabaja, alegría.
Hay quien con mala intención
ponerlos quisiera en guerra:
¿por qué? cada uno en su tierra
cumpla su grata misión.
Todo el que sabe beber
sabe también, cuando menos,
que mezclar dos vinos buenos
es echarlos a perder.
Y nunca olvidarse debe,
pues anda en libros escrito,
que es vino más exquisito
se enturbia cuando se mueve.
Queden, pues, quietos los dos,
y pasada la embriaguez,
bebamos Rhin y Jerez
en paz y en gracia de Dios.