GUZMAN1

lunes, 10 de marzo de 2014

ELOGIO DEL PASTELEO.





                    Érase un juez sustituyente,
de cierto estrellado delincuente.
Erraba a posta el fallo de sus resoluciones,
entre las risas de los demás cabrones.


Buscaba el justiciero el mejor modo
de procesar al gato Micifuz,
en aras a poder robarlo todo.
El nombre de ese Juez, dímelo tú.


Acosaba el sabueso al pobre gato,
retrasando la causa judicial
queriendo propiciar su asesinato
que era la forma de ponerle final.


Pasando por encima de la ley,
ordenaba diligencias al azar,
y acordándose de la Brey
buscaba pruebas donde no podían estar.



Ascender en su cargo y su salario,
a cambio de no ver lo evidente,
eran los treinta denarios
que le prometió el Presidente.


Perpetraba su labor con pesar hondo,
de todo su país tocando fondo.
Defraudando la toga y la decencia,
que al final tenía sólo en apariencia.