GUZMAN1

viernes, 9 de mayo de 2014

CALMA CHICHA.

A Rajoy lo han comparado con Humpty Dumpty, aquel personaje de Alicia en el País de las Maravillas caricaturizado como un huevo que vive subido a un muro, siempre a punto de caerse.

La canción tradicional inglesa, que esconde un acertijo, podría ser también un vaticinio:

"Humpty Dumpty sat on a wall
Humpty Dumpty had a great fall
All the king's horses and all the King's men
couldn't put Humpty Dumpty together again".





Así vemos muchos al PP en estos momentos de incertidumbre sobre su futuro electoral. El partido no hace precisamente honor a su nombre, por ser impopular debido a que sus dirigentes simplemente se sirven de esa estructura para sus propios fines y no los de sus votantes.

Los populares presumen de su candidato para Europa, tras una difícil selección en busca de uno que no chapotee en el lodazal de su partido. Y además uno que no les delate, porque saber, sabe muy bien todo respecto de cada uno de los altos cargos con los que se codea.

Mal que les pese a sus contrincantes, el dedo de Rajoy escogió bien al cabeza de lista. Lo que no se sabe es quiénes serán sus acompañantes en el Parlamento Europeo para representar a España, o para ir a la suya como me temo que harán algunos de sus contrincantes. 

Ya veremos qué es lo que le dicen a Arias Cañete y compañía cuando tengan que explicar a los eurodiputados esos espinosos asuntos de los que la prensa oficialista no nos informa. 

Joseph Goebbels, el Ministro de Propaganda del Tercer Reich alemán que dijo que supervisar la formación de la opinión pública es un derecho absoluto del Estado, sin duda fue un precursor de los actuales equipos de "comunicación" de los grandes partidos.

Como aquel nazi, nuestros autócratas piensan en la prensa "como un gran tablero en el que puede jugar el gobierno".


Para ejemplo un botón: ¿alguien sabe realmente si el paro sube o baja?. Según las estadísticas "oficiales" baja respecto del índice tal o cual, pero si leemos otro periódico nos dicen que va aumentando.

Hay que saber leer entre líneas. No será yo quien discuta que estemos en mejor dirección que con los socialistas, pero añadiría que también el PP está corrigiendo el rumbo de la primera parte de su legislatura. Hemos estado en caída libre hasta hace muy poco por falta de decisión en aplicar las recetas de las que los populares hablaban cuando eran oposición.

Hemos pasado de lo nefasto a lo mejorable. No haría falta decir más si la oposición tuviera la menor idea de cómo corregir este rumbo, pero no la tiene.

Las tácticas para desprestigiar al PP lo que hacen es delatar a los partidos que también practican la demagogia y la contrainformación como remedo de discurso ideológico.

Una parodia argumentativa que le va como anillo al dedo al socialismo, que disimula como puede su agotamiento político y ya no digamos ideológico.


En definitiva, solamente marketing en una campaña en la que van a gastar tanto como puedan sin los "ajustes" que a los demás "nos impone la coyuntura económica".




Los partidos emergentes van a usar internet y el boca a boca, porque la mayoría de los medios están a servir al poder. Y el código de silencio pretende ocultar a la opinión pública toda referencia a estas formaciones, creyendo que de ese modo nadie se interesará por alternativas más prometedoras que las actuales.

Tienen posibilidades porque ninguna encuesta puede predecir hasta qué punto el electorado se siente defraudado con los grandes partidos y en qué medida irá a votar.

Si quieres lo mismo, vota lo mismo. Eso es lo que se opina en la calle, y algunos nos preguntamos cuál podría ser el resultado de la fragmentación del voto y lo lejos que pueden llegar los pedazos.

Arias Cañete llama "sardinitas" a los aspirantes minoritarios, en un empacho de soberbia que no se corresponde con la prudencia. Se refiere sibilinamente a su rival VOX, el partido del cual Rajoy no quiere que se oiga hablar, apoyado secretamente por parte del Partido Popular y de sus bases.





El Manifiesto fundacional de VOX recalca su proyecto de renovación democrática en estos tiempos en que ya nadie confía en los políticos, y lo que es peor, en las instituciones. Los políticos de los grandes partidos no pueden dar lecciones de nada y la población desconfía del sistema constitucional porque no se cumple como debe ser.

"Conseguir la eficiencia del Estado para impulsar el crecimiento económico en beneficio de todos los ciudadanos" es otra de sus metas, y debería ser la primera en todos los partidos. Los que no se plantean este objetivo son realmente de temer dada la preocupante coyuntura.

Pero lo que puede mover votos a VOX es que defienden la inflexibilidad con ETA, a diferencia de los socialistas y populares que han gobernado muchos años mientras secretamente mantenían negociaciones colectivas con terroristas. Ahora los etarras ya no pueden ser interlocutores de nadie, porque el grupo debe desaparecer. Lo más que la Ley permite es conceder beneficios penitenciarios de forma individual a quienes cumplan los requisitos y puedan merecer esa confianza. Ni más ni menos que los demás presos.

Es bueno, aunque también lastimoso, que a estas alturas de nuestra democracia tengan que surgir opciones nuevas porque las viejas no sirven. En cierta manera, vivimos en momentos en que la gente 
votaría a quien fuese sin limitarse al bipartidismo que tanto daño hace y que ha malversado nuestro futuro.





El Partit Popular de Catalunya escenifica ante Convergencia y Unión un tira y afloja que en realidad es una oposición ficticia, una pantalla tras la cual se esconden negociaciones económicas, y no precisamente para invertir en beneficio público. La Ley, al margen.

Como decía Quevedo de las reivindicaciones de los catalanes de su tiempo, "no es por el fuero sino por el güevo". Aquí no se discute sobre la soberanía sino por el reparto de fondos públicos. El pillaje no tiene ese feo nombre si se hace discreta y educadamente.

Tener una "hoja de Ruta" es la manera que CiU ha encontrado para posponer indefinidamente su ambigua situación de sumisión desleal que les lleva a fingir que siguen una trayectoria coherente.

La única coherencia (que estaba en Unió Democrática de Catalunya) tropieza ante este doble juego. Tradicionalmente de centro, cuando Convergencia exalta el rupturismo, acaba en populismo. A quejarse mucho mientras dedican nuestra pasta a lo que quieren ellos y la descuentan de gastos sociales, como todos.




Independentistas o no, todos esperamos que este mal trago pase pronto y que la situación se decante hacia algo concreto.

Desde luego que uno preferiría cualquier cosa antes que estar entre dos gobiernos que pugnan por quién de los dos manda más sobre nosotros. Tener derecho a decidir, no lo tenemos los de a pie, ni lo vamos a tener en las materias que nos interesan, sino sólo en lo que se propongan los gobernantes que nos manejan.

Cuando reclamas a uno, la culpa del problema es del otro y las administraciones redirigen las quejas para eximirse de responsabilidades. En cierta manera todos somos soberanistas por querer un solo país antes que dos.


El rechazo a la ambigüedad es algo que pide una población cansada de medias verdades en un país que ya no cumple sus propias leyes por decisiones del poder central y por los muchas veces más poderosos legisladores autonómicos.

Artur Mas cree que los impedimentos a la consulta harán perder credibilidad a Esquerra Republicana, y que CiU seguirá pudiendo manejar la decepción programada del votante medio, al que suponen también medio tonto.

Y probablemente sea al revés. En las europeas lo veremos, pero los federalistas e independentistas de toda especie están formando alianzas para coordinar sus estrategias.

Esquerra Republicana, con mucha menos humildad de la que nos deben por cómo gestionaron Cataluña en el pasado, se creen capaces de poner en marcha un nuevo estado. 

A ver si se entera todo el que vive fuera. Este asunto no es sólo en Cataluña, afecta también a vascos y navarros desde siempre. Pero es que ahora se extiende a la Comunidad Valenciana y a Galicia donde ha gobernado preferentemente el Partido Popular, y a las Baleares.

Y si se hace un referéndum a petición de un grupo de catalanes, ningún gobierno podrá negarse a celebrarlo en las demás comunidades autónomas y en Ceuta y Melilla.





La réplica en Cataluña por el momento la está dando Ciudadanos, que enarbola la libertad lingüística que el Gobierno central no nos garantiza en serio por no saber pararles los pies a los virreyes de la Generalitat. En eso tampoco podemos esperar ayuda del Europarlamento porque no quiere mezclarse en política interna.


Por lo menos que alguien les diga allí que los que venimos de familias de fuera de Cataluña al parecer somos considerados inadaptados en una sociedad en la que proceder de gallegos, andaluces, murcianos o castellanos son peculiaridades que dicen que es mejor guardarse para sí mismo.

El idioma no debería ser objeto de control político, pero a eso hemos llegado en este territorio hiperregulado de forma centralista por una panda de "pixapins" barceloneses sin dos dedos de frente que provocan antipatía dentro y fuera de Cataluña.

Aquí se nos pide renunciar a parte de nuestra forma de ser, sin que eso ni siquiera pueda aprovechar a la cultura en Cataluña controlada y dirigida para igualarnos, por lo bajo, en el ceporrismo estandarizado, "limpio" de toda influencia foránea. Los que presumen de cosmopolitas dan pena cuando le dan tanta importancia a su pequeño mundo.

La actitud lastimera, el llamado victimismo inaugurado por Pujol, ha pasado a enseñar los dientes para demostrar quién manda aquí.


Pues con los nacionalistas y con los socialistas, es con quienes Rajoy dice estar dispuesto a pactar. Y es que no sabe ni lo que nos conviene, ni lo que le conviene, que es tener a VOX como aliado y no esos otros.

El pactismo está bien si es con gente de fiar. Si quiere que Arias Cañete no esté más solo que la una en Europa, que pacten con alguien que ayude al país al que van a representar.

Si es que Mariano Rajoy no se deja ayudar, y lo malo es que cuando hace algo mal sigue igual que si lo estuviera haciendo todo bien, sin hacer caso a nadie, sea o no de su partido. ¿Con quienes quiere sentarse, con los contrarios o con los afines? 

Sólo hay que ver las demás candidaturas y el panorama europeo para saber cuáles son las alternativas. Grupos que poco o nada tienen que ver ideológicamente con el PP, o que van a rivalizar con ellos por defender los intereses de sus respectivos países.

La coalición "Impulso Social" exhibe sin avergonzarse su posición claramente derechista y su euroescepticismo. Los grupos tradicionalistas que componen esa formación representan el movimiento cristiano que en Europa ya va desplazando a los neonazis. Para disgusto de los nostálgicos del totalitarismo de izquierda.


El socialismo de PSOE e Izquierda Unida no teme a la llamada "izquierda radical"sino que se sirve de ella para diseñar una estrategia conjunta reforzar su campaña con movilizaciones callejeras, muchas veces intimidatorias.

Al mejor estilo bolivariano, su anatema preferido es el "neoliberalismo", cosa con la que podría estar de acuerdo ya que tras años de duda y curiosidad todavía no sé qué rayos es eso exactamente. Lo que no quita que tampoco sepa cuál es la propuesta alternativa de los antisistema de boquilla, que lo que quieren es vivir amamantando del sistema.

Por si no tuviéramos ya bastantes chupasangres.