GUZMAN1

viernes, 20 de noviembre de 2015

JORGE LUIS BORGES: "AJEDREZ".



Hoy, para variar, una alegoría sirviéndome de un gran escritor, que una vez dijo: "Quizá haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones".

En esa línea, antes de la cita daré mi opinión de la política internacional, movida por la provocación y la injerencia. Por mucho que las cosas se vuelvan contra nosotros y a veces contra los que manejan los hilos, sigue habiendo gente que no entiende que en el pecado va la penitencia. Prefieren el juego retorcido aunque salgan perdiendo, y luego le echan la culpa a otro para evitar reconocerlo.

Yo me desentiendo y aunque lo veo mejor me callo. No se discute con Premios Nobel de la Paz, ni con el que los reparte, que tiene el país lleno de candidatos, según leo en las noticias.

Da la impresión de que cuanto más prohíben nuestras leyes políticamente correctas la incitación al odio, mejor fluye por las redes sociales y otros arroyos. No creo en absoluto que sea casual, sino conveniente a determinados fines: por ejemplo, cuanto más hablan los medios de la solidaridad con los inmigrantes y refugiados, más se sujetan o contrarrestan las emociones del público con los mensajes de animadversión hacia todo extranjero.

Eso de que haya mujeres convencidas de vestirse el velo no me parece terrorismo, aunque sin duda levanta temor ese público anonimato al que no estamos acostumbrados los occidentales.

Y se esconde del comentarismo político la razón de que millones de desplazados de todo el mundo vayan a pie o en cualquier medio de transporte hacia el único lugar seguro, que es precisamente la fuente de su desgracia. Occidente, por razones geopolíticas, por intereses económicos o armamentísticos o por reacción a sus adversarios, está en la génesis de los actuales conflictos internacionales. No hay motivo para pensar que quiera solucionarlos.



Lavrov, el ministro de exteriores ruso, después de afrontar lo de Ucrania y las sanciones impuestas a su país, ha recordado que sigue siendo árbitro indispensable de la nueva situación internacional. Además de tener todo el derecho del mundo a hacer frente a la plaga del Estado Islámico que derribó un avión de pasajeros ruso.

El fanatismo islámico siempre tuvo a Rusia en su punto de mira, que sufre su amenaza en toda la zona del Cáucaso. Irán, Irak y Siria harían mejor frente común con Rusia o con China que con las potencias de la OTAN. No obstante, el choque de civilizaciones acontece con cada uno de estos países y con los musulmanes neotradicionalistas, partidarios del modo de vida que les sugieren los telepredicadores islamistas desde los púlpitos de internet. A mí me recuerdan a las persecuciones instigadas por el bajo clero de la Europa medieval.

El mundo va fatal, aunque podría ir peor si lo dejan en manos de irresponsables como los que hay por aquí, que sólo piensan en la mordida (imitando a los que mandan más que ellos). Y encima siguiéndole el juego a terroristas nacionales con conexión extranjera (en clave, "agentes") fingiendo que nada es verdad ni mentira, como si fuera una diversión. Terrorismo nuclear, nada menos.

Como dicen otros con más gracia, fue "pa habernos matao", pero de verdad. Al que no tenga memoria no se lo voy a contar, pero en septiembre de 2.011 estuvimos a un pelo del cataclismo porque el flanco débil de la OTAN es el Sur de Europa. Una alerta fundada sobre un maletín nuclear pudo activar la temida respuesta a un ataque de origen desconocido: "destrucción mutua asegurada". La estrategia de "contención" fue y es la mejor cuando ya no sólo nos enfrentamos a misiles de procedencia determinada, sino a minas submarinas programadas mediante sensores o temporizador, o un torpedo de cabeza atómica con similares capacidades a las de un maremoto. 

La culpa no es del Ejército ni de sus mandos, sino de la clase de gentuza que toma el timón sin tener ni pajolera idea de lo que están haciendo. O peor aún, con la desfachatez de hacerlo sin disimulo, porque en tierra del olivo, en lugar de leyes hay caciques, dispensas, bulas o indultos.

No debería extrañar que la OTAN haya puesto a esta región "como zona fundamental" para la Alianza. España, como lanzadera entre U.S.A. y Europa hacia Oriente Próximo y África del Norte, es estratégica para misiones de policía internacional, además de ser objeto de vigilancia por sí misma.

Mejor que pensar, nuestros políticos se dejan llevar por cualquier charlatán de su cuerda, en el eterno juego de engañarnos aunque sea traicionándose a sí mismos, a los aliados y a la sociedad.




Ya que no con Corea del Norte, al menos ha concluído un acuerdo con Irán, país que desarrolló un programa nuclear secreto desde 1984. La comunidad internacional y el Organismo Internacional de la Energía Atómica han pedido en repetidas ocasiones a Irán más cooperación para descartar que estén produciendo o intentando producir ese tipo de armas. Los iraníes dicen que su programa es pacífico, pero saben perfectamente que la mejor garantía de no ser atacados es disponer de la bomba atómica, como logró su vecino Pakistán. Lo cual, a su vez, hace que otros países de la zona, como Arabia Saudí, hayan amenazado con adquirir armamento nuclear tan pronto como sospechen que Irán lo tenga.

Con lo de la primavera árabe, nuestros vecinos del norte de África no lo están pasando mucho mejor, salvo en Túnez que parece que salen del bache. La idea, no sabría decir de dónde salió, como es estilo de las maniobras de desestabilización que todas las potencias utilizan en el campo de juegos del resto del mundo.

Una "guerra permanente", tal y como  Orwell la describió en su novela futurista "1984", se libra esta vez contra contra un imprevisible enemigo en Oriente Medio y Próximo. Por un lado, Occidente, con Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Francia, unidos pero a la suya, y por otro, Rusia, como China, instrumentan y a la vez se protegen del islamismo radical.

El "yihadismo" nacido de las guerras de Afganistán e Irak, se ha extendido a Siria y ha crecido tanto que ya no son meros mercenarios controlables que se destruyan a sí mismos a la vez que a regímenes insumisos.

El aliado de todos y de ninguno que es Israel contempla preocupado cómo la llamada yihad en otros territorios ha dejado de servirle de motivo para distraer y legitimar su enfrentamiento contra los palestinos. Gaza y Hamas son posibles canteras del yihadismo internacional, y una contención del problema obligaría al Estado del pueblo hebreo a dejar de seguir la política existente de discriminación, engaño y represalia.

A veces se olvida que la regla "ojo por ojo y diente por diente" no es simplemente una excusa para la venganza indiscriminada sino un recordatorio de que, para ser justa, debe ser proporcionada. Si se quiere paz, y no vía libre para controlar más territorios.



En honor a la verdad, el doble juego no es exclusivo de los judíos que tanta fama cargan por ello. No lo digo para que no me acusen de antisemitismo, que me da igual, porque la animadversión recíproca que muchos de ellos y yo nos tenemos obedece a razones puramente personales. El jugar con dos barajas es una prerrogativa de los gobernantes mundiales de la que han abusado hasta un punto intolerable. Si las primeras potencias lo hacen con las demás, algún as en la manga debe guardarse todo gobernante.

Francia se negó durante años a secundar las sanciones a Irán, el paraíso chiíta enemigo del ISIS. Y lo ha pagado.

Los recientes atentados de París nos muestran cómo se siente uno al saberse potencial víctima del terror indiscriminado. Los "rebeldes" y "freedom fighters" en Siria son apelativos como aquél de "los chicos de la gasolina" en el País Vasco. Hasta que los tenemos encima y entonces cualquier nombre que les pongamos se queda corto. Por algo cuatro millones de sirios han escapado a los países limítrofes dejando atrás todo. Con ellos huyen también los descamisados que no tienen nada que perder, y entre toda esa multitud, los que no buscan refugio sino venganza.

Venganza a falta de victoria de un islamismo más nacionalista que religioso. La predicación brilla por su ausencia en la estrategia de amenaza y conquista que el ISIS disputa a Al-Qaeda. No hay una alternativa democrática mientras en un país no de den las condiciones de libertad y seguridad necesarias para votar sin coacciones ni temores. Ni aquí ni en Siria.

La verdad oficial que se difunde en los medios de comunicación está confundiendo no sólo al ciudadano medio. sino a los mismo cuerpos policiales y militares que deben enfrentarse al terrorismo. Y el pueblo empieza a estar perplejo ante la frivolidad con la que se trata un tema que durante años fue nuestra preocupación prioritaria según todas las encuestas.

La propaganda que se ha hecho para vestir de pluralismo el derrocamiento de El-Assad o, en su día, de Gaddafi, se contradice cuando los combatientes a los que Occidente ha sostenido ensayan sus técnicas de guerra iguales a las del régimen al que se enfrentan. O incluso peores ya que la impotencia en la batalla frente a frente la compensan con acciones terroristas fuera de sus fronteras, que les garantizan repercusión mediática y con ella nuevos voluntarios.

Los "lobos solitarios" son una parte del fenómeno, una desviación que no cambia el hecho de que más de una tercera parte de los combatientes de Estado Islámico no sean locales: asiáticos y africanos incorporan europeos, australianos y norteamericanos. Cuando el lavado de cerebro no funcione, DAESH se encargará de extirpar todo individualismo y de que solamente aquellos más fieles sean los que retornen para actuar entre nosotros. Su actividad de captación sólo busca seleccionar de entre nosotros a los adeptos al radicalismo más feroz contra minorías, etnias y corrientes religiosas que consideran heréticas o insumisas a la suya.

Sólo los violentos gozan hoy de cierta libertad y seguridad en Oriente Medio. Cuanta mayor publicidad obtengan, tras la tierra quemada traerán un Nuevo Orden ideológicamente fanático e integrista, refractario a colaborar con nuestro sistema socioeconómico y deseoso de derribarlo.

El Califato de Irak y Levante se autofinancia con todo tipo de formas de extorsión y usurpación de la recaudación de impuestos, venta de petróleo y de antigüedades (aquellas que se salvan de sus demoliciones y saqueos de museos), y es de suponer que también meterá mano al tema de las armas y los estupefacientes. Se calcula que en total puede reunir 800 millones de euros al año, pero la cifra podría ser del triple según otros, y según quiénes sean considerados miembros del ISIS o insurrectos de otros grupos.

Cabe pensar que es mejor no llevarse mal con nadie, porque las alianzas militares en las que se decide la suerte de nuestras cabezas, hay que hacer como que se cumplen sin que el Gobierno pueda desdeñar que meterse en una guerra puede hacerle perder unas elecciones. Ya estamos metidos en unas cuantas.

En la trucada negociación internacional, a falta de una política exterior coherente o unánime, tenemos hoy un ministro de Asuntos Exteriores que considera que su ámbito de actuación empieza y termina en las Comunidades Autónomas. En España, la cooperación con INTERPOL se ve dificultada por el hecho de que no se intercambia información sensible entre Interior y las policías autonómicas y municipales, que tampoco puede decirse que colaboren con el Ministerio de Justicia en el embargo y bloqueo de cuentas bancarias.

Todo eso presagia que el Gobierno pueda asumir poderes excepcionales, o incluso cederlos al Ejército para que la Guardia Civil asuma la política antiterrorista en el interior y en el extranjero.

Y la poesía, a renglón seguido:



En su grave rincón, los jugadores 
rigen las lentas piezas. El tablero 
los demora hasta el alba en su severo 
ámbito en que se odian dos colores. 

Adentro irradian mágicos rigores 
las formas: torre homérica, ligero 
caballo, armada reina, rey postrero, 
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido, 
cuando el tiempo los haya consumido, 
ciertamente no habrá cesado el rito. 

En el Oriente se encendió esta guerra 
cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra. 
Como el otro, este juego es infinito. 


II 

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada 
reina, torre directa y peón ladino 
sobre lo negro y blanco del camino 
buscan y libran su batalla armada. 

No saben que la mano señalada 
del jugador gobierna su destino, 
no saben que un rigor adamantino 
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero 
(la sentencia es de Omar) de otro tablero 
de negras noches y de blancos días. 

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. 
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza 
de polvo y tiempo y sueño y agonía?