GUZMAN1

viernes, 17 de febrero de 2017

"HIJO DE GATO CAZA RATÓN, HIJO DE PILLO SALE BRIBÓN".


Dijo Rajoy que a la Infanta le iría bien y la Fiscalía ha hecho posible la impunidad, una vez más y flagrantemente.

La palabra "majestad" en el diccionario de la Real Academia de la lengua española significa grandeza, superioridad y autoridad sobre otros. Otro significado de "majestad" es seriedad en las acciones, virtud que nunca tuvieron los antecesores del figurín cuya poca categoría avergüenza (aunque no mucho) al resto de monarquías de Europa.

Sin entrar en historias personales, he sido testigo durante toda mi vida de las afirmaciones que se han hecho sobre el Rey desde partidarios y detractores. Unos sin sentido crítico y otros simplemente sin sentido.

A mí me da igual que haya Rey, si fuese solamente un título nobiliario y la Corona una institución benéfica. Me conformaría incluso con que no fuese maléfica como lo son algunas fundaciones y entidades supralegales.

Pero es que no sabría decir si entre los objetivos de la monarquía hay alguno bondadoso. Por eso no entro a juzgar y me resisto a evaluar qué puede significar exactamente eso de que "el Rey reina, pero no gobierna". El libre arbitrio convertido en ley es el mayor oprobio de una ciudadanía respetable.

En lo que quiero centrarme es que si sus altezas y majestades se ganan tan bien la vida representando terceros intereses, no concuerda con que debamos pagarle para que pueda seguir haciéndolo. No digo que se vaya de España, como hizo su antepasado, ni que se les descabece, como a otros de sus parientes, ni que sean asaltados sus palacios con ímpetus asesinos, pero por lo menos que no se haga merecedor de tanta inquina como para que el republicanismo cerval crezca de forma abrumadora.

La alternativa republicana ha sido siempre bandera de los reventadores de la legalidad en nombre del idealismo, pero no agita conciencias sino que las secuestra. Si fuera libertad lo que venden ya habríamos comprado todos los boletos.

Según se mire, España es una república, coronada por una monarquía que nunca cumplió la función que se le supone. Protegerse del pueblo y no lo contrario es la labor del clan de ladrones que sólo sabe mandar de esa manera. 



El régimen político está haciéndonos pagar un precio insostenible, que tampoco va a poder sostenerles a ellos, tal y como lo han dejado. No es sólo la partitocracia la que tiene que preocuparse. Es todo el que quiere salvar los muebles, elegido, nombrado o en excedencia.

No dirán que no avisé cuando en este mismo blog, en la entrada "LEALES A QUIEN NO LO ES" (de 5 de enero de 2.014) ya hice constar el incumplimiento de las exigencias constitucionales de una Ley Orgánica reguladora de la Sucesión Real. Es innecesario reiterar ahora lo dicho, pero sí añadir que bajo el régimen rajoyano se ha amañado un endeble blindaje legal a la actual Monarquía "proclamada" sin previa habilitación legislativa.

Un resbalón y aquí ni se sabría quién manda, aunque quedaría al incontrolable arbitrio del emérito nombrar a la hija mayor igual que abdicó en Felipe VI, y luego pedirle a Rajoy decretar otra chapuza.




Por de pronto la Constitución previene en su artículo 59 que:

"1. Cuando el Rey fuere menor de edad, el padre o la madre del Rey y, en su defecto, el pariente mayor de edad más próximo a suceder en la Corona, según el orden establecido en la Constitución, entrará a ejercer inmediatamente la Regencia y la ejercerá durante el tiempo de la minoría de edad del Rey.

2. Si el Rey se inhabilitare para el ejercicio de su autoridad y la imposibilidad fuere reconocida por las Cortes Generales, entrará a ejercer inmediatamente la Regencia el Príncipe heredero de la Corona, si fuere mayor de edad. Si no lo fuere, se procederá de la manera prevista en el apartado anterior, hasta que el Príncipe heredero alcance la mayoría de edad.

3. Si no hubiere ninguna persona a quien corresponda la Regencia, ésta será nombrada por las Cortes Generales, y se compondrá de una, tres o cinco personas.

4. Para ejercer la Regencia es preciso ser español y mayor de edad.

5. La Regencia se ejercerá por mandato constitucional y siempre en nombre del Rey".

¿Quién podría el pueblo aceptar como Regente, ante la tesitura de ver proclamar a una niña como titular de la monocracia? Visto que el espíritu del republicanismo es, hoy por hoy, bastante volandero, no infunde suficiente confianza ciega como la del pueblo leal y temerario que admitiría incluso una Regencia colegiada de los Borbón. Lo permita la Constitución o se lo permitan estos avispados herederos.

Si realmente fuesen sólo informalidades no habría tanta impopularidad de la Corona por la repercusión de todo lo relacionado con Cristina & Urdangarín y toda la ristra de sucesores y su séquito.  Nunca se pensó en atar a la clase política al Estado de Derecho en su integridad, y menos a la Casa Real que siempre quiso estar por encima de los políticos, pero por lo demás a su mismo nivel delictivo.



El ejercicio de la tutela es constitucionalmente incompatible con el de todo cargo o representación política. Se supone que para evitar incompatibilidades, que no se me ocurren cuáles podrían concurrir en el oficio de reinar.

El eventual nombramiento de tutor del Rey o Reina menor corresponde a quién haya podido designar Felipe VI en su testamento, y si no, sería tutora Doña Letizia, mientras permaneciese viuda.

En su defecto, lo nombrarán las Cortes Generales, pero no podrán acumularse los cargos de Regente y de tutor sino en el padre, madre o ascendientes directos del Rey, lo que puede permitir regir España a la Preparada, que tal cualidad le reconoce la oligarquía gobernante.

Quien se siente en el trono real o regencial será quien quite y ponga al Jefe de la Casa, nombre del mayordomo principal que transmite las órdenes recibidas y las hace cumplir, en la tranquilidad de saberse protegido por la inmunidad que ampara todo el recinto.



El futuro de la monarquía no depende de nada más que del número de los que se arremolinan en torno a sus intereses económicos. Lo digo porque se puede perder hasta la apariencia y aún así pretender un estatus especial y una confianza, como si fuese justificada.

Exigir silencio será acorde con las reglas de un monarca, pero a cambio de no exigir respeto, además. Ni siquiera sabemos el verdadero patrimonio hereditario. El juicio de testamentaría, el procedimiento civil encaminado a cuantificar y dividir una herencia, no es apto para majestades.

El problema de citar como parte, en un proceso judicial, a los miembros de la Familia Real es que unos deben demandar a otros. Los Tribunales han decidido que no se pueden ejercer acciones civiles ni penales contra el titular de la inviolabilidad, y supongo que menos en el caso de ser menor de edad sometido a tutela.

En todo caso es el Rey o Reina el que podría demandar a los demás herederos, cosa innecesaria dado que el soberano hace y deshace lo que quiera, y se puede quedar con todo lo de los demás.

Lo lógico sería que lo de la Corona fuese un patrimonio separado de lo de cada miembro de la Real Familia. De hecho, un patrimonio nacional sujeto a su custodia, pero cualquiera que sea su naturaleza, distinto del de cada uno de los cada vez más numerosos herederos. Estos deberían tener sus propiedades a su nombre, de la forma transparente que dijeron que iba a ser norma de la casa. Igual que dijeron muchas cosas que su abolengo les exime de cumplir.

El rey en la sombra Juan Carlos I, por mediación de su novia Corina, ha representado en Rusia los intereses del Ibex-35 dejando de lado cualquier otra consideración. Para muestra, en 2012, cuando Vladímir Putin le condecoró con el Premio Estatal de la Federación Rusa por su labor humanitaria (debe ser la que hace por ahí fuera, porque lo que es aquí...).

De los negocios en China tiene quien cuida sus intereses, y en todas partes tiene a su plena disposición a los partidos mayoritarios, que para eso han estado siempre. Ya en 1978, el recién coronado Juan Carlos fue el primer monarca europeo que visitaba oficialmente la República Popular con la que estableció una relación de "socios estratégicos".


En fin, no es consejo para quien no lo necesita, porque nunca puede exigirse al Rey la benevolencia que se le presume, por imperativo constitucional, es decir, suyo.

Sin cuestionar si la presunción legal es o no justificada en el nuevo titular, se constata en general una carencia ética endémica de la Casa Real. Digan lo que digan los bienpagados. Por decir, dijo también Luc de Clapiers, un marqués de antes de la Revolución Francesa, que: "La señal infalible de un mal reinado es el exceso de elogios dirigidos al monarca."

"Las culpas del rey las paga la grey"esa es otra verdad del refranero que parecen desconocer quienes cantan sus alabanzas al recaudador hereditario, además de dejar que nos despoje el grupo de amigos que les rodea ya desde jóvenes y cuyo favor se reparten por turnos.

Si este no fuera un pueblo de pelagatos, no toleraríamos ni el abuso de un monarca, ni mucho menos los de sus compadres. El pilar del sistema, dice la cuadrilla de aspirantes a validos reales y conseguidores de su favor.

Las teorías políticas sobre los límites del poder son para todos los que lo detentan, y en todo el país cada alto cargo tiene unas alturas que ni presidentes de muchas repúblicas.

En mi opinión esa es una de las razones de que no se haya planteado desde 1.978 la ley de sucesión que se proyectó en el texto constitucional. No se ha refrendado, como tampoco se ha planteado "ser República", queriendo decir la misma forma de Estado, pero sin Rey.

Así que tampoco puede esperar uno mucho del "totum revolutum" republicanista, que constata contrasentidos pero escasa voluntad de corregirlosSi exigen lo mismo de todos los que abusan del poder, estaría encantado. Pero muchos de los que se dicen guardianes del legado republicano me parece que piensan más en poder sustituir al Expendedor de Indultos por una máquina. La podrían instalar en el Tribunal Supremo.