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lunes, 16 de octubre de 2017

PUIGDEMONT EXTRALIMITADO.



Puigdemont se va salvando de las consecuencias de sus declaraciones, aunque sea fallando a sus seguidores y a sus aliados de las CUP en fechas tan señaladas. Lluis Companys, cuya ejecución cumplió ayer 77 años, un 6 de octubre de 1.934 apareció en el balcón de la Generalitat para proclamar la República Catalana. Sin las evasivas del actual President, pero tampoco muy a las claras.

Vale la pena recordar cuáles fueron las palabras y la declaración en sí: "En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las facultades del Poder en Cataluña, proclama el Estado Catalán de la República Federal Española, y al establecer y fortificar la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en Cataluña el gobierno provisional de la República, que hallará en nuestro pueblo catalán el más generoso impulso de fraternidad en el común anhelo de edificar una República Federal libre y magnífica."

Como puede comprobarse, lo que declaró Companys fue "el Estado Catalán de la República Federal Española", o sea, un territorio federado a la República. Sin embargo, España no estaba estructurada de forma federal. Además de que, tras pronunciar el discurso Companys pidió al capitán general de Cataluña que se pusiera a sus órdenes "para servir a la República Federal que acabo de proclamar".

El general proclamó el estado de guerra, después de que el jefe de los Mozos de Escuadra le comunicara que sólo obedecía al presidente de la Generalitat.

Al anochecer aparecieron las primeras barricadas, se distribuyeron grupos armados por las calles y se preparó a los edificios oficiales para la resistencia. A las seis de la mañana del día 7, diez horas mas tarde de la proclamación, Companys comunicaba al general su rendición. Esa noche, el consejero de Gobernación Dencàs huyó del Palacio de la Generalitat por las alcantarillas.

La autonomía catalana fue suspendida indefinidamente y la Generalitat fue sustituida por un "Consejo de la Generalidad" designado por el Gobierno y con un presidente denominado gobernador general de Cataluña. Cuando en abril de 1935 se levantó el estado de guerra, algunas de las competencias de la Generalitat le fueron devueltas, pero no las de Orden Público.

Junts pel Sí no es federalista, o por lo menos no es eso lo que dicen. Pero toman como ejemplo a aquel President, al igual que citan también el referéndum de Québec de 1980.

Ha habido dos convocatorias electorales en Quebec sobre si esta provincia canadiense debía seguir un camino hacia la soberanía. Ambos fueron convocados por el Partido Quebequense, que aboga por la soberanía y asociación negociada con el Gobierno de Canadá.

Se planteó una Ley del Referéndum en los términos de la siguiente pregunta: "El Gobierno de Quebec ha hecho pública su propuesta de negociar un nuevo acuerdo con el resto del Canadá, basado en la igualdad de las naciones, que permitiría a Quebec adquirir el poder exclusivo de hacer sus leyes, imponer sus impuestos y establecer relaciones en el extranjero - en otras palabras, soberanía - y al mismo tiempo mantener con Canadá una asociación económica que incluya una moneda común, cualquier cambio en el estatus político resultante de estas negociaciones sólo será implementado con la aprobación popular a través de otro referéndum. dar al Gobierno de Quebec el mandato de negociar el acuerdo propuesto entre Quebec y Canadá?"

El referéndum a nivel provincial tuvo lugar el martes 20 de mayo de 1980, y la propuesta para perseguir la secesión fue derrotada por un margen de 59.56 por ciento a 40.44 por ciento.

El Partido Quebequense convocó un segundo referéndum de soberanía de 1995, que presentó una pregunta más directa. Ese referéndum fracasó con un margen inferior al 0,6%. El segundo referéndum proponía a los votantes si deseaban separarse de Canadá y convertirse en un Estado independiente, a través de esta pregunta:

"¿Está usted de acuerdo con que Québec llegue a ser soberano después de haber hecho una oferta formal a Canadá para una nueva asociación económica y política en el ámbito de aplicación del proyecto de ley sobre el futuro de Quebec y del acuerdo firmado el 12 de junio, 1995?."

El referéndum de 1995 difiere del primer referéndum realizado sobre la soberanía de Quebec de 1980 en que la pregunta propone negociar "la soberanía-asociación" con el gobierno de Canadá, mientras que en 1995 la pregunta propone negociar la "soberanía", junto con una oferta de asociación opcional con el resto de Canadá.

El segundo referéndum sobre la soberanía también fracasó, aunque con un margen muy estrecho: 50,58% a 49,42%.

El Tribunal Supremo canadiense había considerado que, aunque sus leyes no preveían la secesión, podía suceder que una amplia mayoría así lo decidiese, en cuyo caso se estaría a la voluntad popular. No es eso lo que ocurre en el referéndum catalán, en el que el "Sí a la independencia" solamente representa al 38% de la población, o sea, poco más de un tercio y no la mayoría.

Esto no parece importarles a esos que cacarean la palabra democracia cuando les conviene. Además, según sus propias leyes (recurridas ante el Tribunal Constitucional) quien debería declarar la República Catalana sería el Parlament, no el President, y sólo si se aprobase por mayoría.

No lo digo yo, todo ésto lo dijeron el socialista Iceta en el Parlament y el representante del PNV en el Congreso de los Diputados. 

En estas condiciones es normal que los indepes pidan un mediador internacional, a ver si es alguien que no sepa de qué va todo este montaje absurdo. Puigdemont carece de respaldo legítimo para declarar nada, ni siquiera el resultado favorable de un sufragio. Por eso pide diálogo, para obtener en reuniones reservadas lo que no obtiene en la actual pugna contra las instituciones españolas.

Duran i Lleida también duda sensatamente de que haya que meter a más gente en esta diatriba, en la que nadie quiere inmiscuirse.  Duran ha comentado que la declaración unilateral de independencia no debería ocurrir porque a su juicio “atenta contra legislación española, contra la Constitución; contra la catalana, es decir, contra el Estatut, y contra la legislación europea, y “la UE va a defenderse” ante este ataque. Aunque a él le gustaría que no se tuviera que aplicar el artículo 155 de la Constitución, no ve otro remedio debido a que por parte del Estado y de la Generalitat no ha existido un diálogo previo que él cree que aún podría producirse.