GUZMAN1

martes, 30 de octubre de 2018

BOLSONARO, ORDEN Y PROGRESO.


La corrupción de Lula Da Silva y Dilma Rousseff ha desembocado en la caída de su Partido de los Trabajadores en las elecciones que ha ganado el candidato Jair Bolsonaro.

Los éxitos iniciales de Lula en la gestión económica de Brasil quedaron desbaratados por la desastrosa política de su sucesora Rousseff. Los brasileños han dicho basta y han optado por un giro a la derecha liberal del exmilitar Bolsonaro.

Las polémicas declaraciones públicas del nuevo Presidente, que le han valido tres condenas judiciales, han hecho que sus oponentes le hayan tachado de ultraderechista y otros calificativos. Cierto que ha pronunciado frases que sugieren una ideología racista, sexista y simpatizante con la pasada dictadura, pero sus antecesores en el cargo tampoco han ejercido de verdaderos demócratas ni su igualitarismo ha corregido los problemas sociales brasileños.

Todo esto ha hecho que el pueblo haya escogido esta opción a la búsqueda de un cambio largo tiempo esperado. Quince años de corrupción de la izquierda han desencantado al pueblo brasileño, que ahora ha escogido la seguridad que ofrece el nuevo hombre fuerte del país.

El próximo presidente de Brasil salió del anonimato tras unas declaraciones en las que afirmaba que los militares cobraban muy poco y que le valieron represalias. Una vez en la política, no destacó entre la opinión pública hasta hace poco.

El pasado septiembre, Bolsonaro fue apuñalado durante un acto político aunque pudo ser operado con éxito. Los demás candidatos presidenciales suspendieron sus actos electorales y manifestaron su repudio a los hechos. No obstante, la campaña del odio hacia el candidato fue también causa del atentado, y todo indica que esta propaganda va a continuar durante su legislatura. Por su propio bien, Bolsonaro debería frenar su acerada lengua en lo sucesivo.