GUZMAN1

domingo, 28 de octubre de 2018

"DE TAL COLMENA, TAL ENJAMBRE".


Carolina Bescansa he tenido sus más y sus menos con Pablo Iglesias. Tras las primarias de Podemos Galicia, en las que ganó el candidato promovido por Iglesias, la cofundadora del partido ha declarado que piensa abandonar la política institucional.

Tan pronto concluya su tarea en las comisiones parlamentarias en las que actualmente participa (sobre la presunta financiación irregular del Partido Popular y sobre la reforma del sistema electoral), Bescansa tiene intención de volver a su plaza de profesora en la Universidad Cumplutense de Madrid, aunque continuará inscrita en Podemos.

Podemos maniobra donde antes lo hacían los nacionalistas periféricos y parece que en confluencia con ellos. Es una formación de ámbito nacional, pero su estrategia pasa por arraigarse en cada autonomía y plantar allí sus filiales. En las comunidades donde hay independentismo, Podemos va en concordancia.

No se sabe si las Mareas gallegas exigirán su referéndum, como en Cataluña, y provocarán también nuevos temblores en el reparto del Fondo de Liquidez Autonómica. La elaboración de los Presupuestos tendrá que pactarse con estos socios, o sea, que en sus manos va a estar el dinero que el Estado nos arranque.



Dentro del populismo catalán surgieron tres coaliciones en 2015 para las elecciones generales, autonómicas y municipales: "En Comú Podem-Guanyem el Canvi", "Catalunya Sí que es Pot" (Cataluña Sí se Puede)​, y "Barcelona en Comú", las tres formadas por la sección de Podemos en Cataluña, Iniciativa per Catalunya Verds, Esquerra Unida i Alternativa y Equo.

En Comú Podem planteó tener grupo parlamentario propio con los escaños que obtuvo en las generales, como si sus planteamientos fueran diferentes de los de la formación de Pablo Iglesias. Dos años después se truncó la relación entre ambos partidos, principalmente por la posición de los "comunes" ante el soberanismo catalán.

Los barceloneses de En Comú y Podem deberán aclarar los términos de su futura colaboración con los madrileños. Todos coinciden en que la Constitución ha sido superada por la voluntad popular favorable al separatismo. No hay radical que se precie que defienda la integridad territorial española, y ahora ha salido el separatismo castizo y chulapo para codearse con la periferia.

Por si fuera poco, entre todas estas siglas han surgido quienes proponen el independentismo como señal de democracia, y en medio de este sinsentido ha nacido otra formación política, "Catalunya en Comú", que tiene de todo menos sentido común.


Al menos estos no salen de la trastienda del PP, de donde proceden algunos de quienes concibieron "Podemos" antes que el propio Pablo Iglesias. Un ejemplo de estos activistas es el camaleónico Jorge Verstrynge, salido en su día de las filas populares, en donde también participaba en la agitación política al servicio del partido.


Se habla de "confederación" cuando existe alguna asociación, mancomunidad o alianza permanente de Estados que conservan su soberanía y se rigen por determinadas leyes comunes. La nota predominante es la autonomía de los estados confederados respecto a un poder central limitado, mientras que las federaciones ceden parte de sus competencias en favor de un poder central más fuerte.

Los podemitas son partidarios de estas opciones para sustituir al sistema de Comunidades Autónomas. Aunque es parejo a un orden federal, les da igual acabar con el autonomismo porque ha pasado de moda.

Cuando se trata de ser la sempiterna bisagra catalana, y de dinerito, el madrileño Iglesias vende su "plurinacionalismo" por todas las comunidades autónomas. No importa que esa definición sea calcada de la Constitución de Bolivia, que por cierto ha tenido conflictos territoriales internos por estas disparatadas decisiones.

Sin embargo, en Podemos hay un fuerte autoritarismo de la directiva, lo que va en contra de la descentralización del mismo partido y de su política general.


Todos los vaivenes podemitas facilitarían que Izquierda Unida recupere protagonismo en el chiringuito del omnipotente Pablo Iglesias. La formación excomunista tiene un componente internacionalista favorable, por un lado, a los movimientos de autodeterminación, pero por otro lado, firme defensor de la unificación ideológica por encima de fronteras.

El coordinador federal de IU, Alberto Garzón se ha mostrado a favor de profundizar en la confluencia política con otras fuerzas de izquierda pese a la diversidad ideológica. A su juicio, la fragmentación de la izquierda favorece a sus oponentes, por lo que corresponde a las organizaciones locales llevar la iniciativa en las negociaciones, tanto con Podemos como con otras plataformas sociales.

De este modo, Izquierda Unida podría liderar la suma de otras fuerzas de izquierda al bloque de Podemos, mucho mejor que Pablo Iglesias, cuyo mando es criticado por su tendencia monolítica. Para ello. Garzón puede verse enfrentado a la dirección de Podemos, que contempla el protagonismo de las nuevas corrientes como desviaciones individualistas que socavan la coalición.