La Señora Política
tenía
un Perrillo faldero, y un gato zalamero, a los que acariciaba todo el día. Por razones que ignoro hasta la fecha, cambia de domicilio y busca en el exilio una senda de luz menos estrecha. Al compañero Gato dijo el Perro antes de la partida: -Nuestra suerte está unida a la que tenga el ama en el destierro. El Gato le contesta: -Yo no puedo seguirla, caro amigo, porque en verdad te digo que soy fiel a la Casa. Aquí me quedo. El mismo cuento exactamente pasa en cuestiones morales donde hay Perros leales y Gatos que se quedan en su casa. ¿Cambia Doña Política de puesto? El Perro no la deja y con ella se aleja; pero el Gato es leal al Presupuesto. |