Las imágenes del furgón policial de la Guardia Urbana de Barcelona ardiendo han impactado sobre todo en el colectivo de los ertzainas, porque su cuerpo policial tiene ocho agentes heridos de diversa gravedad en los años 90 por ataques incendiarios contra los vehículos que ocupaban. Vemos en Cataluña una imitación de las conductas de la kale borroka, no protestas espontáneas.
La Ertzaintza sufrió infinidad de ataques incendiarios en la peor época de la violencia callejera convertida en terrorismo. Ese terrorismo de baja intensidad de los que llamaban "los chicos de la gasolina" tiene una finalidad grave: la muerte o los daños a los agentes de policía. Desde entonces, a los antidisturbios de la Ertzaintza se les dota de trajes ignífugos.
Vox está dando ejemplo de lo que pocos hicieron en el País Vasco en casi todos los lugares donde las cloacas de la izquierda, sus partidos y sindicatos, organizan el "pim-pam-púm" a ver si le abren la cabeza a alguien, como a aquél policía que protegía la Comisaría de la Vía Layetana y recibió el impacto de un rodamiento metálico lanzado por un tirachinas modificado, que le atravesó el casco. En ese momento el agente perdió el conocimiento y tuvo que ser evacuado con traumatismo craneoencefálico, una fractura en la base del cráneo que le afecta a dos vértebras y le ha dejado serias secuelas.
283 agentes lesionados tras la resolución de la sentencia del 1-O, 264 coches policiales dañados y 660 incendios contabilizados en Barcelona. Los ataques contra los participantes en los mítines de Vox, grabadas en vídeos que rápidamente se hacen virales en las redes sociales, se unen a las imágenes de aficionados futbolísticos sin respetar las medidas de seguridad frente al Covid-19 y todos provocando altercados, quemando contenedores, causando daños en mobiliarios y coches, e incluso atacando a la Policía con botellas o sillas de las terrazas de los bares de la zona.
La resistencia contra estos delitos es prácticamente imposible sin abundantes recursos policiales, ya que es fácil convocar por SMS o redes sociales una protesta y una contraprotesta que van a terminar con consecuencias violentas si una minoría quiere y es consentida y arropada por los de su bando.
El cubano José Martí escribió “Asesino alevoso, ingrato a Dios y enemigo de los hombres, es el que, so pretexto de dirigir a las generaciones nuevas, les enseña un cúmulo aislado y absoluto de doctrinas, y les predica al oído, antes que la dulce plática de amor, el evangelio bárbaro del odio.”
Pero mientras la gente pacífica no consiga imponerse a los violentos, la calle sigue siendo de los guerrilleros urbanos del independentismo, que han adoptado como suyo el conocido como Black Bloc, el manual de los grupos antisistema europeos que recoge las principales tácticas de resistencia y enfrentamiento con los antidisturbios.
El Black Bloc, un documento ampliamente extendido entre los movimientos anarquistas y antisistema de toda Europa, enseña al activista, entre otras cosas, el equipamiento básico (la indumentaria de acción) más apropiada para participar en una jornada de dura refriega con la policía. Las páginas de Black Bloc instruyen sobre cada detalle sobre los agentes, “su forma de organización, las diferentes formaciones policiales que utilizan - como la formación en guardia doble para capturar líderes y evacuar heridos o desmontar barricadas-, y el material con el que hacen las cargas policiales como escopetas de pelotas y de gas”.
El Black Bloc no deja de ser un manual para la guerrilla urbana. Recomienda formar grupos de entre 4 o 5 personas, nunca de una forma jerarquizada, aunque sí con un delegado que establezca objetivos comunes, e instruye sobre cómo rehuir “un enfrentamiento frontal con los agentes antidisturbios”. “Cuando los UIPS se repliegan en equipos más pequeños (equipos operativos), cuando marcan su perímetro de seguridad y tienen que recargar las pistolas de pelotas, en ese momento hay que atacar”, asegura el manual. “El número de manifestantes activos debe ser de 2 o 3 por cada policía y si nos tenemos que enfrentar a un grupo operativo de 50 efectivos debemos ser entre 100 y 150 porque menos sería un error”, añade.
Las tácticas empleadas son puramente militares y enseña cómo atacar los objetivos, cómo arrojar a la policía cócteles molotov a 130 grados para derretir su traje o “lanzar cohetes a los helicópteros”, una práctica que resulta altamente peligrosa, ya que de ser alcanzada la hélice de una de las aeronaves esta puede terminar estrellándose, como intentaron en Barcelona.
El Black Bloc también adiestra al activista sobre cómo escapar tras cometer los disturbios y altercados, utilizando el Metro. Y cómo fabricar las barricadas: “Es muy efectivo volcar los contenedores de botellas, así se proporciona munición a decenas de manifestantes durante una hora”. Para lanzar cócteles molotov lo más fácil es “utilizar una botella de cristal de medio litro, llenar tres cuartas partes con gasolina, cerrar bien la botella y atar una tira de trapo en el cuello del recipiente”, refleja el manual.
La quema de vehículos, una táctica operativa que ya se ha registrado estos días convulsos en Barcelona, también tiene su capítulo aparte en el manual de instrucciones. “Se realiza para retrasar el avance de la policía aunque solo lo recomendamos en caso de extremo peligro para los activistas”. Black Bloc aconseja “cruzar coches entre varios manifestantes (mínimo 4 o 5) agarrar el coche por uno de los extremos y levantar”.
La vestimenta del activista está perfectamente diseñada. “La capucha es indispensable para protegerse, hay que llevar varias camisetas de diferente color y una bufanda mojada con vinagre o Coca-Cola para evitar el ardor que provoca el gas lacrimógeno. También se recomienda utilizar guantes resistentes al calor para devolver los botes de humo a la policía. Se desaconseja la franela o similares, ya que la transpiración potencia el efecto del gas”.
Black Bloc muestra a los activistas cómo defenderse de los golpes de los antidisturbios y la forma de comportarse ante una detención policial. “Una vez caído al suelo es conveniente adquirir la postura fetal con el lado izquierdo más cerca del suelo para proteger el bazo, porque un golpe en el bazo puede producir una hemorragia interna que puede matar”. Por supuesto, “nunca testificar ante la policía y saber que ante un registro existe el derecho de estar presente”.
ETA llamaba fascista a toda la gente que quería matar. Era suficiente trabajar para Interior o Defensa para matar. La organización antifa más importante de España ha sido ETA, cuya violencia copia la extrema izquierda.
Podemos y la izquierda usan la violencia contra VOX para que la gente evite ir a sitios donde le pueden tirar piedras. Si hay un partido que no puede hacer campaña electoral con normalidad, la democracia no es tal, porque son muchos más los que no van.
El sistema de partidos no solamente aísla a Vox e incluso promueve su persecución y la de sus militantes y simpatizantes, lapidados en ocasiones con el visto bueno de las autoridades. No tiran piedras solo contra VOX, sino contra los ciudadanos corrientes que quieren recuperar el país que tenían y dejar atrás las consecuencias del bipartidismo.
No existe un lugar de Madrid en el que VOX no tenga derecho a hacer campaña, lo intolerable es que un partido simpatice con los violentos y desquiciados. Hay zonas en las que sólo la izquierda puede hacer campaña electoral. Es intolerable que el Ministerio del Interior de Marlaska y la Delegación de Gobierno deje que los reventadores de un acto se acerquen a tiro de piedra de los intervinientes en el mitin.
La policía es el último recurso de un gobierno para garantizar la seguridad ciudadana; si no se le dan recursos y cae, ya no quedan más defensas ciudadanas. Da la sensación de que se está enviando a la policía sin recursos, sin medios, sin táctica y sin número suficiente de efectivos.
En el trabajo policial hay una parte de imprevisibilidad y de intervenciones que por su naturaleza pueden conllevar peligros inherentes al desempeño del trabajo. Comisiones Obreras identifica algunos riesgos asociados al oficio de policía como accidentes de tráfico. atropellos, caídas, agresiones físicas, heridas por arma blanca o de fuego y blancas, contagio biológico, pinchazos, cortes, ruido, exposición a agentes químicos, estrés, ansiedad, depresión, acoso laboral y muchos otros riesgos profesionales.
En mayor o menor medida, existe riesgo psicosocial en cualquier empleo, y la Ley de Prevención de Riesgos Laborales establece la obligatoriedad de eliminar los riesgos y si no es posible, evaluarlos para minimizarlos.
El trabajo policial implica la alternancia de períodos de gran intensidad y de mucha actividad, con otros de cierta calma, pero al contrario de lo que pudiera parecer, estos momentos de menor intensidad no conllevan mayor relajación, ya que la persona se encuentra en un estado omnipresente de alerta, a la espera siempre de lo que pueda suceder. Esta situación unida al propio desempeño de la actividad, al enfrentamiento con los problemas de otras personas, con los comportamientos agresivos o violentos, con situaciones de alta intensidad emocional, pueden desencadenar estados de fatiga.
La Ley del Estatuto Básico del Empleado Público, establece la necesidad de negociar con la representación de los trabajadores y trabajadores, en materia de horarios, turnos, festivos, días de descanso, etc. Existen evidencias científicas en las que se pone de manifiesto que trabajar de noche y por turnos, tiene consecuencias dañinas para la salud de las personas provocando además la disminución de la concentración, por lo que puede aumentar la probabilidad de sufrir accidentes.
El hecho de realizar el trabajo bajo la exigencia de un ritmo muy elevado, bien por la escasez de personal, o por tener que realizar excesiva cantidad de servicios, aumenta exponencialmente el riesgo de estrés. El estrés postraumático es la materialización de un daño que se ha producido y requiere asistencia psicológica y apoyo de compañeros y mandos.
Los colectivos policiales son los que presentan una mayor tasa de suicidio. Desde 2006 hasta 2017, se contabilizaban 127 suicidios en la Guardia Civil, aunque es una tragedia oculta que desde 1982 suma 478 fallecidos y en el mismo periodo de 2006 a 2017, se han producido 90 suicidios en la Policía Nacional, muchos de ellos haciendo uso de armas de fuego. En la actualidad hay diversos estudios que ponen en relación la posesión de armas con el riesgo de suicidio en diversos Cuerpos de policía.
El riesgo biológico es el originado por la exposición laboral a microorganismos contra los que se deben adoptar medidas de protección individual como el uso de mascarillas o guantes. El REAL DECRETO 773/1997 define como «equipo de protección individual» cualquier equipo destinado a ser llevado o sujetado por el trabajador para que le proteja de uno o varios riesgos que puedan amenazar su seguridad o su salud, así como cualquier complemento o accesorio destinado a tal fin. En esta definición se excluyen los equipos de protección individual específicos de los militares, de los policías y de los servicios de mantenimiento del orden. Por ejemplo, los chalecos antibalas.
Los trabajadores de servicios de protección y seguridad han sido identificados como colectivo vulnerable al accidente laboral de tráfico. El trabajo como policía puede requerir el uso de vehículos tales como motocicletas, bicicletas, furgonetas y vehículos de cuatro ruedas. La carga mental surge del ritmo de trabajo diario, el nivel de atención por el tráfico de la ciudad sumado a la atención a lo que ocurre en la calle y a los ciudadanos, la fatiga mental o cansancio, la fatiga visual por los esfuerzos de fijación continuados y que todos se ven aumentados si el horario de trabajo es nocturno. Si a todo esto le sumamos el uso de emisoras o teléfonos móviles necesarios durante el servicio, la carga mental y el riesgo de tener un accidente aumenta. Realizar una conducción defensiva es conducir de tal manera que se eviten accidentes a pesar de los comportamientos o actos incorrectos que puedan cometer otros conductores o se puedan encontrar en la vía, como carreteras en mal estado o mala señalización.
El ruido afecta a los procesos de comunicación, altera la percepción de los estímulos externos e interfiere en la percepción de señales de alarma, capacidades ésta que son tan necesarias para la actividad policial y que pueden actuar como factor de riesgo en la producción de accidentes. Pero además, la exposición continuada a ruido en función del número de decibelios y de las horas de exposición puede ocasionar sordera.
Por último, la conciliación de la vida laboral y familiar se hace más complicada. El desempeño del trabajo como policía día a día va desgastando por tener que presenciar actos violentos y delictivos con la obligación de intervenir y la constante presencia de una ciudadanía y una clase política que actúan como espectadores y como jueces, y exigen una respuesta impecable en toda situación.
Y el propio Ministro del Interior está abusando del cargo para represaliar a agentes y mandos, a la espera de que la Justicia tenga las manos libres para castigarle a él. El único con poder suficiente para defender a policías es de los que prefiere sancionarlos por excederse en la fuerza sin considerar que se puede llegar a situaciones de vida o muerte, y defenderse es el instinto que los mantiene vivos.
No le tire, policía;
no lo mate, no;
¿no ve
que tiene la misma cara
que tiene usted?
corre roto,
sin zapatos.
¿No lo ve?
corre tal vez
con una honradez tan seria
que corre en busca del juez....
Acérquese, policía,
pero guardando el fusil.
Acérquese.
¿No lo ve?
se parece a usted,
y a mí...
Mírelo bien.
Huye de la tierra y siempre
se va con ella al partir...
Acérquese... No le hiera
ni con el ojo
su dril...
Mire sus pies ...
Mírelo bien ...
Policía, no le tire.
Fíjese
que corre como la sed...