El 13 de septiembre de 1974, ETA colocó una bomba en la cafetería Rolando de la madrileña calle Correo, cercana a la Dirección General de Seguridad (DGS). El atentado costó la vida a doce personas e hirió a otras 71. Dos muertos y once heridos eran funcionarios del Cuerpo de Policía. La cafetería era frecuentada asiduamente por miembros de dicho cuerpo. Por aquellas fechas, el semanario Cambio 16, en su número 150, publicó el siguiente párrafo, nunca desmentido: «Fuentes relacionadas con la DGS confirmaron los rumores según los cuales días antes del atentado se habían dictado normas a los funcionarios policiales en el sentido de que se abstuvieran de pararse junto a las fachadas del edificio, y de que tratasen de no circular ante la puerta principal y no frecuentasen la cafetería Rolando.»
ETA sigue sin ayudar al esclarecimiento de decenas de asesinatos, pese a que en su último boletín asume atentados no reivindicados hasta ahora. Frente a la cifra de 850 crímenes que le atribuyen Interior y las asociaciones de víctimas, ETA reconoce haber cometido 758 y 2.606 "acciones", entre las que incluye atentados que no había reconocido, como el de la cafetería Rolando de la calle del Correo de Madrid.
El atentado de Hipercor fue perpetrado por la organización terrorista ETA en 1987 en un centro comercial ubicado en la avenida Meridiana de Barcelona. Fue el mayor atentado de la historia de la banda terrorista en la capital catalana, causando la muerte de 21 personas y heridas a otras 45.
El atentado se realizó con un coche bomba cargado con 30 kg de amonal, cien litros de gasolina, escamas de jabón y pegamento hasta sumar 200 kg de carga explosiva. Los miembros del Comando "Barcelona" Josefa Ernaga, Domingo Troitiño y Rafael Caride Simón depositaron el explosivo en el maletero de un Ford Sierra robado que aparcaron en el estacionamiento del hipermercado. Según declararon los autores tras ser detenidos, la elección del objetivo se hizo por creer que Hipercor era una empresa de capital francés.
ETA explicó en un comunicado posterior que había avisado previamente de la colocación de la bomba y que la policía no desalojó el local. Según quedó probado en el juicio, Troitiño realizó tres llamadas de aviso desde una cabina telefónica, dirigidas a la Guardia Urbana de Barcelona, a la administración del propio establecimiento y al diario Avui. La información era confusa porque no explicaba que el explosivo estaba en un coche y señalaba la hora de la explosión para las 15:30 horas (dando un margen de entre cinco y quince minutos desde las llamadas), 38 minutos antes de la hora real.
La búsqueda fue realizada por el personal de la empresa de seguridad que custodiaba el edificio con ayuda de la Policía y la Guardia Urbana y, al no ser encontrado ningún paquete sospechoso y sobrepasarse la hora señalada para la explosión, la dirección de Hipercor y las fuerzas policiales no consideraron necesario el desalojo del local. En aquella época, según informó La Vanguardia, se recibían una veintena de avisos falsos de bomba, siendo doce ese día.
A las 16:10 horas actuó el temporizador que activaba los explosivos, ocasionando una enorme explosión que voló por los aires la primera planta del garaje, y provocando un socavón de 5 metros de diámetro en el suelo del establecimiento por el que penetró una bola de fuego que abrasó a todas las personas que encontró a su paso. La mezcla explosiva tuvo efectos similares a los del napalm, pegándose a los cuerpos y elevando la temperatura hasta los 3.000 grados centígrados. Además, los gases tóxicos producidos, provocaron la asfixia de otras personas no afectadas por el fuego. Algunos de los fallecidos (la mayoría de los cuales eran mujeres y niños), quedaron completamente carbonizados.
La banda terrorista afirma que fue "el mayor error y desgracia" de su acción armada, pero culpa de su brutalidad a "los responsables policiales y gubernamentales" que "tomaron la decisión de no desalojar el edificio". De hecho, el Estado fue condenado por negligencia. La conmoción del atentado de Hipercor, del que ETA ya hizo autocrítica, puso los cimientos de su final y marcó su decadencia. De 1978 a 1987, el año de Hipercor, asesinó a 497 personas; de 1988 a 1997, 196, un 60% menos.
El último boletín Zutabe fue difundido un mes antes de que ETA anunciara “el desmantelamiento total del conjunto de sus estructuras” y “el final de su trayectoria y su actividad política”, y seis largos años después de declarar el cese definitivo del terrorismo. En él, pone cifras a casi 50 años de acción armada y admite 758 personas asesinadas, un centenar menos de la estadística oficial que le atribuye 854 víctimas mortales.
La banda terrorista rechaza la autoría de "falsos atentados" como el "incendio del hotel Corona de Aragón", con 83 muertos en 1979 que, le achacan las asociaciones de víctimas AVT y Covite y asegura que imputan a ETA acciones cometidas por otras organizaciones armadas, o bien producto de la guerra sucia".
ETA reconoce 2.606 "acciones armadas", dos más que en su día no reivindicó: el asesinato de tres personas en Tolosa (Guipúzcoa) en 1981, "al confundirlas con policías", y la citada explosión en una cafetería de la calle del Correo de Madrid en la que perdieron la vida 13 personas, contando a un inspector de policía que murió casi tres años después a consecuencia de las secuelas.
En las cinco décadas de actividad violenta ETA asume la declaración de reconocimiento del daño causado y "la responsabilidad directa que ha adquirido en este dolor" y manifiesta que "nada de todo ello debió producirse jamás o que no debió prolongarse tanto en el tiempo".
En aquel comunicado pidió perdón por sus actos, aunque solo a una parte de las víctimas, a las que definió como “ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad en el conflicto”. También mostró “respeto a los muertos y las víctimas” que causó, pero sin aclarar a cuántas de ellas excluía de su petición de perdón.
Respecto a los secuestros que califica de "motivación económica" llevados a cabo en la década de los noventa, admite que "se convirtieron en el centro de una fuerte confrontación" y alega que los de los empresarios José María Aldaya (342 días) y Cosme Delclaux (232) "se prolongaron tanto por las dificultades técnicas y operativas provocadas por la presión policial".
En su último boletín ETA señala que en 2001 "se realizaron tres intentos de atentado contra el presidente del Gobierno, José María Aznar, con la utilización de un misil mientras estaba en vuelo". Previamente, en 1995, ya intentaron matarlo.
El 26 de mayo de 1979, un atentado de los GRAPO en la cafetería California 47 (Madrid) acabó con la vida de 9 camareros y clientes y causó lesiones a otros 56. El comando lo había tomado por un local frecuentado por militantes de Fuerza Nueva, pero no era verdad: simplemente solían poner un puesto fuera de California 47. Los únicos damnificados fueron quienes trabajaban o merendaban en el establecimiento. Asustados por la dimensión de la masacre, los GRAPO negaron su responsabilidad.
En tal sentido se manifestaron Alfonso Rodríguez García, presunto autor material del hecho; José María Sánchez Casas, Juan Manuel Pérez Hernández y Mercedes Herranz Arcones. Durante el interrogatorio, éstos atribuyeron los hechos a «los fascistas» para sembrar la confusión y el terror como en otros sucesos análogos ocurridos en Italia y Alemania.
La compañía Renfe ha sufrido 80 atentados con bomba de la banda terrorista ETA en sus líneas férreas o instalaciones desde 1969. A esa cifra hay que sumar decenas de ataques con artefactos incendiarios provocados por grupos radicales que apoyan a la banda armada y que han ocasionado cuantiosas pérdidas económicas.
El primer golpe de ETA contra la vía férrea fue en 1961, cuando intentó descarrilar un tren de excombatientes que iban a San Sebastián para el 18 de Julio.
El primer atentado con explosivos contra instalaciones de Renfe no se produjo hasta el 8 de abril de 1969 en Zegama (Guipúzcoa). Pero la primera bomba fuera de Euskadi no llegó hasta el 9 de noviembre de 1982, en el tramo Bilbao-Castellón, a su paso por la localidad riojana de Agoncillo. Fue desactivada.
ETA cometió dos atentados con bomba el 29 de julio de 1979 en las estaciones ferroviarias madrileñas de Atocha, donde murieron cinco personas, y Chamartín, donde falleció otra.
El 16 de octubre de 1988 ETA colocó varias cargas explosivas en la vía entre Alsasua y Legazpia. Una de estas bombas mató a un ertzaina.
Por otra parte, ETA intentó colocar un coche bomba en un ferry de la línea Valencia-Palma en el verano del 2000.
Testigos presenciales aseguraron a Efe que dos desconocidos arrojaron papeletas de pequeño tamaño en distintas calles de la Parte Vieja como Narrika y Fermín Calbetón de San Sebastián la tarde anterior al 11M. En los pasquines se lee textualmente: "1-14 de marzo. Los intereses españoles en el punto de mira. ¡¡¡Sabotea la Renfe!!!. Espaniari ez! (No a España)".
Diez bombas estallaron el 11M en cuatro trenes de cercanías, dos no, y otra se encontró horas después en una Comisaría de Vallecas. Cuando el responsable de los TEDAX de Madrid –máximo experto en explosivos de la Capital- llega a la Estación de Atocha y observa los destrozos en los vagones afectados cree que en ellos estalló un explosivo militar; sin embargo, todo cambió poco después. Al analizarse la bomba de la mochila de Vallecas se llegó a la conclusión de que en los trenes estalló el mismo explosivo –GOMA2 ECO- que se encontró en ella. La Goma de Mina Conchita siempre aparece fuera de los trenes, en una mochila que nadie vio en los trenes, en una furgoneta Kangoo, en Leganés, en otro supuesto y malogrado intento de atentado. Con seguridad siempre fuera de los trenes.
Antes de la masacre ETA quiso y no pudo atentar en dos ocasiones en el Corredor del Henares. En la Navidad del 2003 con una bomba en un tren que se dirigía a la Estación de Chamartín, y meses después con dos furgonetas que la Guardia Civil neutralizó en Cañaveras en la madrugada del 29 de febrero de 2004.
No fueron pocos los que dudaron del Gobierno de Aznar respecto a los dos intentos de atentados etarras que les he reseñado. Recuerden las palabras de Juan Carlos Rodríguez Ibarra: “Los ciudadanos están empezando a pensar que estamos en una mentira... Es la primera vez que en la sociedad española se discute sobre la acción policial frente a un comando... Hay que decir que aunque hubiera nieve, la furgoneta (conducida por un terrorista) llegó a Cuenca; la única que llegó, pero llegó, y aunque un etarra que iba delante se cayó y se lesionó un poco el cuello, cuando lo cogieron al tipo, que no estaba fichado, dijo que era de ETA. Todo esto hay que decírselo a los ciudadanos porque han llegado a pensar que era todo una mentira".
Fernando Savater publicó en el diario El PAÍS el 12 de marzo del 2004, que ETA había perpetrado la masacre: “Veo la masacre por fin cumplida, la masacre que se venía buscando desde Navidades por lo menos, los kilos de explosivos que esta vez no pudieron ser interceptados: ahora ya no quedan dudas. Las había cuando se frustró el atentado de Chamartín: no faltó quien me dijera que probablemente la propia policía había puesto la maleta asesina en el tren para retirarla espectacularmente luego. Las hubo también cuando se interceptó la furgoneta cargada con quinientos kilos de dinamita, porque al sr. Azcárraga y a algún otro político no menos brillante le chocaba que los terroristas hubieran llegado tan lejos por carreteras nevadas para ser detenidos precisamente en plena campaña electoral”.
En el libro "11 DE MARZO, PACTO DE SILENCIO", el periodista Javier Oyarzabal y el Tedax Jesus Moreno Pinillos apuntaban a la banda terrorista ETA como responsable. Tres años después con una serie de pruebas de las que se ha comprobado su falsedad y la sospecha de la implicación de miembros de las Fuerzas de Seguridad en la manipulación de las mismas, las grandes interrogantes sobre esta autoría siguen abiertas. En este libro, sus autores reúnen y desgranas uno a uno todos los indicios de la posible implicación de ETA en los atentados y su participación como parte activa.
Como escribió ese gran periodista que fue Javier Oyarzabal: “Ningún crimen es perfecto y siempre ha algún hilillo del que tirar...primer minuto de la primera lección de criminología”. El 4 de abril de 2010 aparece incomprensiblemente muerto el periodista Javier Oyarzábal (seudónimo de Enrique Muro San Martín), coautor de “11 de marzo, Pacto de silencio”.
La información que obtuvo el periodista Fernando Múgica Fuentes, por la que fue amenazado con ser asesinado para que no la difundiera, en síntesis, es la siguiente:
1.- El Partido Popular llevó adelante un inocuo falso atentado etarra el 11M, con la finalidad de obtener réditos electorales.
2.- El PSOE conocía lo que pretendía el PP y, a su vez, tenía preparado un supermisil electoral que pulverizaría al PP.
3.- Por encima de ambos partidos corrompidos sobrevolaba la inteligencia norteamericana, que solapó, al falso atentado inocuo del PP, un atentado brutal para consumo interno de la política norteamericana, porque pensaban que no saldrían políticamente vivos de Irak (del Irak de finales de 2003, inicios 2004).
«…Un grupo X2 diseñó una masacre y convenció a los imbéciles del grupo X1 de que sólo iban a participar en una trampa… …los diseñadores de la masacre convencieran a [los 2] distintos subgrupos [X1] de que participaban en [2] trampas diferentes…» [Los 2 subgrupos X1: PP y PSOE]
4.- El PP y el PSOE, para ocultar sus propias corruptelas, destruyeron las pruebas de los asesinatos (pues se autodescubrirían) y las sustituyeron con pruebas falsas.
5.- Las personas condenadas por el 11M ,y por Nova (véase mirbal2004int.pdf PÁGINA 37 en adelante) son inocentes de esos delitos.
Frente a los políticos corrompidos del PP y PSOE, [ y con el interés norteamericano en que ETA no difundiera su información sobre el 11M ] ETA ha tenido una fuerza impositiva insalvable.
Parece ser que Fernando Múgica estba pensándose escribir una novela explicándolo todo, según explica en una entrevista de 2015:
Ahora tiene entre manos otro proyecto en solitario: una novela histórica donde resida el trasfondo del atentado y su veracidad político-estratégica. “Me están tentando para hacerla, pero sé que si me meto en esta historia, voy a sufrir. Y sufrir voluntariamente es jodido. Yo dediqué cuatro años de mi vida a la investigación del 11-M. Enteros. Día y noche. Sábados y domingos. Cuatro años. Viajando miles de kilómetros, hablando con miles de personas. Y me costó personalmente muchas cosas: un matrimonio, que todo el periódico me dejara prácticamente de hablar, el desprecio de mis compañeros de tantos años… creyeron que estaba loco, que estaba mintiendo. No me preocupa. Lo cuento con dolor, pero no me preocupa”. Se detiene a pensar unos segundos. Toma aire y continúa: “Esto no es el evangelio San Mateo. Me ha costado mi propia vida. Ha sido una putada de un calibre… y me he preguntado muchas veces, ¿merecía la pena?”. “Pero es una causa noble”, le aliento yo. “Es una causa inútil”, sentencia.
El periodista se desliza los dedos entre el pelo canoso, apoyando la frente en la palma de la mano. Está cansado. Súbitamente, y por primera vez desde el inicio de la conversación, parecen coincidir su edad real y su edad física.
–Mi argumentación fue “por qué los llamados culpables no pueden serlo”. A partir de ahí trabajé. Pero ahora sé quiénes son. Por eso es el momento de escribir.
–¿Cuál será la reacción de la gente al saberlo?
–Se quedarán, primero, decepcionados. La verdad siempre es decepcionante. Luego, escépticos. Recuerda esto, porque será así".
Al año siguiente publicó "A tumba abierta: el testigo clave del 11-M: "Quiero contarlo todo antes de que me maten" (La Esfera de los Libros S.L.),
Con dos bombas que jamás estallarían se quiso acusar a Aznar de gestionar falsos y fallidos atentados de ETA en dos trenes de Cercanías tres días antes de las elecciones generales. Es una hipótesis pausible, pero los autores de los crímenes fueron los que, conociendo este plan, colocaron las diez bombas de verdad.
En el registro efectuado el 25 de marzo de 2004 en el local de la calle Virgen del Coro número 11 de Madrid, que era utilizado como centro de trabajo por Mohannad Almallah, funcionarios de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) hallaron un temporizador 'ST'. Esa clase de temporizadores, según la información facilitada por el Ministerio del Interior al Congreso de los Diputados, es una de las que habitualmente usa la banda terrorista ETA.
En el acta que firmaron los citados funcionarios de la UCIE, que está incluida en el sumario del 11-M, puede leerse: "En la planta baja, una habitación llena de hierros y chatarra, encontrándose un temporizador ST 17 MEC 24 H INT/160 y diverso material que se precinta como cajas número 8 y 9". Incomprensiblemente, cuando se produjo el desprecinto de dichas cajas (que se llevó a efecto el 28 de abril de 2004), la descripción del mismo objeto por parte de los funcionarios policiales fue mucho menos precisa: "Caja pequeña en que se lee 'temporizador': un temporizador sin marca del que salen tres cables".
Ni en el primer documento ni en el segundo se dice nada más sobre ese hallazgo ciertamente importante, ya que tanto la detención de Mohannad Almallah como el registro de su lugar de trabajo y de su domicilio estaban relacionados directamente con los atentados terroristas perpetrados el 11-M.
La denominación ST suele aplicarse a un tipo de temporizador que habitualmente utiliza ETA. Por ejemplo, en el registro del piso alquilado por el 'comando Txirrita' de ETA, los agentes del Gedex (Grupo Especial de Desactivación de Explosivos) de la Guardia Civil encontraron 21 temporizadores ST. En su respuesta a las preguntas realizadas por la diputada del PP Alicia Castro al Gobierno sobre el 11-M, el Ministerio del Interior informó de que, entre los temporizadores usados por la banda ETA, se encuentran los denominados ST.
De manera inexplicable, en el sumario no aparecen más menciones al temporizador localizado en el local de Mohannad Almallah. Tampoco se relaciona en ningún momento dicho objeto con las investigaciones llevadas a cabo por la Comisaría General de Información. Ni, por supuesto, con nada que pueda relacionarlo con la banda ETA.
Aunque en su auto de procesamiento el juez Juan Del Olmo ha imputado a Mohannad Almallah por integración en banda terrorista, su definitivo envío a prisión se retrasó hasta un año después de producirse la masacre. Mohannad Almallah decidió afiliarse al PSOE, partido con el que hizo propaganda en la campaña de las elecciones europeas y al que permaneció afiliado hasta el mes de marzo de 2005, fecha en la que EL MUNDO hizo pública su militancia, tras ser detenido de nuevo por orden de Del Olmo en relación a los atentados de los trenes.
La ex mujer de Mohannad Almallah denunció a la Policía las actividades como islamista radical de su marido en febrero de 2003. A partir de entonces, agentes de la Brigada Provincial de Información siguieron sus movimientos y las reuniones que, con fines proselitistas y de captación, se celebraban precisamente en el local de la calle de Virgen del Coro. Por allí acudieron personajes tan relevantes en la trama islamista relacionada con el 11-M como Moutaz Almallah (hermano de Mohannad y actualmente detenido en Londres); Serhane Fakhet, 'El Tunecino'; Mohamed, 'El Egipcio'; Amer Azizi; Mustapha Maymouni e, incluso, Jamal Ahmidan, 'El Chino'.
La ex mujer de Mohannad Almallah, declarada testigo protegido por Del Olmo, no sólo dio información a la Policía sobre las actividades de proselitismo, sino que proporcionó a los agentes algunas de las cintas donde aparece Bin Laden y otras en las que puede verse diversos campos de entrenamiento en Afganistán. Incluso dijo a la Policía que su marido quería atentar contra las torres KIO en Madrid.
Es decir, que, al menos desde febrero de 2003, el local de Virgen del Coro estuvo controlado por agentes de la Brigada Provincial de Información de Madrid. En el piso superior de dicho local, en el que Mohannad Almallah empleaba parte de su tiempo reparando lavadoras sin mucho éxito, según el testimonio de su ex mujer, estuvieron viviendo durante un tiempo Basel Ghalyoum y Fouad Morabit, imputados también por Del Olmo en el 11-M como integrantes en banda terrorista.
Curiosamente, en el mismo registro en el que la Policía encontró el temporizador ST también se localizó un documento de notificación del Decanato de Juzgados de Madrid a nombre de Maussili Kalaji, el policía de origen sirio que liberó en una tienda de su propiedad los teléfonos presuntamente utilizados por los terroristas en el atentado del 11-M.
Por otra parte, agentes de la UCIE, que seguían una investigación paralela a la que llevaba a cabo la Brigada Provincial de Información, siguieron a Morabit hasta Gijón y presenciaron una reunión de éste con el argelino Rabia Gaya que tuvo lugar el 27 de marzo de 2003. Gaya es un conocido militante socialista de dicha localidad y también estrecho colaborador del dirigente de dicho partido y agente del CNI Fernando Huarte, quien, a su vez, mantuvo diversos contactos con el islamista Abdelkrim Benesmail, brazo derecho de Allekema Lamari en la cárcel de Villabona.
El 2 de abril se encontró una bolsa de plástico con 12 kilos de Goma-2 ECO y 136 metros de cable eléctrico, conectado a un detonador, fueron hallados por un operario de Renfe sobre las 11.00 en las vías del AVE Madrid-Sevilla, entre los municipios toledanos de Mocejón y Villaseca de la Sagra. El artefacto tenía un detonador conectado a un cable de más de cien metros de longitud preparado para conectar a una pila de "petaca" que se llevó el terrorista cuando fue sorprendido, según explicó en juicio la Guardia Civil. El artefacto no tenía metralla ni teléfono móvil, ya que su activación era manual a tiempo real, según pasaba el AVE para hacerlo descarrilar.
El 6 de marzo de 2005, el diario El Mundo publicó una información que comenzaba con el siguiente párrafo:
“Un director de cine tiene registrado desde 1997 un guion que hoy se disputan varias productoras y que describe un atentado con Goma 2 en la estación de Atocha, con 47 muertos y cuya autoría se atribuye en un principio a ETA”.
Que en 1997 se registrara un guion de una futura película en la que ETA atentaba en la Estación de Atocha y que el gobierno acusara a ETA antes de culpar a islamistas, lo que siete años después ocurrió, puede responder a una enorme casualidad, pero lo que ya es demasiado, incluso para un guionista, es que en el guion que registró más de siete años antes estuviera también un atentado etarra en una Navidad. “Las referencias a la Navidad -e, implícitamente a la Nochebuena, ya que se habla del día en que las víctimas venían a reunirse con sus familias- presentes en el guion de X.L.F. hacen recordar otra hazaña terrorista, aunque en aquella ocasión en grado de tentativa: la intención de ETA de haber volado el tren Irún-Madrid a su llegada a la estación de Chamartín, en la Nochebuena de 2003. Un atentado felizmente frustrado por la policía, que detuvo en San Sebastián y Hernani, respectivamente, a los etarras Garikoitz Arruarte y Gorka Loran, que ya habían introducido en el tren Intercity 20 kilos de explosivos y que pretendían introducir otros 28.
«Los terroristas planeaban una macabra actuación el día de Nochebuena, a una hora de gran afluencia de viajeros en Chamartín, llena de personas que van a celebrar la Nochebuena con sus familias», dijo el entonces ministro del Interior, Ángel Acebes. También en el guion de esta historia se habla de gente que viaja a Madrid en tren para pasar la Nochebuena, y también se habla de ETA.
«Imagínate lo que pensé el día que me enteré de lo de ETA en Chamartín, y el día que oí lo del atentado en Atocha, fue bastante fuerte», recuerda X.L.F., que aún guarda en la memoria el momento en que se reunió con sus amigos y les dijo conmocionado: «¡Pero si eso lo tengo escrito yo en un guion para una película!»".
No solo nos informaron de que ETA intentó atentar, también en el Corredor del Henares y en la Navidad de 2003, en un tren que llegó a la Estación de Chamartín. Meses después nos contaron que se evitó otro atentado de ETA, también en el Corredor del Henares, gracias a que la Guardia Civil neutralizó en Cañaveras en la madrugada del 29 de febrero de 2004 dos furgonetas con los explosivos que los etarras trasladaban a Madrid entrando por Alcalá de Henares.
Por tanto, fueron dos los intentos de atentados etarras que las fuerzas de Seguridad del Estado neutralizaron pocos meses antes del 11-M. Y antes de la masacre ya habían acusado al Gobierno de Aznar de inventarse intentos de atentados etarras en el Corredor del Henares.
En 2001, cinco años después de haber escrito la historia y tres antes del horror del 11-M, a X.L.F. le falló el disco duro de su ordenador y todos los archivos que su propietario tenía guardados se volatilizaron en el aire, incluido el guion protagonista de esta historia.
Su autor se dirigió al Registro de la Propiedad Intelectual de Barcelona para solicitar una copia del mismo «por ser un bien preciado para mí», tal y como escribió entonces en el impreso de petición. Todo siguió su curso normal, hasta el día en que a X. le llamaron diciendo que ya podía pasar a recoger su copia. Cuando la tuvo entre sus manos, se quedó estupefacto. Las 94 páginas del relato habían sido subrayadas por una mano desconocida. El acceso a los archivos del Registro de la Propiedad Intelectual está restringido a los propios autores de las obras y a los jueces que lo consideren necesario en el curso de una instrucción.
En cualquier caso, ¿cómo explicarnos que el juez instructor no investigara todo lo que rodea a un guion en el que más de siete años antes se escribió gran parte de lo que sufrimos el segundo jueves de marzo de 2004? No solo lo que sufrimos, muy especialmente, lo que sirvió para acusar al Gobierno de inventarse atentados de ETA después de que se impidiera una matanza etarra en un tren que llegó en una Navidad a la estación de Chamartín.
El diario El Mundo probó documentalmente la existencia y el registro del guion que adelantó parte de lo que ocurrió el 11-M. No podemos dudar de que se escribiera y se registrara siete años antes.