GUZMAN1

domingo, 11 de septiembre de 2022

"LAS TORRES", de José María Eguren.


Brunas lejanías...

Batallan las torres

presentando

siluetas enormes.


Áureas lejanas...

Las torres monarcas

se confunden

en sus iras llamas.


Rojas lejanías...

Se hieren las torres;

purpurados

se oyen sus clamores.


Negras lejanías...

Horas cenicientas

se oscurecen,

¡ay!, las torres muertas.



Un ataque de falsa bandera es una acción hostil encubierta orquestada por sus propios autores buscando atribuir a otras personas la autoría de la agresión con el objetivo de iniciar un conflicto u obtener un rédito político.

El concepto false flag apareció por primera vez en el Oxford English Dictionary en 1569. Sin embargo, su uso se extendió varios siglos más tarde en el mundo naval. Al inicio, la falsa bandera aludía a cuando los piratas enarbolaban la de otros barcos para poder acercarse a sus objetivos y atacarlos. Esta artimaña se difundió en el mundo militar y fue aceptada por las leyes marítimas internacionales. La única condición era que el buque atacante izara su enseña nacional justo antes de emprender su ofensiva.

Sin embargo, la clandestinidad de estas operaciones ha provocado suspicacias y acusaciones. La falta de pruebas y la contradicción de los testimonios impidieron demostrar con certeza las causas de la explosión del acorazado Maine en Cuba en 1898, gracias a la cual Estados Unidos inició su guerra contra España por la independencia de la entonces colonia.

Con todo, los ataques de falsa bandera se hicieron más evidentes en el siglo XX. La mayoría sirvió para justificar una ofensiva militar previa a la Segunda Guerra Mundial. En septiembre de 1931, un grupo de militares japoneses voló una parte de la vía de ferrocarril que estaban construyendo en la localidad china de Mukden, ubicada en la zona de ocupación nipona de Manchuria. Japón culpó a China por la supuesta agresión y comenzó su invasión de la región. 

En agosto de 1939, oficiales nazis vestidos con uniformes del Ejército de Polonia atacaron una emisora de radio en el municipio polaco de Gleiwitz, en la frontera con Alemania, y amenazaron con ir a la guerra contra Hitler. Aquel incidente sirvió como pretexto al Tercer Reich para iniciar su invasión.

Dos meses después, artilleros soviéticos dispararon contra el pueblo ruso de Mainila y responsabilizaron a Finlandia del ataque. Así comenzó la guerra de Invierno entre la URSS y los finlandeses. De este modo, las operaciones de falsa bandera se mostraron como un instrumento útil para la guerra. 

Algo parecido sucedería con la operación Gladio. Este nombre hace referencia a las actividades secretas supuestamente respaldadas por la CIA y la OTAN para desacreditar a los comunistas en Italia. Estas acciones abarcaron el atentado de Piazza Fontana en 1969, la matanza de Bolonia en 1980 y, especialmente, el secuestro y asesinato en 1978 del ex primer ministro Aldo Moro, atribuido a las Brigadas Rojas.

En otros casos, se ha usado el concepto de teorías de la conspiración para ocultar ataques de falsa bandera, como la del Gobierno de Estados Unidos en los atentados del 11 de septiembre de 2001.

El FBI sigue con las investigaciones para desentrañar qué es lo que pasó realmente en aquel ataque a las Torres Gemelas, unas pesquisas que siguen adelante y sobre las que las familias de los fallecidos, a través de sus abogados, siguen pidiendo información de manera continua.

Y, precisamente en uno de esos registros, es donde Estados Unidos ha cometido un error: revelar de manera involuntaria que Fahad al-Thumairy, un clérigo radical que sirvió como imán de la mezquita del Rey Fahd en Los Ángeles y Omar al-Bayoumi, un sospechoso habitual de las fuerzas norteamericanas, habrían ayudado a Mussaed Ahmed al-Jarrah, un funcionario de nivel medio del ministerio de Exteriores de Arabia Saudí, asignado a la embajada de su país en Washington DC entre el año 1999 y el 2000. Se trataría del tercer hombre relacionado con esa parte de la investigación en relación al 11-S, de quien las autoridades norteamericanas y el FBI sospechan que tiene información relacionada con el atentado que nunca se ha llegado a ver la luz.

El gobierno saudí ha negado tajantemente en varias ocasiones ningún tipo de implicación y, es más, se autoproclama con un aliado básico de Estados Unidos contra el terrorismo.

Los atentados del 11 de septiembre de 2001, también conocidos comúnmente por los numerónimos 11S en español y 9/11 en inglés, fueron presuntamente una serie de cuatro ataques terroristas suicidas cometidos en los Estados Unidos en la mañana del martes 11 de septiembre de 2001.

Esa mañana, cuatro aviones comerciales se estrellaron. El vuelo 11 de American Airlines contra la Torre Norte del complejo World Trade Center en el Bajo Manhattan de la ciudad de Nueva York a las 8:46 a. m. Diecisiete minutos después, a las 9:03 a. m., la Torre Sur del World Trade Center fue golpeada por el vuelo 175 de United Airlines. Ambas torres de 110 pisos se derrumbaron en una hora y cuarenta y dos minutos, lo que llevó al colapso de las otras estructuras del World Trade Center, incluido el 7 World Trade Center, y dañó significativamente los edificios circundantes.

Un tercer vuelo, el vuelo 77 de American Airlines, que había despegado del Aeropuerto Internacional de Dulles, secuestrado sobre Ohio, fue estrellado a las 9:37 a. m. contra el lado oeste del Pentágono. El cuarto y último avión presuntamente secuestrado fue el vuelo 93 de United Airlines que se estrelló en un campo cerca de Shanksville, Pensilvania, a las 10:03 a. m. Lo cierto es que el alcalde del lugar y sus habitantes negaron la existencia de restos de un avión.

Los aviones de NY fueron controlados por control remoto, mediante un sistema llamado Cyclops. Hay un chip de computadora en la nariz del avión que permite el control militar en tierra, para desactivar el control del avión por parte del piloto y controlarlo y conducirlo directamente hacia esas torres. Es una tecnología usada en lo que se llama el Global Hawk, un avión a control remoto.

Las baterías automáticas antimisiles del Pentágono no reaccionaron ante la irrupción de una aeronave en el espacio aéreo prohibido. Esto puede tener dos explicaciones: estaban desconectadas dejando así el edificio sin defensa o se les administró un código amigo. Existe, en efecto, un código de reconocimiento que permite que los helicópteros del secretario de Defensa y del Estado Mayor puedan ingresar sin peligro en el perímetro prohibido.

Al evitar un tramo de autopista elevado próximo al Pentágono, la aeronave tuvo que realizar un viraje casi en ángulo recto, algo imposible para un avión, pero no para un misil. El testigo Lon Raines tuvo el convencimiento de que un misil impactó en el Pentágono: “Escuché un ruido muy fuerte, un silbido rápido que venía detrás de mí. Lo siguiente que vi fue una bola de fuego, era un misíl y volaba tan rápido que no sonaba como un avión”.

Concretamente un misil con cabeza de uranio empobrecido, aunque es imposible verificar cualquier versión, dada la ausencia casi total de imágenes del choque en el Pentágono, a pesar de tratarse de un edificio rodeado de numerosas cámaras de vigilancia.

Nunca se halló un Boeing 757 destruído en la zona e incluso el agujero dejado por el artefacto en cuestión era demasiado pequeño para corresponder a un jet comercial (27 metros de acuerdo con el informe del Pentágono y no los 38 que mide el largo de las alas).

La zona impactada del Pentágono tenía dos usos. Había en ella oficinas que se estaban remodelando para acoger el Estado Mayor de la Marina y oficinas que estaban siendo utilizadas por el personal del auditor financiero general. Un equipo que se componía principalmente de personal civil estaba trabajando allí en una investigación sobre el más importante desvío de fondos del siglo en el presupuesto de defensa. Esto explica al mismo tiempo la ausencia de oficiales de alto rango entre las víctimas y por qué la investigación sobre los desvíos de fondos tuvo que ser anulada, por falta de archivos que permitieran continuarla.

Stratesec (antes conocida como Securacom y Burns y Roe Securacom) era una empresa de seguridad fundada en 1987 y con sede en Woodcliff Lake, Nueva Jersey. La empresa se hizo pública el 2 de octubre de 1997 en la Bolsa de Valores de Estados Unidos y se eliminó de la cotización en 2002. Marvin Bush, hijo del expresidente estadounidense George H.W. Bush, y hermano del ex presidente estadounidense George W. Bush, fue miembro de la junta directiva desde 1993 hasta junio de 2000.

En 1997, Securacom incluyó entre sus clientes el Aeropuerto Internacional Washington Dulles, Hewlett-Packard, EDS, United Airlines, Gillette, MCI, el World Trade Center y otras instalaciones, incluidos hospitales, prisiones, corporaciones, servicios públicos, universidades.

El 24 de julio de 2019 los comisionados de los bomberos de Franklin Square y el distrito de Munson, cerca de Queens, en Nueva York, adoptaron unánimemente una resolución que pide una nueva investigación sobre todos los aspectos del 11 de septiembre y citan las “pruebas abrumadoras” de la presencia de explosivos en las tres torres antes del 11 de septiembre. La resolución establece que los comisionados del consejo de bomberos de distrito “apoyan plenamente una investigación completa por parte del gran jurado federal y el procesamiento de todos los crímenes relacionados con los atentados del 11 de septiembre”.

El explosivo utilizado habría sido la nanotermita, una mezcla de polvo de aluminio y óxidos metálicos que, al arder fulgurantemente, funde el metal y erosiona el hormigón que componían la estructura central de los edificios.

El comisionado Christopher Gioia dijo a los medios que “Fue un asesinato en masa, tres mil personas fueron asesinadas a sangre fría”. En esa cifra se contabilizan más 202 bomberos y más de 500 otros ciudadanos entre personal de emergencia y efectivos de seguridad y de la policía. Agregó Gioia de modo enfático que: “No vamos a dejar a nuestros hermanos atrás, no los olvidamos. Ellos merecen justicia y nosotros lucharemos por ella”.

La resolución de los bomberos del distrito de Munson no es la única que se ha aprobado en las últimas semanas. En marzo AE911Truth presentó una demanda federal contra el FBI. Alegan que no evaluó las pruebas del 11 de septiembre de las que tenía conocimiento, ya que no fueron examinadas por la Comisión el 11 de Septiembre.

Entre las personas que tuvieron el coraje de denunciar esto públicamente, Francesco Cossiga, presidente de Italia entre 1985 y 1992, dijo el 30 de noviembre de 2007, en el diario Corriere della Sera: «Nos quieren hacer creer que Bin Laden confesó ser el autor del atentado del 11 de septiembre de 2001 sobre las torres gemelas de Nueva York —a pesar que los servicios de inteligencia de EE.UU. y europeos sabían muy bien que el desastroso ataque fue planeado y ejecutado por la CIA y el Mossad con el fin de acusar a los países árabes de terrorismo y para poder atacar a Irak y Afganistán».

Las únicas personas que fueron detenidas el mismo día en relación con los ataques terroristas del 11 de septiembre 2001 son todos israelíes, información dada a conocer al día siguiente por el periodista Paulo Lima en el diario The Record, cotidiano del condado de Bergen en el Nueva Jersey, informaciones basándose en fuentes policiales estadounidenses locales.

Ehud Barak, ex jefe de la inteligencia militar israelí (Sayeret Matkal) fue Primer Ministro de Israel entre julio de 1999 y marzo de 2001. Sustituido por Ariel Sharon, se trasladó entonces a los Estados Unidos como consultor de Electronic Data Systems y para SCP Partners, una empresa pantalla [cobertura] del Mosad especializada en temas de seguridad que conjuntamente con sus socios de Holdings Metallurg y Advanced Metallurgical, tenían la capacidad de producir nano-termita. SCP Partners tenía una oficina a tan sólo 10 kilómetros de la empresa de mudanzas Urban Moving Systems. Tan solo una hora después de la desintegración de las torres, Ehud Barak aparece en las pantallas del canal BBC Mundo para señalar a Bin Laden como el principal sospechoso.

Larry A. Silverstein nació en Brooklyn en 1931, en el seno de una familia judía, y se involucró en el sector inmobiliario, junto con su padre, estableciendo Silverstein Properties. 

En 1980, Silverstein ganó una licitación de la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey para construir el World Trade Center 7, al norte de las torres gemelas.

Silverstein ha sido presidente de la United Jewish Appeal de Nueva York, la fundación Realty, fideicomisario del Museo de Herencia judía, y tesorero de investigación médica y del centro nacional judío en Denver. Silverstein también es gobernador de la junta de bienes raíces de Nueva York.

Durante la década de 1990, Nueva York estaba sufriendo los efectos del llamado Lunes negro, que llevó a unas altas tasas de vacantes en el World Trade Center. George Pataki se convirtió en el gobernador de Nueva York en 1995 y promovió una campaña de reducción de costes, incluyendo la privatización del World Trade Center. Una venta de la propiedad se consideró demasiado compleja, por lo que se decidió que la autoridad portuaria realizara un contrato de arrendamiento de 99 años para la licitación pública.

En enero de 2001, Silverstein, a través de Silverstein Properties y Westfield America, hizo una oferta de 3.200 millones de dólares para el contrato de arrendamiento del World Trade Center.9​ Silverstein fue sobrepujado por 30 millones de dólares por Vornado Realty, con Boston Properties, Inc. y Brookfield Properties también compitiendo por la venta. Sin embargo, Vornado se retiró y la oferta de Silverstein para el contrato de arrendamiento del World Trade Center fue aceptada el 24 de julio de 2001.10​ Esta fue la primera vez en los 31 años de historia del complejo que cambiaba de dirección.

El contrato de alquiler se aplicó a cuatro edificios del complejo y cerca de 39.500 metros cuadrados de espacio comercial. Silverstein puso 14 millones de dólares de su propio dinero para asegurar el acuerdo.11​ El acuerdo dio a Silverstein, el derecho como arrendatario de reconstruir el complejo en el caso de que fuera destruido.

Silverstein normalmente pasaba las mañanas en desayunos de trabajo en el restaurante Windows on the World en la planta 107 de la torre norte del World Trade Center, acompañado de los nuevos inquilinos del edificio. Sin embargo, la mañana del 11 de septiembre de 2001 no fue, ni su hija e hijo, que también trabajaban en los edificios.

Todos los edificios del complejo del World Trade Center fueron destruidos o dañados sin posibilidad de reparación el 11 de septiembre de 2001.

Los contratos de seguros de cuatro edificios del complejo del World Trade Center tenían un valor nominal de 3.550 millones de dólares. Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Silverstein quería obtener el doble de la cantidad nominal (7100 millones de dólares), basándose en que un avión chocó contra cada torre, constituyendo dos ataques terroristas separados y por lo tanto,dos hechos en el sentido de las pólizas de seguros. Las compañías de seguros tuvieron una opinión diferente a este punto de vista sobre los hechos, y el asunto llegó al terreno judicial. Basados en diferencias de la definición de hechos, y por la incertidumbres sobre que definición de hechos aplicar, el tribunal dividió a las aseguradoras en dos grupos para los juicios, estos grupos estaban formados por las aseguradoras que consideraban los sucesos como un ataque terrorista y los abogados de Silverstein que consideraban los hechos como dos ataques terroristas diferentes.

El primer juicio resultó en veredicto el 29 de abril de 2004, se llegó a la conclusión de que 10 de las aseguradoras estaban sujetas a la interpretación de un hecho terrorista, por lo que su responsabilidad se limitaba al valor nominal de dichas políticas, además de que 3 aseguradoras fueron añadidas al segundo grupo del juicio. El jurado no pudo llegar a un veredicto con una de las aseguradoras, Swiss Re, en ese momento, pero lo hizo cuatro días después, el 3 de mayo de 2004,16​ llegando a la conclusión de que esta empresa también tenía un punto de vista en el que solo reconocían que había sucedido un solo atentado terrorista. Silverstein apeló la decisión de Swiss Re, pero perdió la apelación el 19 de octubre de 2006. El segundo juicio resultó en veredicto el 6 de diciembre de 2004, se llegó a la conclusión de que 9 aseguradoras estaban sujetas a la interpretación de dos hechos terroristas diferentes, y por lo tanto eran responsables de pagar un máximo del doble del valor nominal de dichas polizas. El pago total, alcanzó el tope de 4.577 millones de dólares para los edificios 1, 2, 4 y 5.

En julio de 2006, Silverstein y la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey presentaron una demanda en contra de algunas de sus aseguradoras, por negarse a renunciar a los requisitos de los contratos de seguro que Silverstein reclamaba que eran necesarios, para permitir la renegociación de los contratos de arrendamiento originales de julio de 2001 del World Trade Center. Salió ganando unos miles de millones más de los que ya tenía.