¡Vibras, rayo! La muerte va contigo:
tronchas el árbol y huye tu reflejo;
las aves lloran al frondoso amigo;
¿cómo no han de llorar al árbol viejo
que les dió sombra y bienestar amigo?
Salta el rayo en la nube! Alfanje de oro,
raja el ámbito negro y atraviesa
el abismo; desciende á la dehesa
y húndese en el testuz del viejo toro.
Tras el brusco esplendor del meteoro,
del verde llano á la montaña espesa
el trueno pasa retumbando!.... Y cesa
de la borrasca el fecundante lloro.
El huracán, terrible y altanero,
cierra sus fauces lúgubres; ya nada
se mueve. En el cenit brilla un lucero.
Y desde la llanura dilatada,
sube como un reproche lastimero,
la gran lamentación de la vacada!