Eran ayer hermanos: de la ciencia
Los dos propagadores se llamaban,
Y la industria y el arte cultivaban
Felices en la paz y la opulencia.
Un hombre, en hora de fatal demencia
Irritó sus pasiones que callaban,
Y hoy con mares de sangre quizá lavan
El impuro borron de su conciencia.
¡Madres! Mañana al despuntar la aurora
No busqueis del hogar en los confines
Al que vuestras venturas atesora.
¿El eco no escuchais de los clarines?
¡Tras ellos va la furia asoladora
De esta maldita raza de Caínes!
Las técnicas de propaganda bélica nacieron con los propios conflictos armados, ensalzando las fuerzas propias e intimidando a las fuerzas enemigas con información falsa.
La propaganda de "guerra psicológica” se usa para «definir cualquier acción que se practica sobre todo por métodos psicológicos con el ánimo de evocar una reacción psicológica planeada en otras personas». Generalmente está apoyada en información falsa y persuasiva para realizarla y está dirigida a influir en el razonamiento o en el comportamiento del público.
En la Primera Guerra Mundial se descubrió que la moral era un factor militar muy importante, y así se entendió que la opinión pública no podía ser ignorada durante más tiempo, ya que era un factor determinante para la formación de la política gubernamental. La censura reinó y todas las campañas propagandísticas eran rigurosamente controladas para que apenas fuese divulgada la “información oficial”, pero al final de la guerra los ciudadanos se quedaron con una imagen muy negativa de la propaganda.
Como consecuencia del descrédito de la propaganda, cuando en la Segunda Guerra Mundial el gobierno británico intentó sensibilizar a la población sobre la existencia de campos de concentración nazis, esta información no fue tenida en cuenta, porque el público sospechó que era una campaña propagandística más.
En la Segunda Guerra Mundial, los estudios elaborados en las últimas décadas y los nuevos medios, como la radio y cine, permitieron que ambos bandos pusiesen en marcha una máquina de propaganda nunca vista hasta entonces.
Resulta pertinente recordar una vieja lección impartida por Goebbels: “con una repetición suficiente y la comprensión sicológica de las personas implicadas, no sería imposible probar que de hecho un cuadrado es un círculo. Después de todo, ¿qué son un cuadrado y un círculo? Son meras palabras, y las palabras pueden moldearse hasta disfrazar las ideas”. Hitler se reunía casi diariamente con Goebbels para enterarse de las novedades y transmitir un tipo de mensaje emocional que se dirigía, sobre todo, a un público poco educado políticamente, susceptible de interiorizar la emoción y no la racionalidad.
Estados Unidos y la Unión Soviética continuaron haciendo un uso masivo de los medios de comunicación, destacadamente la radio, la televisión, el cine y la literatura, que fueron usados para influenciar sobre sus propios ciudadanos, sobre los del bloque opuesto y también sobre las naciones del Tercer Mundo.
Inicialmente los comunistas destacaron en su labor propagandística, debido al mayor control que tenían en sus medios de comunicación. La centralización del poder también funcionaba como una herramienta para propagar mejor la comunicación persuasiva. Los regímenes comunistas se ayudaban mutuamente para hacer funcionar sus planes políticos y sus ambiciones. Por otro lado, los gobiernos occidentales nada podían hacer para prevenir la entrada de propaganda comunista. Esta aparente supremacía se empezó a degradar a comienzos de los años 80, con el desarrollo de la tecnología en la comunicación. Fue este descontrol el que causó la desintegración de muchos de los bloques comunistas de la Europa del Este al final de la década.
Uno de los autores más visionarios de la Guerra Fría fue George Orwell, quien en sus obras Animal Farm y 1984 ejemplifica de manera magistral el uso de la propaganda. Aunque no fueron publicados en la Unión Soviética, sus personajes vivían en regímenes autocráticos en los que su lenguaje era cambiado para servir propósitos políticos.
Estados Unidos ejecutó un amplio programa de guerra psicológica durante la Guerra de Vietnam. El Programa Phoenix tenía el doble objetivo de asesinar al personal del Viet Cong y aterrorizar a cualquier simpatizante potencial (mataron a 19.000 de ellos.)
La primera Guerra del Golfo demostró bien la falsedad de la comunicación propagandística americana. El primer caso fueron las fotos de satélite que el Pentágono afirmaba poseer, en las cuales se podría confirmar la presencia de 250.000 unidades militares preparadas para invadir Arabia Saudita. Pronto las fotos comerciales captadas por un satélite demostraron que las afirmaciones americanas no tenían fundamento.
En el inicio de la guerra, los espectadores mundiales se quedaron con la idea de que era un conflicto sin mentira, toda vez que el conflicto se transmitió en directo. Pero no podían estar más equivocados. Las imágenes fueron controladas integralmente, y se asistió casi una película de guerra realizada en directo. En el final, se constató que más de 90% de las imágenes mostraban el poderío bélico americano, y que jamás se pudo ver un soldado estadounidense herido o muerto.
En Kosovo, las partes enfrentadas percibieron que la manipulación de las noticias a su favor era algo fundamental. Se asistió a una maniobra inteligente por parte de Slobodan Milosevic: permitió a las cadenas internacionales CNN y BBC continuar emitiendo desde Belgrado. Así, consiguió usar los medios de comunicación extranjeros para transmitir imágenes de supuestos civiles muertos en los ataques de la OTAN. Esta maniobra fragmentó la opinión occidental y llevó el OTAN a reconocer algunos de sus errores en los bombardeos aéreos. Esto es sólo un ejemplo más actual de la importancia y eficacia de la propaganda en tiempos de guerra.
En 2001, en la invasión de Afganistán, las tácticas psicológicas operacionales (Psy Ops) se usaron para desmoralizar a los talibán y crear simpatizantes entre el pueblo afgano. Se usaron los modernos aviones EC-130E para manipular las transmisiones radiofónicas y emitir mensajes propagandísticos. Los panfletos fueron usados una vez más, ofreciendo recompensas por la captura de Osama Bin Laden.
Hoy los países contratan a grandes empresas de relaciones públicas para investigar las tendencias en las corrientes de opinión pública y controlar la circulación de información interna y externa. Se trata de una manipulación consciente e inteligente de los hábitos.
En el conflicto en Irak, Estados Unidos gastó más de 520.000.000 de dólares para el esfuerzo conjunto de la comunicación gubernamental. De ellos, 200.000.000 fueron aplicados en la campaña contra Irak. Estas cifras demuestran un aumento en los recursos destinados a la propaganda, y en particular a la de carácter bélico. En la actualidad, se realizan importantes investigaciones para optimizar la eficacia de la comunicación planificada, y se usa tecnología punta.
La “Guerra contra el Terror” de la Administración Bush continuó sin que hayan sido encontradas las armas de destrucción masiva presuntamente en poder de Saddam Hussein. Algunos autores hablan de armas de engaño masivo usadas por EEUU para intoxicar a la opinión pública.
En la actualidad, en un mundo globalizado, la revolución digital proporciona soportes tecnológicos de gran eficacia para la propaganda de guerra. Estas plataformas de última generación se combinan con técnicas antiguas, como la distribución de panfletos, dotando a las campañas propagandísticas de una enorme versatilidad.
La guerra ruso-ucraniana es un conflicto bélico a gran escala entre Rusia y Ucrania tras el tenso período de la crisis ruso-ucraniana de 2021-2022 que desembocó el 24 de febrero de 2022 en la invasión rusa de Ucrania. El comienzo del conflicto puede establecerse en las manifestaciones del Euromaidán, que comenzaron en Kiev el 21 de noviembre de 2013 debido a la suspensión de la firma del Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea.
Las protestas desembocaron en disturbios, que fueron creciendo en intensidad, al punto de que hubo días en que muchos manifestantes continuaban sus protestas toda la noche, lo que hacía imposible su desalojo del lugar por parte de las autoridades. El 16 de enero, la Rada Suprema ordenó penas contra los manifestantes, el bloqueo de edificios administrativos y la instalación de tiendas de campaña. Esto fue tomado por los manifestantes como un veto a su derecho de manifestarse y protestar. Desde entonces, las protestas provocaron una escalada de violencia en rechazo a las nuevas leyes. Como resultado, el 22 de enero las manifestaciones registraron cinco muertos por primera vez desde su inicio.
Entre tanto, las protestas se fueron expandiendo a lo largo del centro y oeste del país y con algunos focos en el este, mayoritariamente rusófono.
El 22 de febrero de 2014, tras varios meses de protestas y disturbios y tras el llamado Jueves Negro (20 de febrero) en el que murieron más de 60 manifestantes, los opositores tomaron las riendas del país y ocuparon las principales instituciones con sede en Kiev, tras lo cual la Rada Suprema asumió el poder y formó gobierno.
Rusia no reconoció este gobierno como autoridad legítima de Ucrania y declaró que lo ocurrido fue un «golpe de Estado». En consecuencia, el Congreso de diputados y gobernadores regionales del Este y Sur de Ucrania hicieron un llamamiento a la resistencia y a partir de entonces, residentes de la mitad suroriental de Ucrania se manifestaron en contra del nuevo gobierno de Kiev.
La crisis de Crimea de 2014 comenzó en febrero de ese año cuando el gobierno regional realizó el referéndum sobre el estatus político de Crimea. Entonces se produjo una intervención militar, donde las Fuerzas Armadas de Rusia se desplegaron en la península de Crimea con el objetivo de garantizar la integridad de los ucranianos prorrusos habitantes de Crimea y las bases rusas estacionadas allí, hasta que se normalizara la situación sociopolítica. Así, el 17 de mayo, fue proclamada la independencia de la República de Crimea y al día siguiente fue aprobada la adhesión de Crimea a Rusia, aunque el gobierno de Kiev aún considera Crimea como parte de los territorios temporalmente ocupados de Ucrania.
Entre tanto, la guerra del Dombás comenzó el 6 de abril de 2014. El gobierno interino de Ucrania inició un operativo armado contra los grupos separatistas rusófonos del este de Ucrania tras la anexión de Crimea. Rusia informa de que la guerra es contra neonazis y la expansión de la OTAN hasta la frontera rusa, y los medios occidentales de que es por la libertad de Ucrania, y de toda Europa, amenazada por Putin.
La guerra continúa, y un periodista español, Pablo González lleva dos años en una prisión de Polonia en régimen de aislamiento. Se le acusa de ser un espía ruso, porque tiene pasaporte ruso, ya que nació en Moscú, donde vivió hasta los 9 años, y rublos, algo que es completamente lógico porque estaba cubriendo la invasión en Ucrania. No hay libertad de información en Europa, aunque se celebra el día de hoy el Día Mundial de la Libertad de Prensa por decisión 48/432 de 1993 de Asamblea General de las Naciones Unidas.