Alta sangre real, claro Felipe,
a cuyo heroico y generoso pecho
el límite africano vino estrecho,
aunque en grandeza a Europa se anticipe,
porque el cielo ordenó que participe
de otro imperio mayor vuestro derecho
y que se ocupen en tan alto hecho
los cisnes de las fuentes de Aganipe;
tanto os estima a vos, Príncipe, solo,
que un día aventuró para ganaros
con cuatro reyes veinte mil personas,
trocando el bajo por el alto polo,
a Fez en Fe, y a vuestros montes claros
por claros cielos y por mil coronas.