GUZMAN1

jueves, 23 de octubre de 2014

NOVA EXPRESS.

Un estado policial que funcione no necesita ningún policía.
(William S. Burroughs).

La sociedad de la comunicación ejerce el control del pensamiento de forma más eficaz que la Inquisición, y a veces con métodos parecidos. Estamos saturados, no sólo yo.

Definitivamente espero que las nuevas tecnologías desbanquen el monopolio de la mierda radiotelevisiva. El hablar de la vida privada de la gente y otras payasadas de los chismosos que llenan las pantallas ahoga la poca información que llega a los ciudadanos.

La libertad de prensa que en teoría debería ser un derecho colectivo se ha convertido en abuso y privilegio de un puñado de propagandistas y manipuladores al servicio del poder.


Seguramente nadie hablaría de confiarle al Estado el control de la divulgación informativa cuando el Poder no tiene la legitimidad que se le supone y en cambio le sobran medios y motivos para controlar la opinión pública. No hay más que ver cómo maniobran los organismos censores en cualquier época y lugar, y por eso la sociedad civilizada necesita libertad de prensa.

Para que luego la controlen también, eso sí, y hasta la acaparen sin que el Estado ni mucho menos libere la oferta de opinión. Esta Constitución ornamental de la que hablo tanto establece que "La ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a dichos medios de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España". Una norma constitucional a la medida de Radiotelevisión Española y las cadenas autonómicas dentro de un sistema en que poder político, poder judicial y poder económico son uno y trino.

A pesar de que el artículo 20 de la Constitución Española reconoce y en teoría protege los derechos a "expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción", y también a "comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión", la información que recibimos está lejos de ser veraz y libre.

Dice también que "El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa". Censura la hay por mucho que la llamen "línea editorial" los grandes medios de comunicación que en lugar de informar, impiden que se publiquen sus trapos sucios y los de quienes mandan. 

Los ejemplos de secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial demuestra lo poco que vale el derecho del ciudadano de a pie y lo mucho que vale el de los poderosos. Muchos medios de comunicación y periodistas han sido represaliados sólo por decir la mitad de lo que saben. Hasta ese punto tenemos libertad de prensa.


Políticos y magistrados disponen de la plena colaboración de la prensa y los animadores televisivos para silenciar la prevaricación y el encubrimiento habitual en los Tribunales estratégicos. Cuentan con ellos para callar (por responsabilidad, dicen) y para mentir, calumniar o lo que se tercie (por pasta que la misma Justicia se encarga de repartir).


Se tienen respeto mutuamente, en perjuicio del que deben a la Ley. Pero cualquier Juez que se precie sabe que cuenta con un cupo más o menos ilimitado de chanchullos y arbitrariedades, en el sistema corporativo autoprotector que padecemos. 




A todos estos comemierdas venidos a más no les importa que su actitud delate sus acusaciones y falsos rumores porque controlan la información que llega a la masa desinformada. Tranquilamente alardean ante sus espectadores de lo fácil que es utilizarles, y jactarse si hace falta que que matarían por subir el índice de audiencia.

Pese a las previsiones constitucionales, de todos es sabido que "el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen" carecen de tutela de los poderes públicos si uno los quiere hacer valer ante los medios de comunicación. 

Entrometidos que hacen de ello un negocio y se escudan en la impunidad que les otorgan los mismos que se llaman servidores públicos. Y es que se sirven unos de otros, no precisamente para hacer lo que manda la Ley.

Como dice el refrán: "La Justicia tolerante, es cómplice del maleante".

Hay otra Justicia por encima, a falta de la que deberíamos poder encontrar en Juzgados y Tribunales.