Bajo el ronco motín que grita muerte,
el sagrado bajel cruje de suerte
que semeja reír - El genio es fuerte;
Y aún ante indicio, de locura o dolo,
no culpa de falaz a Marco Polo,
y se obstina en creer, inmenso y solo.
Su fe suele medrar cuando vacila...
¡Así la llama del hachón oscila
al viento, y es mayor por intranquila!
En el ignoto piélago la nave
sigue al azar el ímpetu de un ave.
¿A dónde va? ¡Ni el Genovés lo sabe!
A la esperanza el mísero se aferra,
como a la tabla el náufrago que yerra
en la furia del mar. La noche cierra.
Bien luego magnífica su corona...
Y es que Dios con su soplo hincha la lona,
¡desde los astros de la nueva zona!
Voz que nace al timón sube a la caña...
¡El Ponto bulle con cadencia extraña
y parece que dice: ¡Viva España!
Colón, en pie sobre la proa mira...
¡Y en el cordaje un hálito respira
Y canta, como un estro en una lira!
Franja de luna por el agua riela...
¡Y al grande hombre simula rica estela,
rastro de victoriosa carabela!
EL Día de la Raza es el 12 de octubre, que conmemora el descubrimiento de América por el navegante Cristóbal Colón en 1492. Este día se celebra en la mayor parte de Hispanoamérica, España y los Estados Unidos desde los inicios del siglo XX, inicialmente de forma espontánea y no oficial, para conmemorar la nueva identidad cultural, producto del encuentro y fusión entre los pueblos indígenas de América y los conquistadores españoles, además de la valorización del patrimonio cultural hispanoamericano.
La denominación fue creada por el exministro español Faustino Rodríguez-San Pedro, como presidente de la Unión Ibero-Americana, que fomentó desde 1913 la conmemoración del vínculo existente entre la Nación descubridora y civilizadora y las repúblicas formadas en el suelo americano.
En 1917, Hipólito Yrigoyen, presidente de la República Argentina, declaró ese día fiesta nacional, decisión seguida por ley de Alfonso XIII del 15 de junio de 1918.
El nombre Día de la Hispanidad fue propuesto a fines de los años 20 por el sacerdote español Zacarías de Vizcarra, residente en Buenos Aires) al periodista Ramiro de Maeztu (por entonces, embajador de España en Buenos Aires), ya que consideraba «poco feliz y algo impropia» la denominación Día de la Raza.
Actualmente diversos colectivos predican que el 12 de OCTUBRE no hay NADA QUE CELEBRAR, considerando que fue el inicio de un proceso de ocupación que tuvo como resultado el exterminio de millones de personas y la esclavitud y desplazamiento forzado de otras cientos de miles, pertenecientes a pueblos originarios de América, África y Asia.
Mientras cada 12 de octubre vemos aviones de combate en el cielo, desfiles militares en las avenidas, banderas en los balcones, gritos en las calles, programas en la televisión celebrando el Día de la Hispanidad, otros quieren seguir insistiendo 5 siglos después en que el Descubrimiento dió inicio al saqueo de las empresas extractivas y de los Estados derivados de la colonización.
Por todo esto, exigen derogar la Ley que establece el 12 de Octubre como Fiesta Nacional; retirar las estatuas de Colón y de todos los enaltecimientos de la colonización; derogación de la Ley de extranjería y cierre definitivo de todos los Centros de Internamiento de Extranjeros; revisión de los textos escolares de historia donde el genocidio y la dominación de los pueblos originarios de América Latina, Asia, Oriente Medio y África es narrado como una hazaña heroica.
Para estos patanes, los europeos instauraron entre los indígenas un sistema patriarcal capitalista eurocéntrico y extractivo que destruye los recursos naturales y la vida. La defensa del modo de vida tradicional de los indígenas la lideran los brasileños, que hacen suya la reivindicación de la Amazonia, y cómo no, los panfletarios argentinos y chilenos que culpan a los conquistadores españoles del genocidio mapuche (a los que los españoles no habían podido conquistar y con los que habían firmado Tratados), perpetrado desde fines del siglo xix por Chile y Argentina a través de las campañas militares conocidas, respectivamente, como Ocupación de la Araucanía y Conquista del Desierto. Esto significó la muerte de miles de personas y la pérdida de territorio, pues fueron desplazados hacia reservas, y fueron subastadas sus tierras..
En los siglos XX y XXI los mapuches han vivido un proceso de aculturación y discriminación social en sus relaciones con el resto de la sociedad de Chile y Argentina, lo que se manifiesta en menores índices de educación, ingresos y mayor desempleo. Tanto en Argentina como en Chile, algunas iniciativas de recuperación de sus tierras históricas se han encontrado con la negativa de empresas multinacionales. ¿Es el latinoamericano o el español el culpable?
El periódico Reforma de México publicó el 20 de octubre de 2020 un Editorial firmado por el Senador de la República de México, Germán Martínez Cazares, que constituye una fundada respuesta a las reiteradas exigencias de su presidente López Obrador para que España y el Papa pidan perdón a México. Dicho artículo se cita a continuación:
¿Nos debe pedir perdón España?
Que nos pidan perdón los frailes españoles franciscanos, fundadores del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, donde Bernardino de Sahagún enseñó en náhuatl y escribió la «Historia general de las cosas de la Nueva España», para gloria del México antiguo.
Que nos pida perdón Alonso de la Vera Cruz, por haber fundado la primera universidad, y trasladado la primera biblioteca a América.
Que nos pida perdón Vasco de Quiroga, por defender a los indígenas de Michoacán, edificar hospitales para curar su dolor y fundar el Colegio de San Nicolás, cuna de la Independencia.
Que nos pida perdón Hernán Cortés, por aliarse con Xicohténcatl Axayacatzin, jefe tlaxcalteca, y tomar Tenochtitlán.
Que nos pidan perdón el Arzobispo Alonso de Montúfar y el Virrey Luis de Velasco, por combatir la esclavitud de los indígenas.
Que nos pida perdón el andaluz Gonzalo Guerrero, el Renegado, por enamorarse de la india Za’asil, y morir en la defensa de la cultura maya, a manos de los soldados de Pedro de Alvarado.
Que nos pida perdón Antón de Montesinos, por convertir a Bartolomé de las Casas en defensor de los indios de Chiapas.
Que nos pida perdón Andrés de Urdaneta, por unir en barco el trayecto Acapulco-Manila-Acapulco, que durante más de dos siglos usó la «Nao de China» para comerciar con Oriente.
Que nos pida perdón Antonio de Mendoza, por someter a juicio a Nuño de Guzmán por corrupción y maltrato a los pueblos originarios.
Que nos pidan perdón los primeros jesuitas, que desde el siglo XVI al mando de Pedro Sánchez -antes de la Universidad de Harvard- fundaron colegios en Ciudad de México, Pátzcuaro, Oaxaca, Puebla, Morelia, Zacatecas y Guadalajara.
Que nos pida perdón el monje Antonio de San Miguel, por inculcar la rebeldía al cura José María Morelos.
Que nos pida perdón Francisco Xavier Palavicino Villarasa, perseguido por la Inquisición, por el «delito» de elogiar y defender la obra de Sor Juana Inés de la Cruz.
Que nos pidan perdón, también, los novohispanos José Mariano Beristáin, Juan José de Eguiara y Eguren, y Francisco Xavier Clavijero, por construir con sus obras el México criollo, y desmontar los prejuicios contra el Nuevo Mundo.
Que nos pida perdón Junípero Serra por haber recorrido la Sierra Gorda queretana y todo el desierto mexicano, para dejar en San Francisco, California, un testimonio de la grandeza mexicana.
Que nos pida perdón Francisco Xavier Mina, por entregar su vida a la edad de 28 años, en la guerra de Independencia.
Que nos pida perdón José Gaos, transterrado, por traer a México a Ortega y Gasset y a Xavier Zubiri.
Que nos pida perdón Manuel Azaña, refugiado y muerto en territorio diplomático mexicano.
Que nos pida perdón Alfonso Reyes por haber utilizado la lengua de Cervantes como nadie en el siglo XX, y por transformar una casa de España en El Colegio de México.
Que nos pida perdón José Vasconcelos, por creer en el espíritu mestizo de la raza cósmica.
Que nos pida perdón Lázaro Cárdenas, por tejer un lazo inmortal con España, al cobijar a los niños de Morelia.
Que nos pida perdón León Felipe, por su poema «Vencidos».
Que nos pida perdón Tomás Pérez Vejo, por conocer como pocos la relación México-España.
Que nos pidan perdón Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska y Fernando del Paso, por recibir el Premio Cervantes de manos de una monarquía española.
Que nos pida perdón Agustín Lara, por delatar con un chotis que en México se piensa mucho en Madrid.
Que nos pida perdón Don Quijote de la Mancha, por haber cabalgado de aquel lado del océano Atlántico, y afirmar que por el honor y la libertad se puede y debe aventurar la vida… Los españoles que aventuraron su vida por México deben pedir perdón; y los mexicanos que amamos a España no tenemos perdón de Dios."
El pasado mes de agosto, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, pidió perdón por la "catástrofe" provocada por la conquista española al conmemorar los 500 años de la conquista de México por las tropas de Hernán Cortés.
"Recordamos la caída de la gran Tecnochtitlan y ofrecemos perdón a las víctimas de la catástrofe originada por la ocupación militar española de Mesoamérica y del resto del territorio de la actual República mexicana", manifestó el presidente en el acto oficial.
El presidente mexicano opinó que no "es fácil el análisis objetivo" de la "ocupación militar" y la "colonización española" porque hay pocas fuentes "primarias" de los pueblos originarios sobre la efeméride. Afirmó que predominan las fuentes que "tienden a justificar" la invasión en nombre de la "libertad, la fe, la superioridad racial y la civilización". Por ello, consideró "ofensivo" volver a la idea de que los mesoamericanos, y sobre todo los mexicas, eran "bárbaros" porque entre otras cosas "comían carne humana".
"Es sabido que varios pueblos originarios como los totonacas, los tlaxcaltecas, los otomíes, los de texcocos y otros, y no 110 naciones, ayudaron a Cortés a tomar Tenochtitlan, pero estos gestos no deben servir para justificar las matanzas llevadas a cabo por los conquistadores ni resta importancia a la riqueza cultural de los vencidos", subrayó.
Los opositores de los mexicas se sumaron a Cortés para sentirse "libres", pero no para ser explotados, dijo, aunque destacó que Hernán Cortés tampoco debe verse "como un demonio" ya que era "simplemente un hombre de poder, un militar, con valor y aplomo, un militar desalmado, y un político audaz y ambicioso de fortuna" que supo aprovechar las debilidades y enfrentamientos de los mexicas para imponerse.
Por ello, López Obrador, dijo que la "pregunta obligada" es si las "matanzas" perpetradas contra indígenas hace cinco siglos "trajeron civilización" a la tierra rebautizada como Nueva España y habló de que durante la colonia española hubo aspectos positivos, como la construcción de palacios y bellos templos, que hubo un auge económico en la minería y trajo la universidad y la imprenta.
"Pero todo ello y más no es suficiente y menos si se tiene en consideración que no fue en beneficio de todos", apuntó, porque argumentó que los indígenas solo pudieron "sobrevivir en la pobreza" o trabajar en minas y haciendas "como esclavos".
También citó a historiadores que señalan que la población en la región se redujo en 93 % medio siglo después de la llegada de los españoles por las enfermedades que trajeron. Teniendo en cuenta el atraso de la medicina en aquellos tiempos, más que de culpa, habría que hablar de desgracia, pues la intención de los españoles no fue el exterminio, sino la explotación de los recursos de las tierras conquistadas, con el consiguiente desarrollo de aquella sociedad.
Una vez conseguido ese objetivo, los virreinatos de Nueva España y el Perú eran más ricos en oro y plata que la propia Corona española, y desde toda Europa los emigrantes viajaban al nuevo Mundo con la esperanza de una vida mejor, Y lo siguieron haciendo después de la independencia, tras la que se produjeron muchos errores e injerencias de las que no se nos puede culpar.
Y menos si tenemos en cuenta de que los actuales mejicanos proceden de la mezcla de sangres española e índígena, como demuestran sus apellidos.