GUZMAN1

viernes, 5 de enero de 2024

“LOS DEVANEOS DE ERATO” (Ana Rossetti)


Después de leer esa frase del mismísimo Papa creo que es mejor dejar que los curas se casen o tengan novia o novio.

Los términos paidofilia y pedofilia se usan en las ciencias de la salud para referirse a una parafilia que consiste en la excitación o el placer sexual que obtiene una persona adulta al llevar a cabo actividades o al tener fantasías sexuales con niños (infancia y preadolescentes).

Aunque las niñas suelen comenzar el proceso de la pubertad a los 8 u 10 años, y los niños a los 11 o 12 años,​ los criterios para la pedofilia se amplían al punto de corte para la prepubescencia que vendría rodeando las edades de 13 años para niños y niñas.

A partir de los 13 años para las niñas y 15 para los niños, hay casos extremadamente aislados de chicos que no han llegado a la pubertad aún, y no se tiene en cuenta en estudios sobre pedofilia, donde el rango de edad suele ir entre los 6 como edad mínima a los 14 como edad máxima. Los adultos atraídos por menores de 15 a 17 años son considerados efebófilos, aunque todos los que gustan del sexo con menores son pederastas.

La efebofilia es la condición en la cual personas adultas experimentan atracción sexual hacia adolescentes. Por lo general ubicándose entre los 14 años para las niñas y los 15 para los niños hasta los 19 años en general. Aunque no es sinónimo de pedofilia en el ámbito psiquiátrico, en los países occidentales se ha usado con frecuencia la palabra pedofilia para referirse a la efebofilia cuando ésta es ilegal, para referirse a la atracción sexual hacia cualquier persona cuya edad sea menor a la edad de consentimiento sexual.

Debido a que cada cultura y estado define una edad de consentimiento sexual mínima diferente, la ilegalidad del término varía. Por ejemplo, en diferentes naciones musulmanas es aceptado a veces el matrimonio entre adolescentes o entre adultos y adolescentes, e incluso entre adultos y niñas.

Mientras que unos psiquiatras consideran que la efebofilia es una preferencia sexual natural y que una gran mayoría de hombres adultos sienten atracción por mujeres adolescentes, otros mantienen que puede ser equiparada con la pedofilia, que es claramente un trastorno sexual. Es espantoso, pero existe también la infantofilia, cuando personas adultas experimentan atracción sexual hacia niños de entre 0 y 5 años.

La hebefilia, también conocida como complejo de Lolita es la atracción hacia menores cuyo físico corresponde más bien al de una o un preadolescente (niña, niño puber) se le conoce como la atracción hacia individuos o pubescentes jóvenes usualmente entre los 10 y 13 años de edad.

La pedofilia es un rasgo multifactorial de la personalidad, y se compone de aspectos mentales, institucionales, de actividad, de educación sexual, de violencia y de control de las pulsiones, entre otros. En este sentido, se suelen distinguir dos tipos de pedofilia: una primaria o esencial, muy arraigada en el sujeto, y otra secundaria (u otras), que aparecería motivada por factores circunstanciales.

Las conductas pedófilas son muy heterogéneas, desde casos inofensivos, hasta aquellos en que alcanzarían niveles que rozan lo criminal, excediendo de un problema de salud mental cuando existe abuso físico de un menor.

Puede ser un abuso cruel hasta la muerte, como el caso del barón de Rais, Gilles de Montmorency-Laval, conocido como Gilles de Rais. Nacido en 1405, la historia de una bestia, de un loco, de un sádico fue su camino hacía su condena a muerte en 1440 por matar a mas de 140 niños, aunque se cree que la cifra rondó mas de 200, 

Guilles de Rais comienza a atraer a niños y jovenes a su castillo, con la idea de que iba a construir una capilla y crear un coro con voces jovenes. Una vez en el castillo sometió a los niños a torturas imposibles, evisceraciones, decapitaciones, violaciones, y practicó la necrofília con los cadáveres. Dejó escrito:

‹‹Yo, Gilles de Rais, confieso que todo de lo que se me acusa es verdad. Es cierto que he cometido las más repugnantes ofensas contra muchos seres inocentes —niños y niñas— y que en el curso de muchos años he raptado o hecho raptar a un gran número de ellos —aún más vergonzosamente he de confesar que no recuerdo el número exacto— y que los he matado con mi propia mano o hecho que otros mataran, y que he cometido con ellos muchos crímenes y pecados.

Confieso que maté a esos niños y niñas de distintas maneras y haciendo uso de diferentes métodos de tortura: a algunos les separé la cabeza del cuerpo, utilizando dagas y cuchillos; con otros usé palos y otros instrumentos de azote, dándoles en la cabeza golpes violentos; a otros los até con cuerdas y sogas y los colgué de puertas y vigas hasta que se ahogaron. Confieso que experimenté placer en herirlos y matarlos así. Gozaba en destruir la inocencia y en profanar la virginidad. Sentía un gran deleite al estrangular a niños de corta edad incluso cuando esos niños descubrían los primeros placeres y dolores de su carne inocente.

Contemplaba a aquellos que poseían hermosa cabeza y proporcionados miembros para después abrir sus cuerpos y deleitarme a la vista de sus órganos internos y muy a menudo, cuando los muchachos estaban ya muriendo, me sentaba sobre sus estómagos, y me complacía ver su agonía…

Me gustaba ver correr la sangre, me proporcionaba un gran placer. Recuerdo que desde mi infancia los más grandes placeres me parecían terribles. Es decir, el Apocalipsis era lo único que me interesaba. Creí en el infierno antes de poder creer en el Cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. En el campo de batalla el hombre nunca desobedece y la tierra toda empapada de sangre es como un inmenso altar en el cual todo lo que tiene vida se inmola interminablemente, hasta la misma muerte de la muerte en sí. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta de que podía respirar. Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roído por los gusanos.

Yo soy una de esas personas para quienes todo lo que está relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo. (…) Si lo pudiera describir o expresar, probablemente no habría pecado nunca. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla.››

En el uso popular, la palabra pedofilia se suele aplicar a cualquier interés sexual en los niños o el acto de abuso sexual infantil. Aunque hay pedófilos que no abusan de los menores de edad, las personas que cometen abuso sexual infantil a veces presentan el trastorno, y a veces no buscan violar a una niña o niño por su edad, sino porque se les puso más a tiro.

Las niñas y adolescentes son las víctimas ocultas de los abusos sexuales en la Iglesia. Tres de cada diez menores que han sufrido abusos sexuales en contextos religiosos son niñas, según revelan estudios de España, Australia, Alemania o Bélgica y se las ha ignorado. Como al 70% de niños dejados al cuidado de los sacerdotes, que tienen predilección por los varones.

No hay cura para la pedofilia desarrollada, pero hay tratamientos que pueden reducir la incidencia de una persona que comete el abuso sexual infantil. Las causas exactas de la pedofilia no se han establecido de forma concluyente. Algunos estudios de pedofilia en los delincuentes sexuales de niños lo han correlacionado con diversas anomalías neurológicas y patologías psicológicas. 

La pedofilia emerge antes o durante la pubertad, y es estable en el tiempo. Es auto-descubierta, no elegida.​ Por estas razones, la pedofilia ha sido descrita como un trastorno de la preferencia sexual, fenomenológicamente similar a una orientación sexual heterosexual u homosexual. Estas observaciones, sin embargo, no excluyen la pedofilia del grupo de los trastornos mentales debido a que los actos de pedofilia causan daño, y los pedófilos, a veces, pueden ser ayudados por profesionales de salud mental para abstenerse de actuar sobre sus impulsos pero estos tratamientos no tienen alta tasa de éxito para que cambien su conducta.

La casuística clínica ha evidenciado el tipo de necesidades emotivas que la práctica pedófila puede satisfacer en los afectados: en primer lugar, se trata de casi el único modo de alcanzar para ellos la excitación sexual; les permite sentirse poderosos a través del control ejercido sobre el niño, y como consecuencia les sirve para aumentar su autoestima; y su relación con niños consigue consolar las privaciones del pedófilo en su vida sexual y con su propia realización como persona. En este sentido, en determinados casos en que la relación entre el pedófilo y el menor se prolonga en el tiempo, puede haber por parte del adulto un enamoramiento real con esa persona a la que él considera como su joven pareja, sobre todo cuando esta se halla en la edad de paso entre la infancia y la pubertad.

Las terapias dirigidas a los pedófilos son, por lo general, las mismas que se emplean con los pacientes que presentan parafilias, es decir, tratamientos de carácter psicológico y farmacológico. Desde el punto de vista psicológico, algunos estiman útil una aproximación analítica, es decir, la exploración del inconsciente para comprender por qué se ha creado en la infancia y luego ha arraigado esta inclinación sexual. Otros, en cambio, prefieren trabajar sobre el síntoma a través de una terapia conductual, cuyo objeto es inducir un cambio en los gustos y costumbres. Algunos otros consideran verdaderamente eficaces sólo las terapias a base de fármacos, bien para intentar reducir el impulso sexual durante el periodo de administración del mismo, bien para reorientar este impulso hacia formas aceptables.

Dado que en muchas ocasiones el pedófilo está obsesionado por su inclinación, en el sentido de pensar y elaborar continuamente estrategias para conseguir sus contactos con los niños, se piensa que puede ser productivo para él un periodo largo de calma y reflexión.

La mayor parte de los países conservan un derecho penal de acto por lo que se castiga el acto de abusar sexualmente de un niño, y no la mera tendencia sexual pedófila. 

Alrededor de la década de 1960, surgieron organizaciones diversas de activismo pedófilo. Algunas de ellas sostienen, entre otras cosas, que es necesario una disminución (o abolición) de la edad de consentimiento sexual, o la legalización de la posesión de pornografía infantil. Jean-Paul Sartre, Michel Foucault y Jacques Derrida, entre otros, firmaron una petición al parlamento francés que hubiese permitido la pedofilia con niños "de 12 y 13 años".

Según el grupo de Educación para la Salud de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), para que los pacientes conozcan mejor sus enfermedades, hay que saber lo siguiente:

"1. ¿EN QUÉ CONSISTE LA ENFERMEDAD?

La pedofilia es un trastorno psiquiátrico en el que el afectado tiene excitación o placer sexual a través de actividades o fantasías sexuales con niños o jóvenes, con frecuencia entre 8 y 12 años. Pueden dirigirse a algunos del sexo contrario del pedófilo o del mismo.

2. ¿PODRÍA HABERLA EVITADO?

Lo mejor es que si alguien tiene esos impulsos acuda al psiquiatra. A veces son personas que han sufrido abusos sexuales en la infancia, y puede iniciarse en jóvenes que buscan en internet imágenes de niños desnudos.

3. ¿QUÉ DEBO HACER PARA MEJORARME?

Cuando vas al psiquiatra este puede ofrecer varios tratamientos. Por ej. psicoterapia cognitivo-conductual, o que tomen medicamentos, lo que supone una castración química, que consiste en tomar hormonas que disminuyan la producción de testosterona y con ello los deseos sexuales. O hacerlo a través de una castración quirúrgica, que elimine los testículos con el mismo fin.

4. ¿CUÁL ES EL PRONÓSTICO?

General es pobre porque la persona puede recurrir. Es una enfermedad en la que el daño lo sufre el otro, y que fue objeto del pedófilo, en ocasiones puede ser incluso violado."

No sé si alguien querrá castrarse, pero el Papa, para corregir sus palabras, debería ante la más mínima denuncia, administrar medicamentos a sus sacerdotes, y recomendarlo a sus feligreses.

Sin embargo, en la Lista de Epstein, cuyos nombres empiezan a publicarse, hay celebridades que visitaron la isla o que tenían relación con el empresario, pero que no participaron en las actividades delictivas. En algunas ocasiones, incluso se trata de nombres que solamente fueron mencionados por Epstein como personas que tenían trato con él.

No sabemos si estos invitados iban a disfrutar del clima tropical del complejo, si sabían de los continuos casos de pederastia, si fueron como voyeurs o si tuvieron sexo con menores. El caso es que Epstein grababa los encuentros y tenía pillados a muchos miembros de las élites. 

Las celebridades que aparecen en los documentos de Jeffrey Epstein incluyen a Bill Clinton, Donald Trump, Michael Jackson, el mago David Copperfield, los actores Kevin Spacey, Leonardo DiCaprio, Bruce Willis, Cameron Diaz y Cate Blanchett, la modelo Naomi Campbell, el director George Lucas y otros nombres que inimaginablemente puede sospecharse de su pedofilia, como el Príncipe Andrés de Inglaterra, el científico paralítico Stephen Hawking, el Papa Juan Pablo II, Ophrah Winfrey, Alexandra Cousteau y Chris Tucker. A medida que se sepan más nombres, publicaré artículos porque la élite española, desde lo más alto a otros menos relevantes, visitó la isla privada.

Desde 1997, adultos que buscan poder tener relaciones sexuales consensuadas con menores de edad conmemoran cada 24 de junio lo que denominan "Día del Orgullo Pedófilo".

Las fantasías de los gays (antiguamente llamados maricones), solos o en pareja, no tienen límite o por lo menos la Ley para ellos no lo es, y siempre habrá papitos buscando nene, igual que siempre habrá padres de familia que sueñan con una Lolita.

"...se hallaba tendido en una chaise-longue, y tenía en su blanca mano una rosa sin perfume."

O. Mirebau


Es tan adorable introducirme

en su lecho, y que mi mano viajera

descanse, entre sus piernas, descuidada,

y al desenvainar la columna tersa

—su cimera encarnada y jugosa

tendrá el sabor de las fresas, picante—

presenciar la inesperada expresión

de su anatomía que no sabe usar,

mostrarle el sonrosado engarce

al indeciso dedo, mientras en pérfidas

y precisas dosis se le administra audacia.

Es adorable pervertir

a un muchacho, extraerle del vientre

virginal esa rugiente ternura

tan parecida al estertor final

de un agonizante, que es imposible

no irlo matando mientras eyacula.