Se inicia y abre en tí, pero estás ciega
para ampararlo y si camina ignoras
por flores de mujer o espada de hombre,
ni qué alma prende en él, ni cómo mira.
Lo acunas balanceando, rama de aire,
y se deshace en pétalos tu boca
porque tu carne ya no es carne, es tibio
plumón de llanto que sonríe y alza.
Sombra en tu vientre apenas te estremece
y sientes ya que morirás un día
por aquél sin piedad que te deforma.
Una frase brutal te corta el paso
y aún rezas y no sabes si el que empuja
te arrolla sierpe o ángel se despliega.
El ayatolá Jameneí, líder supremo de Irán, se dirigía hace muy poco a una multitud de musulmanas a las que dirigió estas frases: “Todas las cosas que destruyen a la familia se agrandan cada día más en Occidente. Todas esas cosas son destructivas para los cimientos de la familia. La libertad sexual y el exceso en la proliferación de las transgresiones sexuales y la promiscuidad destruyen a la familia”.“En el conjunto de la creación del ser humano el papel de la maternidad es el más elevado dado que, de no haber maternidad ni alumbramiento, si no hay embarazo ni amamantamiento, la renovación generacional se detendrá irremisiblemente. Por tanto, la maternidad es la función más importante en el mundo de la creación, en el mundo del ser humano. El Islam le da importancia”.
Francia reforma el artículo 34 de su Constitución, tras el visto bueno del Senado y el Congreso, por 780 de los 925 parlamentarios. En su nueva redacción recoge «la libertad garantizada de la mujer a recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo».
Medio siglo después de legalizar el aborto, Francia da este paso tras la decisión del Supremo de Estados Unidos de revertir la jurisprudencia que le daba protección federal.
Sumar quiere seguir el ejemplo de Francia e incluir en aborto en la Constitución española: pide que este 8M, día de la mujer, se convierta en movilizaciones para pedir blindar el aborto en la constitución española y alaba a todas las mujeres que trabajaron para poder acabar con la vida de sus hijos en España. La Ministra de Infancia y Juventud también se ha declarado a favor de "blindar ese derecho".
Mejor que una educación sexual e información, y no llegar al asesinato de seres indefensos, la práctica del aborto se conceptúa como un DERECHO, sin dar opción a propuestas como la de VOX a que toda mujer que vaya a abortar debería de ser informada de la intervención que se le va a practicar, con videos ilustrativos a poder ser. Que no piensen que esas intervenciones son tan limpias y asépticas como lo que las quieren hacer ver.
Es una opinión mayoritaria también en la centroderecha francesa, uno de cuyos líderes, Gabriel Attal, pronunciaba: "El hombre que soy nunca experimentará la angustia que experimentaron estas mujeres, privadas de la libertad de controlar sus cuerpos durante décadas. El hombre que soy nunca conocerá el sufrimiento físico de aquellos tiempos, cuando el aborto era sinónimo de secretismo vergonzoso, dolor indescriptible y riesgos fatales. El hombre que soy nunca conocerá el sufrimiento moral, frente al peso de una sociedad que prefirió silenciar y condenar. Pero el hermano, el hijo, el amigo, el Primer Ministro que soy recordará toda su vida el orgullo de haber estado en esta tribuna en este día que se consagrará la lucha de hombres y mujeres de todas las ideologías y sensibilidades, juntos, que han hecho posible este momento en el que podemos, juntos, llenos de emoción, cambiar nuestro derecho fundamental para reconocer la libertad de las mujeres, AL FIN. Hoy Francia ha enviado un mensaje histórico al mundo entero: los cuerpos de las mujeres les pertenecen y nadie tiene derecho a disponer de ellos en su lugar. Es una segunda victoria para Simone Veil y para todas aquellas que abrieron el camino."
La ley del aborto fue la ley de Simone Veil, que era parte de un gobierno de la UDF (el centroderecha francés), así que no nos puede sorprender.
El popular Feijóo en junio de 2022, pocas semanas después de haber alcanzado la presidencia del PP, dijo: “El aborto es un hecho con el que convive la sociedad española desde hace muchos años. Todos los países de la Unión Europea tienen regulado ese derecho. Esa situación hay que regularla no buscando la división, sino lo que tenemos en común”.
Tras la sentencia del Tribunal Constitucional, Feijóo fue un paso más allá: “La ley de plazos está bien construida, es una ley correcta, constitucional. Merece mi respeto. Hay otros aledaños en los que no estamos de acuerdo, pero en la España actual una ley de plazos es una ley correcta”.
Thomas Jefferson dijo: La maternidad es la clave de bóveda de la felicidad matrimonial. En mi opinión, y según su nombre indica, la existencia del contrato matrimonial en culturas y costumbres muy alejadas, deriva de su vocación de permanencia que, a su vez, descansa sobre los deberes filiales. Sin hijos, ¿por qué existiría un pacto de amor y respeto "sine die"?.
El Comité Episcopal para la Defensa de la Vida, dependiente de la Conferencia Episcopal Española, relaciona con el valor y la dignidad de la vida humana, el fenómeno del aborto provocado, su realidad biológica, tratamiento legal, consideración social y sus aspectos ético-morales.
Se ha dicho que la Humanidad ha vivido cambios más profundos en los últimos cien años que en todo el resto de la historia del hombre sobre la Tierra. Lamentablemente, todos estos progresos no siempre han ido unidos al correspondiente crecimiento moral de la persona, a velar por la dignidad amenazada de la persona o el mandato constitucional de proteger la intimidad individual y familiar de las intromisiones. En particular, no se defiende el derecho a la vida, y aun es objeto de agresiones inequívocas, tanto por la actitud de sectores amplios de nuestra sociedad como por la propia legislación vigente en España.
La Medicina entiende por aborto toda expulsión del feto, natural o provocada, en el período no viable de su vida intrauterino, es decir, cuando no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir. Si esa expulsión del feto se realiza en período viable pero antes del término del embarazo, se denomina parto prematuro, tanto si el feto sobrevive como si muere.
En ocasiones se actúa sobre embarazos de hijos viables, matándolos en el interior de la madre o procurando su muerte después de nacer vivos.
Por eso para lo obispos no tiene sentido decir, como el Islam, que el hijo recién concebido no es un ser humano porque no tiene aspecto de niño, como suponer que el niño no es un ser humano porque no tiene el aspecto externo del adulto.
Con los actuales conocimientos genéticos, es indudable que cada ser es lo que es desde el momento de la fecundación.
La vida de un ser humano es un largo proceso que se inicia cuando de dos gametos, uno masculino y otro femenino, surge una realidad claramente distinta: el nuevo ser humano, fruto de la fecundación, quien en las distintas etapas de su desarrollo recibe nombres distintos: el cigoto es la primera célula que resulta de la fusión de las células masculina y femenina. Tras unas primeras divisiones celulares, este ser humano recibe el nombre de mórula, en la que pronto aparecerá una diferenciación entre las células que formarán el embrión y las destinadas a formar la placenta. En esta nueva fase, el ser humano se llama blastocisto, y anidará en la pared del útero de su madre. Después se irán diferenciando sus órganos, unos antes que otros, durante todo el período embrionario, al tiempo que la placenta se desarrolla por completo. El embrión se llamará entonces feto, y continuará su crecimiento mientras se produce la maduración funcional de sus órganos hasta que, en un momento dado, nacerá y se llamará neonato, recién nacido.
En el supuesto de que alguien tenga dudas acerca de si en un instante concreto ya comienza a existir un nuevo ser humano o todavía no existe, debe abstenerse de interrumpir su normal desarrollo o de darle tratos indignos del hombre, pues ante esta duda debe prevalecer la posibilidad de que sí estemos ante un ser humano; al igual que, en caso de duda sobre si un hombre está ya muerto o todavía no, se exige que se le respete como ser humano vivo hasta que haya certeza de su muerte. Hasta tal punto la sociedad valora la protección de la vida humana, que para extirpar un órgano con destino a un trasplante no basta con la probabilidad de que el donante haya fallecido, sino que se exigen rigurosos criterios científicos para diagnosticar su muerte.
La palabra “seguridad” es completamente inadecuada para los abortos: por aspiración existe el riesgo de infecciones e incluso de perforación del útero, y que a la hemorragia se una la lesión de órganos abdominales de la madre. Este riesgo se incrementa en los abortos por legrado. En los abortos por inducción de contracciones las complicaciones más graves son las hemorragias y las embolias, y en las “mini cesáreas” se corre el riesgo de desgarros de la cicatriz y de infecciones sobreañadidas. En las inyecciones intraamnióticas puede producirse el paso de las sustancias tóxicas al sistema circulatorio de la madre.
Es cierto que estas complicaciones no son muy frecuentes y que la mortalidad materna no es alta (aunque hay complicaciones y hay muertes), pero existen secuelas importantes derivadas de estas manipulaciones, que pueden influir seriamente en el desarrollo de embarazos posteriores.
Hay que mencionar también aquí el alto riesgo de alteraciones psíquicas que pueden aparecer muchas veces de forma tardía. El aborto supone frecuentemente para la madre, aunque se someta a él voluntariamente, un fuerte trauma psíquico.
La autonomía de la conciencia individual debe respetarse en función de la persona humana, pero precisamente por esta convicción los Estados tienen la exigencia ética de proteger la vida y la integridad de los individuos, y despreciarían gravemente esta exigencia si se inhibieran en el caso del aborto provocado, como la despreciarían en el de la tortura. En efecto, carece de sentido una argumentación según la cual los Estados deberían permitir la tortura cuando chocasen el interés de los torturados por obtener una información o una confesión y el de las víctimas por no facilitarla o no confesar. Esta cuestión es, desde luego, un problema científico, político y social grave. Pero también es, y en gran medida, un serio problema moral para cualquiera, sea o no creyente.
El que procura un aborto, si sabe que la Iglesia lo castiga de este modo riguroso, queda excomulgado. El Canon 1398 dice: “Quien procura un aborto, si éste se produce, incurre en excomunión Latae sententiae”. Por otra parte, el Canon 1041 establece que el que procura un aborto, si éste se consuma, así como los que hayan cooperado positivamente, incurre en irregularidad, que es el impedimento perpetuo para recibir órdenes sagradas.
Incurrir en excomunión significa que un católico queda privado de recibir los Sacramentos mientras no le sea levantada la pena: no se puede confesar válidamente, no puede acercarse a comulgar, no se puede casar por la Iglesia, etc. El excomulgado queda también privado de desempeñar cargos en la organización de la Iglesia.
Los médicos y el personal de Enfermería, aunque no sean católicos y ni siquiera creyentes, están protegidos por sus respectivas organizaciones profesionales para no actuar contra sus convicciones en esta materia. El Tribunal Constitucional ha dicho expresamente (Sentencia de 11 de abril de 1985) que el derecho a la objeción de conciencia está amparado por la Constitución y, en consecuencia, se puede obtener de los jueces y tribunales la pertinente protección de este derecho.
Como conclusión, Ipe Utrera-Molina, muy recientemente afirmó en redes que: "En cualquier caso, la defensa de la vida no se debe enfocar solamente desde la óptica religiosa -que también- sino tb. desde una perspectiva del derecho natural, del humanismo y de la evidencia científica. El embrión es un ser humano y como tal merecedor de protección."