GUZMAN1

sábado, 23 de marzo de 2024

"EL PATIO", de Evaristo Ribera Chevremont.


El patio, en su trinchera de alambres y cordeles,

goza la paz, templada de sol, del mediodía.

Advierto en sus rincones arrugados papeles,

montones de botellas, tirada trapería.


Soleados, orondos, maduros, dilatados,

irrumpen los tomates, irrumpen los pimientos.

Junto a los acentuados verdes, los encarnados

apuntan, con vigores sumos, sus ardimientos.


El aire se satura del olor de las tinas;

y, adueñados del simple, doméstico recinto,

su copula efectúan el gallo y las gallinas

en los desbordamientos vitales del instinto.


En detalles que indican simplicidad, abunda

el patio. Muy gozosa de su vida ligera,

de su vida que es vida llameante y fecunda,

descubre allí sus frutos colosales la higuera.



La Unió Llauradora i Ramadera ha detectado un nuevo cargamento de fresas contaminadas con hepatitis A proveniente de Marruecos. Nueve días después de otro suceso similar, que había sido denunciado por la Asociación Valenciana de Agricultores, la Unió da esta vez la voz de alarma por la presencia de contaminación por el virus y reclama que se garantice la seguridad alimentaria. 

La información proporcionada por el Sistema de alerta rápida para alimentos y piensos (RASFF) detalla que estas fresas presentan niveles de hepatitis A superiores al límite máximo permitido, lo que significa que plantean un riesgo serio y significativo a la salud pública.

Sin embargo, desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) señalan que la incidencia «no está clasificada oficialmente como alerta». Existen cuatro tipos de notificaciones del RASFF, que implican diferentes niveles de riesgo e importancia. El nivel más alto de gravedad es el de las notificaciones calificadas como alertas, que exigen una acción inmediata por parte de las autoridades. El segundo nivel es el de las notificaciones de información, como es el caso de las fresas contaminadas con hepatitis A.

En estos casos, «se ha identificado un riesgo, pero el producto no ha llegado al mercado o el riesgo no requiere una acción rápida», aclara la OCU, que explica que "se trata de un alimento contaminado, probablemente por las aguas con que se ha regado"las medidas recomendadas:

Lava las frutas y verduras cuando te las vayas a comer (no antes) y elimina todas las zonas dañadas.

Frota la piel para eliminar una mayor cantidad de residuos y otros posibles contaminantes, siempre y cuando la superficie de la fruta o vegetal lo permita, como por ejemplo en el caso de manzanas, peras o calabacines.

Cabe señalar que los virus responsables de la hepatitis A son resistentes a distintos ambientes y pueden soportar los tratamientos comunes aplicados en la producción de alimentos para eliminar o controlar bacterias dañinas, por lo que conviene tomar las precauciones indicadas y reforzar las medidas de higiene de manos.

Lavar las verduras y frutas es fundamental incluso aunque no tengan suciedad visible en su superficie.

Se cree que la contaminación pudo haberse originado a partir del uso de aguas que estaban en contacto con materia fecal para irrigar los cultivos. El contagio a través del consumo de agua, si bien no es tan común en España, puede ocurrir cuando esta se contamina con aguas residuales o no ha sido tratada adecuadamente.

Aquí hace muchos años que no se riegan las frutas y verduras con aguas residuales, en Marruecos es lo normal, y luego en el supermercado que trae esos productos regados con aguas turbias, se te lanza una frutera como una pantera si no te pones guantes.

¿Se deben suspender los acuerdos agrícolas y la importación de fresas y otros alimentos de Marruecos mientras no haya las mismas inspecciones y controles a sus  alimentos que en el resto Europa?

¿Se debe cerrar el Puerto de Algeciras de manera definitiva, tanto para los camiones, autobuses, motos, patinetes, gente portando fardos, abuelas, niños...?. ¿Por qué no debe ser así?. Es que si el consumidor, no compra productos marroquís, claramente tendrán que llevar su producto a otro lado.

Las mismas condiciones para todos o no compro nada de Marruecos. Pero ¿sabemos de dónde vienen los productos que venden en el supermercado?

Muchos de los productos que los españoles compran en el supermercado no proceden de España aunque las marcas sean nacionales. Es más, pese a que los medios han difundido que los códigos de barras que comienzan por 84 son españoles, la realidad es que este no es un buen indicativo para saberlo, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

Las frutas y verduras que se encuentran en el supermercado vienen de muchos países: Marruecos, China, Costa Rica, Guatemala o Sudáfrica.

En concreto, aunque cuenta con un código de barras que comienza por 84, hay marcas que comercializan las judías marroquíes que contienen pesticidas que triplican los límites del Reglamento nº 293/2013 de la Comisión Europea.

En su envase, un producto contiene una etiqueta en la que consta «elaborado en España», aunque si se mira bien se revela la verdadera procedencia extranjera, especialmente, en la letra pequeña.

Pero esto no siempre garantiza con seguridad que el alimento sea 100% español. El etiquetado debe incluir el país de origen o el lugar de procedencia, pero puede resultar confuso en algunas ocasiones: si intervienen dos países en la elaboración, en la etiqueta debe indicarse como país de origen aquél en el cual se ha hecho la última transformación de su ingrediente principal, el cual tiene que representar más del 50% del alimento.

La OCU asegura que es muy complejo averiguar de verdad el origen de los productos que compramos. Para conseguir conocer con exactitud la verdadera procedencia de un producto, los españoles deberán pedir cambios legislativos, pues la normativa actual no establece la obligación de ofrecer este tipo de información en los envases.

Se debe cesar TODO con Marruecos. ¿se va a hacer? No y de hacerse ¿en España? Menos. La gente no debe consumir productos que vengan de otros países si los hay aquí. El problema es que son más baratos porque no tienen los mismos requisitos de aquí y hay gente que no puede pagar más. Los boicots de todo o nada son como escupir hacia arriba.

Somos los españoles los que tenemos que rechazar esas verduras o frutas, debemos  comprar productos nacionales. No solamente de Marruecos. También de cualquier país que no cumpla las mismas normativas que hay en Europa. Por supuesto con Ucrania: que estén en guerra no quiere decir que tengamos que tragarnos el nalpalm o el fósforo de las bombas en el grano que nos venden, por supuesto sin fitosanitarios ni controles, todo para "pagar" ayuda de guerra. Nos sale ya muy cara la guerrecita.

Otros países tampoco cumplen como Turquía, Egipto y Sud América y es evidente que, lo que carece de los estándares europeos no puede venderse en Europa. No creo que se deban "suspender" en concreto a Marruecos, lo que hay es que aplicar exactamente las mismas trabas a los productos que vengan de fuera que a los internos, debemos ser los únicos gilis del mundo que no lo hacemos.

Pero el mayor problema es que la UE ha permitido que los puertos de Marruecos sean los puertos donde se descarguen todos los productos extracomunitarios, sin inspecciones fitosanitarias y de otra índole. Todo para no pasarse con el tope de CO2 que permite la UE. Europa es cómplice. Y todo por la patraña del cambio climático que no existe. Ya se encargan ellos de entorpecer la posibilidad de llegada de agua por el yoduro de plata, con el que nos fumigan. Y así Europa no amplia sus emisiones de CO2 cuando es en países como China donde se producen más emisiones contaminantes.

Tan ecologistas que son en la UE y se permiten contaminar en las mismas fronteras. Hay que aislar el problema para proteger realmente a agricultores y ganaderos.

Hacen leyes inútiles y cuando es necesario legislar de verdad, hay pactos secretos que no nos contarán para favorecer a los de fuera y perjudicar a los nuestros. ¿Para que sirve, si no, la Comunidad Económica Europea?

Quien lo debe decidir es Bruselas. Y el moroccogate, el Qatargate y otros casos similares, que por cierto están en el limbo y sin resolución judicial alguna, no lo permiten. Es un caso que sobrepasa a España. se ve que los negocios del magreb y el Golfo tienen mucho peso.

Marruecos se está convirtiendo en la gran huerta no sólo de Europa, sino también de España. Según los últimos datos de comercio exterior del Ministerio de Agricultura, entre 2018 y 2022 el importe de las importaciones agroalimentarias procedentes del país magrebí aumentaron un 37,1%, hasta 2.108 millones de euros.

Hay productos donde el crecimiento de las importaciones está, además, especialmente disparado, como es el caso, por ejemplo, de la sandía. En tan solo diez años, de acuerdo con los datos de la organización agraria Coag, las importaciones de esta fruta procedente de Marruecos ascendieron casi quince veces más.

En millones de euros, la importación de melones y sandías ha subido un 53% entre 2020 y 2022; las de frutas y hortalizas lo ha hecho en un 41% y la de legumbres un 4,4%. El ranking, no obstante, lo encabeza la remolacha azucarera y la caña de azúcar con un crecimiento en solo dos años del 75%. 

Entre 2020 y 2022, las importaciones a Marruecos de tomates frescos también se han elevado un 31,5%, pero es que si se echa la vista atrás, desde 2013 han subido un 52%.

Como consecuencia de esta creciente competencia marroquí, las organizaciones agrarias ya han alertado de una caída del 22% en la producción del tomate en España hasta 2035. Para los agricultores, todo esto derivará en una mayor dependencia de la Unión Europea y un auge de las importaciones de terceros países.

Las organizaciones agrarias como Asaja, Coag o UPA critican la presión normativa de la Comisión Europea y aseguran que "mientras nos dedicamos a desregular la entrada de producto de terceros países, nuestros competidores refuerzan las ayudas a la agroexportación, ahondando en el dumping comercial". Marruecos ha comenzado a subvencionar desde el pasado mes de octubre la producción de tomates, junto a la de cebollas y patatas.

Además, el gobierno marroquí movilizará 600.000 toneladas de fertilizantes fosfatados, sumado al auge de las producciones hortofrutícolas a través del Plan Marruecos Verde y del Plan Generación Green, así como por la incorporación fraudulenta de las producciones del Sahara Occidental de frutas y hortalizas que llegan a Europa con el etiquetado de origen marroquí, lo que vulnera normativas europeas de derecho a la información del consumidor.

Es difícil saber de dónde vienen esos tomates, pepinos, melones o calabacines. Todos baratos y con etiqueta de "Origen: Marruecos"; sin embargo, cada vez hay más regiones saharauis ocupadas con invernaderos y plantaciones intensivas que no sólo se destinan a satisfacer la demanda interna de hortalizas, frutas y verduras; también son centros de producción dedicados a la exportación hacia Europa. Ninguno de estos alimentos es vendido en las cadenas de alimentación del viejo continente con el etiquetado de origen saharaui. A ojos del ciudadano europeo esos productos son marroquíes, lo que supone una vulneración flagrante de las normativas sobre trazabilidad aprobadas por Bruselas. 

Una reciente investigación de la Fundación Mundubat afirmaba que el 14% de los tomates que Marruecos envía a Europa proceden realmente de plantaciones asentadas en territorio ocupado, la mayoría en la región de Dakhla, donde se asientan algunas empresas vinculadas a la monarquía de Mohamed VI y al actual jefe del Gobierno, Aziz Akhannouch. Lo mismo ocurre con el melón, producto del que no hay datos ni estimaciones, pero del que se han constatado vía satélite plantaciones extensas en esa zona ocupada. El género se cultiva en el territorio saharaui, con mano de obra de colonos marroquíes, y después se envía en camiones hacia Agadir, donde se mezcla con el resto de producción cultivada de manera legal en suelo de Marruecos.

El reglamento 543/2011 de la UE hace hincapié en la obligación de que las frutas y hortalizas importadas por Europa desde otras regiones del mundo deben llevar la indicación "de forma legible y clara" de la información relacionada con el país de origen. Además, la Ley de Información al Consumidor de la UE pone de manifiesto que cualquier ciudadano debe tener el derecho a saber la procedencia real de cualquier alimento por razones éticas o morales relacionadas con la forma en la que se ha podido cultivar. Las dos normativas estarían siendo vulneradas por Europa, pero también por la mayor parte de los Estados miembros, que no han diseñado leyes para prohibir el comercio con zonas marcadas por conflictos de ocupación.

El Tribunal General de la Unión Europea dictó una sentencia histórica que anulaba el acuerdo comercial entre la UE y Marruecos sobre todos aquellos productos que provengan de recursos originarios del Sáhara Occidental. Se reconocía de esta forma que el Frente Polisario era el representante legítimo del pueblo saharaui y que este debería ser el órgano interlocutor con quien Bruselas debería negociar los asuntos pesqueros y agrícolas.

Pese a ello, el distintivo alimentario de origen saharaui no llega. Arabi, representante del Frente Polisario, declara que tras la sentencia no ha habido ningún acercamiento por parte de las instituciones europeas y españolas para negociar acuerdos comerciales sobre los recursos del Sáhara Occidental. De hecho, Bruselas ya ha presentado un recurso sobre la sentencia del TGUE con el apoyo de España y Francia.

La idea de un etiquetado para el Sáhara enlaza con la necesidad obligada por esta sentencia histórica de establecer acuerdos directos entre el Polisario y la UE, sin contar con Marruecos.

El campo español atraviesa un momento convulso y lleno de dificultades. La sequía ha hecho mella en gran parte de las producciones agrarias, lo que unido a la proliferación de otros fenómenos meteorológicos extremos, como aguaceros, heladas y pedriscos, ha provocado que la siniestrabilidad se haya elevado en 2023 un 61%, hasta los 1.300 millones de euros en pérdidas, según los datos de Agroseguro.

Y desde el punto de vista legislativo, no ha ido mucho mejor. "Bruselas se ha cebado con los agricultores y ganaderos y el campo español tiembla con cada nueva medida que se pone en marcha", explican desde Asaja. Ante todo ello, según esta organización, "la rentabilidad de los productores agrícolas, y no digamos de los ganaderos, está cada vez más en entredicho y la preocupación e indefensión que sentimos, para afrontar un nuevo año, es máxima".

Debería estar prohibida por ley la compra de alimentos a Marruecos pero hay teléfonos de por medio. Queremos los mismos requisitos. Igualdad de condiciones a la importación. Eso sería lo justo y lo correcto para todos, agricultores y consumidores, pero lo importante es ¿de quién son las empresas que operan en Marruecos?

Es una situación ante la que la industria agroalimentaria española solo parece ver una salida: tomar posiciones en Marruecos para ser más competitiva y poder exportar a Europa. La fuerte subida de los costes y el alza de los salarios y las cotizaciones sociales ha provocado que en solo tres años el número de empresas del sector que han abierto delegaciones en el país norteafricano haya crecido un 35%.

Son ya un total de 50 compañías, el 16% de las más de 300 registradas en total por el Icex. Entre las compañías allí instaladas, entre otras muchas, hay envasadores de aceite, como Acesur, la propietaria de Coosur y La Española; Borges o Alimenter; compañías de frutas y hortalizas como Agroatlas Europa, Iberfruta, Plantas de Navarra o Agrícola Perichan; de conservas, como Garavilla o Francisco Gil Gomes; de bulbos y semillas, como Agromillora Catalana o Semillas Fito o Florimond y de maquinaria agrícola, como Internaco; de riesgo, como Nutricontrol. Aunque hay casos como el del gigante del arroz Ebro Foods, propietario de marcas como Brillante, que llevan años instaladas en Marruecos para abastecer el mercado local, el objetivo que se persigue en la mayoría de los casos es el de reducir los costes para poder ser más competitivos. Es un caso similar al de Juver, que distribuye también para el mercado local.

La organización de agricultores y ganaderos Coag apunta asimismo que "las condiciones de producción desiguales, por disponer de productos fitosanitarios que en la UE están prohibidos o por permitir condiciones laborales a veces abusivas y costes salariales muy inferiores, hacen que las producciones procedentes de países como Marruecos o Turquía compitan deslealmente a su entrada en los mercados europeos". De hecho, hay productos, como el tomate, donde la Comisión Europea prevé ya una caída del 22% de la producción hasta 2035.

"Lo más grave de todo es que Bruselas es consciente de ello y no pretende poner remedio", asegura Andrés Góngora, secretario provincial de Coag en Almería. A pesar de la polémica abierta tras el ataque de la exministra francesa de Medioambiente, Ségoléne Royal, contra el tomate español, al que calificó de "incomestible", lo cierto es que las importaciones de tomate marroquí al mercado europeo se han incrementado en un 52% desde 2013 a 2022, mientras que los procedentes de Turquía casi se han cuadruplicado.

La intoxicación de 1981 no fue causada por el aceite de colza, sino que fue debida a la mala utilización de pesticidas organofosforados en una plantación de tomates en Almería. La negligencia por parte de un agricultor puede darse de nuevo sin control de los productos extracomunitarios. Parece que allí están relevados de cumplir con los controles y que haya más permisividad con los productos importados que con los nacionales, lo que además de poner en desventaja al sector agrícola español está poniendo en riesgo la salud de todos.

No se pueden estar exigiendo en España medidas fitosanitarias extremas y costosas, mientras se permite que terceros países metan productos en nuestro mercado sin iguales controles. Evidentemente, hay que suspender la entrada de productos procedentes de países que nos envenenan.