Mal oficio es mentir, pero abrigado:
eso tiene de sastre la mentira,
que viste al que la dice; y aun si aspira
a puesto el mentiroso, es bien premiado.
Pues la verdad amarga, tal bocado
mi boca espuma con enojo y ira;
y ayuno, el verdadero, que suspira,
envidie mi pellejo bien curado.
Yo trocaré mentiras a dineros,
que las mentiras ya quebrantan peñas;
y pidiendo andaré en los mentideros,
prestadas las mentiras a las dueñas:
que me las den a censo caballeros,
que me las vendan Lamias halagüeñas.
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