GUZMAN1

lunes, 23 de mayo de 2022

MALDITOS BAILARINES SIN CABEZA", de Roberto Sosa.



Aquellos de nosotros
que siendo hijos y nietos
de honestísimos hombres de campo,
cien veces
negaron sus orígenes
antes y después
del canto de los gallos.

Aquellos de nosotros
que aprendieron de los lobos
las vueltas
sombrías
del aullido y el acecho,
y que a las crueldades adquiridas
agregaron
los refinamientos de la perversidad
extraídos
de las cavidades de los lamentos.

Y aquellos de nosotros
que compartieron (y comparten)
la mesa
y el lecho
con heladas bestias velludas destructoras
de la imagen de la patria, y que mintieron o callaron
a la hora de la verdad, vosotros,
-solamente vosotros, malignos bailarines sin cabeza-
un día valdréis menos que una botella quebrada
arrojada
al fondo de un cráter de la Luna.


Muchas cosas han cambiado desde esta frase de Juan Antonio Marín en la investidura de la Presidencia de la Junta de Andalucía. Comenzó su trayectoria política de la mano de Alianza Popular (AP), apareciendo en la lista del partido para las elecciones municipales de 1983.

Ciudadanos colocaría la primera piedra de la implantación de su formación en la Comunidad Autónoma de Andalucía, convirtiendo a Juan Marín en cabeza de lista de CS a la presidencia de la Junta para facilitar la investidura a Susana Díaz.

En las siguientes elecciones autonómicas de 2 de diciembre de 2018, tras los acuerdos alcanzados con el PP, Juan Marín prestaba el apoyo de sus 21 diputados para facilitar la investidura de Juan Manuel Moreno,  a cambio de la vicepresidencia.

No lo hubiera logrado sin el apoyo de Vox, al que ha ninguneado para jugar a dos barajas con PP y PSOE, como ha hecho su partido desde la presidencia de Arrimamadas.

Ahora, desplazados por Vox en Castilla y León, es dudoso que dicha combinación se vuelva a repetir, por lo que se aprestan a una nueva traición ante el imparable auge de Ayuso y Abascal, a quienes les sobra este partido de vaivenes y falta de principios.

Ayuso, la última esperanza del PP, se muestra partidaria de pactar con Vox, al que ha dejado de ver como a un rival, sino como un aliado. Eso ha provocado su caída, a manos de los jerifaltes de su propio partido.




Aznar, en cambio, pese a ser el mentor de Abascal en la Fundación Denaes, mira cómo Vox se va llevando los votos populares y muestra su reticencia al pacto de derechas.

No hay un partido ni unas ideas detrás de Casado, sino una concertina de halagos, ruegos y peticiones. Dice que hace cambios: dejarse barba y proponer trasladar la sede han sido los únicos. No le deben haber ofrecido suficiente comisión por el inmueble, porque ni siquiera ha hecho eso.

La ambición se considera como saludable cuando promueve la acción y el desarrollo de proyectos. El sujeto ambicioso, por lo tanto, desea mejorar, crecer o progresar. La ambición funciona en estos casos como un motor que invita a abandonar el conformismo y la mediocridad.

No es esa la ambición de fra-Casado, sino el poder más corrupto posible y la continuidad de políticas agotadas hace años. Feijóo no ha cambiado nada en el partido, salvo competir con los nacionalistas en la fragmentación de España.

Se puede comparar a una empresa con un partido político ya que hay un oligopolio en el mercado de votos, y dos partidos políticos dominan en los principales puestos de poder o escaños en el Congreso, formando alianzas en función de sus intereses y tratando de bloquear a la oposición.

Muchas de las llamadas democracias sufren de poca representatividad y participación de su ciudadanía. En varios casos existe un partido dominante, único o hegemónico que deja sin oportunidad de competencia a los grupos pequeños o contrarios.

En el ámbito político, para una democracia estable es necesario que toda la ciudadanía tenga acceso a participar libremente del ejercicio de sus derechos cívicos y políticos. Para un Congreso perfecto se necesita la representación de todos los sectores de la población. Dar espacio a nuevos participantes en la contienda para acabar con el monopolio de la política y hacer del sistema electoral un ambiente sano también es importante.

Por lo tanto debemos estar informados de las propuestas y pendientes de los procesos. Es importante conocer a fondo las propuestas de los partidos políticos existentes y de los partidos políticos en formación que surgen después de la crisis política de 2015 como una nueva forma de hacer política.

Saber de política es importante, aunque a muchos no les importe, porque la política condiciona toda nuestra vida y nuestra convivencia. La ciudad perversa nos encarcela, nos hace poco o nada libres; y la mala política, que obviamente incluye la política económica, nos empobrece.

El falso liberalismo del PP no hace sino consolidar los monopolios económicos sin fórmulas nuevas por las que apostar. 


El Estado liberal es el que surge como resultado de la Revolución Liberal en sustitución de la Monarquía absoluta propia del Antiguo Régimen. La forma de Gobierno no es determinante para su caracterización, pues puede ser tanto una monarquía constitucional (como en la Constitución de 1812 en España), una monarquía parlamentaria (como en el modelo inglés que se remonta a la Revolución Inglesa del siglo XVII) o una república (como en el caso de la Revolución francesa o la Revolución americana)

Las características del Estado liberal son la democracia representativa a través del sufragio universal, para la integración de los poderes administrador y legislativo; constitución del poder judicial con total independencia para la administración de la justicia; el pluripartidismo para la promoción de los cargos electivos en elecciones regulares, que garanticen a su vez la alternancia en el ejercicio del poder.

En lo económico: respeto irrestricto a la propiedad privada y comunitaria con inmueble o mueble, tanto en lo que se refiere a habitación, como asimismo a fuente o medio de producción. Instauración del sistema de economía de libre mercado, a través del libre juego de la oferta y la demanda. Tendencia predominante a la privatización de fuentes y medios de producción con escasa o mínima intervención estatal, acotando ésta, exclusivamente a la mediación en los conflictos que se generen entren los particulares.

El Estado liberal surge del inconformismo con el régimen absolutista propio de la época. Cabe aclarar que en las primeras fases de la implementación del Estado liberal en Francia adoptó formas totalitarias represivas a través del Terror mediante la eliminación física de funcionarios y defensores del Antiguo Régimen, desnaturalizando los principios de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, que había adoptado siguiendo las orientaciones y la influencia de la Revolución por la Independencia de los Estados Unidos de América y consagrados en la primera Constitución Republicana de 1784.

Independientemente de los abusos referidos, el surgir el Estado liberal se edifica sobre los principios proclamados de la soberanía popular, la división tripartita del poder público, el cumplimiento del principio de legalidad e igualdad formal (igualdad de los ciudadanos ante la ley) y la protección de los derechos fundamentales básicos.

En primera instancia, un Estado liberal debe permitir y facilitar el desarrollo de un hombre libre, igualitario y racional, cuya convivencia y armonía este fijada por acciones que inspiren y permitan el progreso de la sociedad. Asimismo, es indispensable la separación de lo privado y de lo público, dado que el individuo tiene autonomía para escoger su proyecto de vida y dirigirse por sus propias convicciones. Lo privado es definido como el derecho a la personalidad inviolable, garantizando al asegurar autonomía o control sobre las intimidades de la identidad personal.

El Estado liberal se define como un Estado de derecho, en que se ofrece al individuo la seguridad jurídica de no estar sometido a la arbitrariedad del poder. Instituciones como la tortura judicial desaparecen. Otras nacen, como la policía, pues lo que continúa existiendo es la represión de las conductas que se definen como antisociales, incluyendo la represión política de individuos y grupos no integrados en el sistema político o social.

La igualdad de condiciones que se pretende para la sociedad significa que desaparecen los privilegios y los estamentos para asegurar la movilidad social mediante la superación individual a través del esfuerzo para un mercado nacional unificado, sin aduanas interiores, y que comparte moneda, sistema de pesos y medidas y legislación mercantil.

Es importante resaltar que en el campo del Derecho se establecen: el principio de legalidad y el principio de igualdad ante la ley. El primero hace referencia a que toda obligación ciudadana estará sujeta a que esté dispuesta en una ley, y la igualdad ante la ley quiere decir que con fundamento a la abolición de los estamentos todos los ciudadanos serán tratados iguales ante la ley.

La aparición del Estado como un organismo autónomo dentro de la sociedad moderna ha provocado la necesidad de distinguir lo público estatal y lo público no estatal. Lo público no estatal es el ámbito de la sociedad civil como conjunto de instituciones y mecanismos de coordinación social no dependientes del sistema administrativo estatal.

Juan Ramón Rallo Julián es un economista, profesor universitario, conferenciante y escritor español, defensor de las tesis del liberalismo económico y en concreto de la escuela austriaca. Es socio fundador del think tank de orientación libertaria Instituto Juan de Mariana, del que también fue director.

Es licenciado en Derecho y en Economía por la Universidad de Valencia y obtuvo un Máster y posteriormente un doctorado en economía por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Juan Ramón Rallo Julián colabora con diversos medios de comunicación como tertuliano de ámbito económico, además de como articulista en medios en línea como Libertad Digital, El Confidencial, Patxi Diario o Vozpópuli. Los últimos años ha desarrollado su faceta de conferenciante en universidades y jornadas sobre economía, es analista económico de esRadio, La Sexta Noche, Al Rojo Vivo o Espejo Público. También colabora habitualmente en prensa escrita en el periódico La Razón.

Es profesor en el máster en economía del Centro de Estudios Superiores. Sus alumnos le adoran, pero en radio, televisión y twitter suelta las burradas más extravagantes que un economista pueda decir. El ultraliberalismo, como el que defiende, es la idea de que el mercado hace que las cosas funcionen solas y mejoren sin intervención del Estado. Como el comunismo, pero al revés.

Fiel al minarquismo, es partidario de la secesión de España, con la misma ingenuidad.

En septiembre de 2014, tras varias intervenciones en diversos medios y redes sociales de Juan Ramón Rallo defendiendo abierta y públicamente el cierre de todos los medios de comunicación estatales,​ Televisión Española (TVE) cesó la colaboración de Juan Ramón en el programa de Mariló Montero, La mañana de la 1, tras petición de UGT.​ Ni Televisión Española ni el Partido Popular —partido del gobierno por entonces— emitieron ningún comunicado oficial sobre este hecho.

El P-LIB nació el 2 de julio de 2009 a iniciativa de un grupo de personas que consideran más necesaria que nunca la existencia de un partido profundamente liberal y libertario. Desde 2015, el P-LIB adopta la marca Partido Libertario. La mayoría de los afiliados carece de militancia política previa. Está dirigido por el Comité Ejecutivo Federal elegido por el IV Congreso (Madrid, 3 de septiembre de 2016) y presidido por Daniel Martínez.

El P-LIB se define "como un partido heterogéneo, integrado por personas de todas las capas socioeconómicas, zonas geográficas y grupos coetáneos. Está compuesto por individuos conscientes de la considerable invasión de su soberanía personal por el exceso de Estado, tanto en lo económico como en lo relativo a sus derechos y libertades personales. Somos un partido radicalmente diferente de las demás fuerzas políticas: ellos son colectivistas y nosotros somos el único partido que defiende ante todo al individuo y su libertad.

Somos conscientes de representar un movimiento minoritario, y desde luego no aspiramos a ser un partido de masas. Es más, tenemos especial cuidado en afiliar al P-LIB solamente a personas que realmente compartan en muy gran medida nuestro programa. Pero creemos que la minoría diversa y plural de liberales y libertarios, si se une en torno a este partido, puede alcanzar una influencia social y política que frene el colectivismo y afiance nuestra libertad.

Aunque en el P-LIB entendemos la importancia de la Democracia, tenemos la certeza de que las libertades y los derechos fundamentales, son sagrados. Por ello nos comprometemos a hacer un uso ético del voto, en consonancia con los valores que defendemos."

Juan Pina estudió Ciencias Políticas. Es Máster en Comunicación Digital 2.0 por la Universidad de Alcalá de Henares. En 1986, nada más cumplir los dieciocho años se afilia a Centro Democrático y Social (CDS) por entender que es en ese momento la opción política más cercana al liberalismo.

El 2 de julio de 2009 participó en la constitución ante notario del Partido de la Libertad Individual (P-LIB) y el 25 de septiembre de 2010 fue elegido presidente de esta formación política por su I Congreso, resultando reelegido por el II Congreso el 23 de junio de 2012 y por el III Congreso el 20 de diciembre de 2014. En 2015 el P-LIB efectúa su transición a la nueva marca Partido Libertario y en el IV Congreso del 3 de septiembre de 2016 pasa a desempeñar la labor de Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Libertario.

Pero la falta de medios económicos augura poco futuro para esta formación.




Así las cosas, no ha lugar al anarcocapitalismo, sino que la opción liberal es conservadora. Vox es el único partido que quiere dejar manos libres a empresas y autónomos.

La monarquía tiene, sobre todo, dos ventajas institucionales respecto de las repúblicas. En primer lugar, un valor ritual-simbólico que tratan de imitar en cuanto a boato y ceremonia las repúblicas, que dotan a sus jefes de Estado de la épica y la poesía que los monarcas obtienen de la tradición. De ahí la parafernalia que rodea al presidente de los EEUU o la histriónica grandeur que adoptan los presidentes de la república francesa.

Por otro lado, las monarquías constitucionales equilibran con su visión de largo plazo el cortoplacismo habitual de las políticas partidistas. La neutralidad de la monarquía, asentada en el amplio lapso temporal de su visión política, a salvo de las marejadillas coyunturales, sirve de estabilizador automático frente a las crispaciones habituales en el día a día de la contienda mediática. 

La monarquía parlamentaria, por tanto, es un régimen que puede ser tan favorable a la res pública como el mejor sistema republicano. No sólo son moralmente defendibles, sino política y económicamente homologables a los países en los que el jefe del Estado es elegido cada cierto tiempo. De hecho, tendría mayor sentido, dentro de lo absurdo, propugnar para países históricamente monárquicos como Francia e Italia el establecimiento de monarquías constitucionales en lugar de las muy mal diseñadas repúblicas que padecen, con bicefalias imposibles entre el presidente y el jefe del Ejecutivo, como en el caso francés, o con presidentes incendiarios tipo Francesco Cossiga en el caos político italiano.

Todo rey que no sea lo bastante estúpido o engreído como para no ver lo que tiene delante de las narices sabe que lo que hace sólo es sostenible por la ejemplaridad. Su trabajo consiste en apoyarse en la esperanza, la buena fe o la simpatía de la gente para ganarse su confianza y, acto seguido, darles buenas razones para elegirlo si fuera necesario. Hasta ahora la monarquía ha sido sostenida por el bipartidismo, pero el PSOE y sus apoyos la están dejando de lado. La decadencia del PP y la perspectiva de formar una gran coalición con Sánchez nos pone en grave peligro.

Pero sería un gran logro ver a Macarena Olona en la Presidencia de la Comunidad Andaluza. Ella ha demostrado su capacidad de responder a las insidiosas calumnias contra VOX.

Sus enemigos son los caciques de siempre, agarrados como lampreas al Partido Putrefacto que les garantiza seguir en el machito a cambio de dádivas.

El Estado liberal pretende ser, según propone el liberalismo económico desde Adam Smith, un Estado limitado, que no interviene en economía, al contrario que el mercantilismo propio del Antiguo Régimen, donde la palabra del rey es ley, como en España.

En Vox hay una vaga esperanza de cambio respecto al caduco bipartidismo, y sólo un plan claro y tajante puede hacer que los ciudadanos crean en ellos. De una política propia de un Estado social y libre depende su futuro y el nuestro.